ANTÓNIO SALVADO, MEDALLA FRAY LUIS DE LEÓN DE POESÍA IBEROAMERICANA Y POEMA DEDICADO A ANTÓNIO COLINAS. XXIV ENCUENTRO DE POETAS IBEROAMERICANOS

 

 

A. P. Alencart entregando la medalla, en presencia de Leopoldo Rodrigues, Alcalde de Castelo Branco, y Carlos García Carbayo, alcalde de Salamanca

(foto de José Amador Martín)

 

 

Crear en Salamanca tiene el privilegio de publicar, en primicia, las palabras pronunciadas por el notable poeta lusitano António Salvado, tras recibir la I Medalla Fray Luis de León de Poesía Iberoamerica, recién instituida dentro de los Encuentros de Poetas Iberoamericanos de Salamanca. También la breve intervención del poeta Alfredo Pérez Alencart, director de los Encuentros. Finalmente, publicamos unos fragmentos del largo poema que António Salvado dedicó al poeta homenajeado, Antonio Colinas. La traducción es de A. P. Alencart. El acto de entrega de la medalla se celebró el 14 de octubre, mientras que la lectura de su poema fue el 13 y en el Teatro Liceo de Salamanca.

 

Alocución de António Salvado (foto de José Amador Martín)

 

ANTÓNIO SALVADO, MEDALLA FRAY LUIS DE LEÓN

DE POESÍA IBEROAMERICANA

 

Salamanca es la ciudad de Fray Luis de León, el notable poeta y teólogo de la Universidad de Salamanca, cuyos versos tienen resonancia universal, tanto como el trato injusto que sufrió por los juicios de la Inquisición, cuando tradujo a un hermoso castellano el majestuoso Cantar bíblico.

 

Este galardón que lleva el nombre de tan insigne catedrático, se ha establecido, por vez primera dentro de los Encuentros de Poetas Iberoamericanos que ya suman 24 ediciones consecutivas. Y se ha establecido para reconocer la trayectoria poética de un poeta iberoamericano cuya obra se estime merecedora de ser reconocida como valiosa.

 

Es el caso del notable poeta lusitano António Salvado (Castelo Branco, 1936), a quien se estimó que debía ser el primero en recibir dicha Medalla. Su amplia y excelente obra, que va desde la poesía al ensayo, se amplia con antologías de otros autores, así como por sus traducciones al portugués de más de un centenar de autores españoles y latinoamericanos.

 

Se trata de una distinción que está llamada a constituirse en referencia iberoamericana, no por el brillo que algunos pretender dar a sus premios, sino por la selecta y rigurosa elección del poeta que, como António Salvado, darán lustre y nombradía a este reconocimiento salmantino.

 

Alocución de Leopoldo Rodrigues (foto de José Amador Martín)

 

PALABRAS DE ANTÓNIO SALVADO EN EL SALÓN

 DE RECEPCIONES DEL AYUNTAMIENTO DE SALAMANCA

 

Excelentísimo señor Alcalde de Salamanca, ilustrísima señora Concejala de Cultura, autoridades y poetas de España, Portugal y América Latina.

 

Estimo que ha sido mi presencia constante, desde la primera edición de los Encuentros de Poesía Iberoamericana, el argumento principal que determinó el que se me haya atribuido esta medalla que agradezco con inmenso placer y profundo reconocimiento. También otros motivos es posible que haya sensibilizado mi trayectoria intelectual y sentimental hacia la ciudad del Tormes, trayectoria tallada a lo largo de varias décadas, especialmente desde 1986 cuando la Cátedra de Poética Fray Luis de León, dirigida por el notable humanista Alfonso Ortega Carmona, me tributó un reconocimiento que titularon “Un poeta portugués se presenta”. Mucho recuerdo a ese humanista de renombre europeo.

 Por esos tiempos, o poco después, otro acto me conduciría a la presencia de una extraordinaria mujer, de presencia física inigualable y de capacidad intelectual indudablemente superior. La entonces concejala de Cultura del Ayuntamiento de Salamanca, Pilar Fernández Labrador. Y, quién me lo diría que, pasados los años, yo sería elegido para presidir el jurado del importante Premio Internacional de Poesía que lleva su nombre.

 

Alencart y Salvado (foto de José Amador Martín)

 

 

En definitiva, extensa sería comentar las ramificaciones líricas que he tenido en este horizonte de piedra y afectos. Pero no puedo dejar de mencionar a dos grandes poetas, ya fallecidos, que merecen mi mayor admiración; Claudio Rodríguez y José Ledesma Criado, a quien traduje y publiqué en Portugal. ¿Y cómo olvidar la firme relación que mantengo con Antonio Colinas, Luis Frayle Delgado, Jesús Hilario Tundidor, este último también fallecido, y el apretón de manos y los abrazos expresivos de tantos poetas de América Latina venidos a estos encuentros, y a la los cuales, en su mayoría, traduje sus poemas con sumo placer?

 

¿Y cómo olvidar otros encuentros gestados desde Salamanca, donde pude estar en comunión espiritual y lírica con otros destacados nombres de la poesía de Castilla y León, como Andrés Quintanilla Buey, José María Muñoz León, Araceli Sagüillo, José María Valle Alonso, Leopoldo Samprón, Jesús Fonseca o José Amador Martín, por citar algunos?…

 

Aquí también me tradujeron al japonés, la especialista Ann Oshiro y aquí conocí al maestro pinto Kousei Takenaka, quien en 2009 puso pintura a mis versos para el libro conjunto que titulé OTOÑO, con traducción al castellano hecha por el poeta Alfredo Pérez Alencart. Y aquí recibí otros varios homenajes de la Universidad de Salamanca y del propio Ayuntamiento, cuando el alcalde era don Julián Lanzarote.

 

Alencart, Rodríguez, Salvado y Antpnio Colinas (foto de José Amador Martín)

 

 

Señoras y señores: estos recuerdos ya van siendo muy amplios y no quiero quitarles más tiempo. Mucho, les confieso, quedó por dejar constancia de mi religación con Salamanca y su alta cultura, ciudad a la que mucho he visitado desde cuando mi hijo Pedro comenzó a estudiar en la Facultad de Geografía e Historia, hace ya tantos años.

 

Ahora termino: Hace unos momentos les mencioné la personalidad única de la mujer que es Doña Pilar Fernández Labrador. Pero otra mujer existió en mi tránsito por Salamanca: se llama Jacqueline Alencar. Rilke escribió un día que “la muerte no es más que el otro lado de la vida”. Jacqueline partió para ese otro lado de la vida, pero estará siempre con nosotros, ampliando nuestros recuerdos. Está de este lado también. No obstante, con lágrimas ahora, doy un aplauso muy vibrante a su memoria y a la del maestro Fray Luis de León, por esta Medalla que lleva su nombre y que me honra como el mejor de los premios que un poeta pude recibir.

Gracias.

 

Lectura de António Salvado (foto de José Amador Martín)

 

LETANÍAS PARA ANTONIO COLINAS

(Fragmentos)

 

A sobresaltos    supe capearturbulencias y desaires,

las piedras duras del camino     el aire

más negro    de los abismos

cuántos ayes

soltados    tales sorpresas    que vendrán…

Pensé en la muerte     a veces    y en la tuya,

cómo habías perdido la juventud

y los ecos me decían que era temprano

que así seguiría

traspasando      quebrantos     pesadillas

del día a día

 

***

 

Mañana tan pura y ya tan largamente

superada. ¿Qué esperar?

Tal vez que or la tarde

me surja tu sonrisa. Ah, el tiempo

en que la señal sabía del encuentro –

lo siempre sucedido…

Miro el perfil más allá del horizonte

y casi veo la noche, el alquitrán bajando.

lo que pasa a mi lado es simple voz

de inútiles paseantes, Cierro los ojos

antes de haberme siquiera dormido.

 

***

 

Ahora ninguna palabra palabra podría

apagar esta ausencia, este abandono –

cómo saber     o conocer adónde

se dirige la presencia, cuál será la hora

tardía del encuentro donde se esconde…

 

Punteo los días sin calor, bonanza

Siempre esperando que surja la tempestad –

 

Pero prosigo      solícito    aguardando

oír “buen día” cuando llega la mañana.

 

 

Otro memento de la lectura de António Salvado (foto de José Amador Martín)

 

LITANIAS PARA ANTÓNIO COLINAS

 

 

Com sobressaltos       soube amenizar –

procelas e desaires,

as pedras duras do caminho       o ar

mais negro       dos abismos

                                             quantos ais

vertidos       tais surpresas       que chegaram…

Pensei na morte       às vezes       e na tua:

como havias perdido a juventude

e os ecos me diziam que era cedo

que assim continuaria

ultrapassando       mágoas       pesadelos

do dia a dia.

 

***

 

Manhã tão pura e já tão longamente

passada. Que esperar?

Talvez que pela tarde

me surja o teu sorriso. Ah, o tempo

em que o sinal sabia do encontro –

o sempre acontecido…

Olho o perfil além do horizonte

e quase vejo a noite, o breu descido.

O que passa a meu lado é mera voz

d’ inúteis passeantes. Fecho os olhos

antes de ter, sequer, adormecido.

 

 

***

 

Palavra alguma poderia agora

apagar esta ausência, este abandono –

como saber       ou conhecer aonde

se dirige a presença, qual a hora

tardia do encontro onde se esconde…

 

Dedilho os dias sem calor: bonança

sempre à espera que surja a tempestade –

 

Mas continuo       solícito       aguardando

ouvir “bom dia” na manhã chegada.

 

 

A. P. Alencart, traductor y lector de los poemas de Salvado al español 6 Lectura de António Salvado

(foto de José Amador Martín)

 

 

Alencart, Salvado, Carbayo y el editor Joao Artur Pinto, entregando al alcalde el último libro de Salvado

(foto de José Amador Martín)

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