‘ANTE EL MAR, CALLÉ’, DE A. P. ALENCART. COMENTARIO DE ALBERTO HERNÁNDEZ Y APUNTES DE MIGUEL ELÍAS

 

 

1 A. P. Alencart en Cabo Mondego (Figueira da Foz, 2011. Foto de Jacqueline Alencar)

A. P. Alencart en Cabo Mondego (Figueira da Foz, 2011. Foto de Jacqueline Alencar)

 

Crear en Salamanca se complace en publicar el comentario que, sobre el nuevo poemario de A. P. Alencart, ha escrito  Alberto Hernández (Calabozo, Venezuela 1952), poeta, narrador y periodista. Egresado del Pedagógico de Maracay, realizó estudios de postgrado en la Universidad Simón Bolívar (Caracas) en Literatura Latinoamericana. Fundador de la revista literaria Umbra, es colaborador de revistas y periódicos nacionales y extranjeros. Su obra literaria ha sido reconocida en importantes concursos nacionales. En el año 2000 recibió el Premio “Juan Beroes” por toda su obra literaria. Ha representado a su país en diferentes eventos literarios: Universidad de San Diego, California, Estados Unidos, y Universidad de Pamplona, Colombia. Encuentro para la presentación de una antología de su poesía, publicada en México, Cancún, por la Editorial Presagios. Miembro del consejo editorial de la revista Poesía de la Universidad de Carabobo, Venezuela. Se desempeña como secretario de redacción del diario “El Periodiquito” de la ciudad de Maracay, estado Aragua, Venezuela. Parte de su obra ha sido traducida al inglés, al italiano y al árabe.

 

 

2 Portada del nuevo libro de A. P. Alencart

Portada del nuevo libro de A. P. Alencart

 

Tanto la foto de Jacqueline Alencar, como los apuntes de Miguel Elías se hicieron en abril de 2011, durante la estancia que hicieron en dicha ciudad lusitana. El traductor de este comentario de Alberto Hernández es el poeta y músico portugués Eduardo Aroso, quien hace varios años tradujo los poemas de Alencart que ahora han sido publicados por Editora Labirinto en la colección que dirige Victor Oliveira Mateus.

 

3

 

1.-

 

El mar es un espacio de creación. Un lugar para la creación. Un sitio que crea. Cada ola permite que la imaginación se pueble de imágenes, de recuerdos, de ecos provenientes del pasado, de idiomas, de personajes. La poesía, ese viaje permanente, es parte del mar. Es el mar. Hay mares para la poesía y poesía para los mares.

 

El mar que Alfredo Pérez Alencart le suministra al lector es una imagen recurrente, como las mareas, como los nombres que se asilan en su espuma, en la costa portuguesa. En la costa peruana o española. En la costa del mundo. En el primer mar que vio aquel niño peruano extraído de la selva, y quien tuvo ojos para recrearse frente al Pacífico.

 

El mar ha sido tema de todos los tiempos. Va con los siglos respirados, con los movimientos que su cuerpo inmenso le permite sacudirse contra la tierra: inventar costas, farallones, precipicios, arrecifes, vértigos, playas, miradores, países, fronteras, límites, pero también el mar es el emblema de la libertad.

 

4 Figueira desde la Casa de Vela

Figueira desde la Casa de Vela

 

¿Quién no enmudece frente al mar? ¿Quién no guarda las palabras sobre el lomo inquieto de sus aguas? Un poema hace que hable el mar cuando el poeta está en soledad. También el mar lo es: una profunda soledad, un profundo silencio en el imaginario de los marinos, de aquellos que fueron sacudidos por las tormentas, por los huracanes tropicales, por las heladas del Norte o del Sur. Los marinos seducidos por las sirenas de la literatura griega, por los dioses que emergen de sus profundidades. Marinos que dejaron cartas de navegación para que la poesía hiciera posible su existencia. Para que el tiempo futuro pueda decirse parte de él.

 

El mar es un inmenso pozo sonoro. Un trozo de imaginación donde habitan todas las palabras, todos los silencios. Todos los naufragios. Todos los poemas, naufragios también.

El libro que leo, escrito en español o castellano, en el idioma de nuestros padres, en el idioma de aquel personaje que nos sigue aturdiendo, Cervantes, fue traducido al idioma de Camoens, al idioma lusitano, aquella musicalidad que nos permite ver el otro mar, en otra lengua tan cercana que nos hace uno en medio del paisaje que se mueve en estas páginas.

 

 

5 Alfredo Pérez Alencart

Alfredo Pérez Alencart

2.-

 

“Ante el mar, callé” es una publicación bilingüe de la Editora Labirinto, octubre, 2017, cuyo traductor es Eduardo Aroso. El idioma de Lusitania, con esa dulce sonoridad, le imprime al español de Pérez-Alencart otro clima, otro sabor. Son dos sabores mellizos, juntos, tocados por la orilla de sus países geográficos y espirituales.

 

El autor no se desvía del tema: el océano, padre de los mares, el Pacífico y el Atlántico, vientre de los mares de Perú, de Brasil, de España y Portugal, encuentran en estas hojas de Pérez Alencart todo el espacio para ser cantados. El Océano, el mítico universo acuático donde habitan dioses y semidioses, náufragos y el Tiempo, ese volumen inalcanzable que navega sobre la ira de las aguas, sobre la calma de su lecho.

 

Y como todo poema donde se place la historia y la memoria, nuestro autor escribe:

 

“De esta playa no se ausenta el mar

ni yo dejo de arrastrar una barca donde todavía se oyen plegarias

donde está presenta la palabra nueva…”.

 

6 Mar y costa

Mar y costa

 

Siempre habrá voces en el mar. Las de los ahogados, las de los que pescan y miran con orgullo las escamas de su labor. Los que miran desde la orilla el nacimiento del mundo, el final y comienzo de la tierra. Los que se revelan en un sobresalto y “A cada instante un sueño o una ola”, desatan la tormenta o la calma. El mar es un ser viviente, respira con el poeta, en el poema.

 

Y más allá lanza sus augurios. El mar habla con boca propia, con garganta ardida. Desde los arrecifes de Portugal, de algún pueblo tocado por la sal, “piso arenas que perdieron su desierto”.

 

 

7 Puente de Figueira

Puente de Figueira

3.-

 

En ese mar no podía faltar Fernando Pessoa, quien también le cantó a su río, a su extenso desierto acuático. No podían faltar sus heterónimos, vivos en las calles de Lisboa, en un parque frente al mismo Atlántico al que le cantó Eugenio Montejo desde la tierra del fado y su saudade.

 

El poeta mayor de Portugal anclado en un verso de Pérez Alencart: “su huella está en la cumbre/ hecha brasa”.

 

Pero el mar es también la ciudad, sus adoquines, sus calles estrechas, su entonación, el choque de sus olas contra su habla nacional. “La ciudad tiene significado y tiene consecuencias”.

 

El olor del pescado, el olor de la sal, el aroma del viento que viaja desde África o América. El mar, el gran navegante, el que impulsa al poeta a decir:

 

“Matemáticamente sé que la eternidad es un sueño”.

 

8 Miguel Torga entre gaviotas

Miguel Torga entre gaviotas

 

 

4.-

 

Los ríos de Portugal nacen en España, como el mar de España también tiene sonido portugués. El Tajo o Tejo, el Mondego, “de cuyo caudal no hago cálculos”. La riada portuguesa tiene en el país vecino el nacimiento: la corriente se abre en un impulso y funda el mar, lo recrea con su agua dulce, con su tierra continental.

 

Frente a ese portento, “enmudezco y observo”, y quien lee el poema también lo hace. Calla la voz del que lee. Calla la voz del que mira, del que busca en los callos, en la arena que mueven las olas frente a Buarcos o Figueira.

 

Suerte de alfabeto del agua, el mar pronuncia todos los nombres, los de los vivos y los de los muertos. Y también habla de la eternidad.

 

9 Cabo Mondego

Cabo Mondego

 

5.-

 

Alguien conocido se aproxima al agua. La toca con los ojos. La huele. Se sienta a saberla, a entenderla, a saborear su imposibilidad de ser bebida. Miguel de Unamuno viaja de Salamanca a Portugal. Es el desterrado, el que colma su vaso con la sal del poema, mientras un farol se enciende en las noches, el que dirige la barca de Caronte.

 

Y el rector sabe que el mar es también su universidad, su universo todo. El mar que alimenta las bocas y el alma: el alimento de las profundidades.

“Todo lo mastica el hambre”.

 

Y sigue el mar su viaje. Su poema eterno. Él, razón de la poesía y de la existencia.

 

Palabra y sal. Sal y voces que aún suenan desde la lejanía, donde ha quedado detenida la mirada.

 

En silencio.

 

10 Barca

 Barca

DEFRONTE DO MAR, EMUDECI

Alberto Hernández

(Traducción de Eduardo Aroso)

 

1.-

 

O mar é um espaço de criação. Um lugar para a criação. Um sítio que cria. Cada onda permite que a imaginação se povoe de imagens, de recordações, de ecos provenientes do passado, de idiomas, de personagens. A poesia, essa viagem permanente, faz parte do mar. É o mar. Há mares para a poesia e poesia para os mares.

 

O mar que Alfredo Pérez-Alencart oferece ao leitor é uma imagem recorrente, como as marés, como os nomes que se recolhem na sua espuma, na costa portuguesa. Na costa peruana ou espanhola. Na costa do mundo. No primeiro mar que viu aquele menino peruano arrancado à selva, com olhos para recrear-se defronte do Pacífico.

 

O mar tem sido tema de todos os tempos. Existe por séculos ritmados com os movimentos que o seu corpo imenso lhe permite para sacudir-se contra a terra: inventar costas, faróis, precipícios, recifes, rochas escarpadas, vertigens, praias, miradouros, fronteiras, limites, mas o mar é também o emblema da liberdade.

 

11 Domingos Silva y Faro

Domingos Silva y Faro

 

Quem não emudece defronte do mar? Quem não guarda as palavras sobre o dorso inquieto das suas águas? O poema faz com que o mar fale quando o  poeta está só. Também o mar é assim: uma profunda solidão, um profundo silêncio na imaginação dos marinheiros, os que foram sacudidos pelas tormentas, pelos furacões tropicais, pelos gelos do Norte e do Sul. Os marinheiros seduzidos pelas sereias da literatura grega, pelos deuses que emergem das suas profundezas. Marinheiros que deixaram cartas de navegação para que a poesia tivesse existência. Para que o tempo futuro possa fazer parte dele. 

 

O mar é um imenso poço sonoro. Um fragmento da imaginação onde habitam todas as palavras, todos os silêncios. Todos os naufrágios. Todos os poemas são naufrágios também. O livro que leio, escrito em castelhano ou espanhol, no idioma dos nossos pais, no idioma daquela personagem que nos continua atordoando, Cervantes, foi vertido no idioma de Camões, a língua lusitana, naquela musicalidade que nos permite ver outro mar, numa língua tão próxima que nos torna unos no meio da paisagem que se move nestas páginas.

 

12 Serra de Boaviagem ok

Serra de Boaviagem

 

2.-

 

“Defronte do mar, emudeci” é uma publicação bilingue da Editora Labirinto, outubro, 2017, cujo tradutor é Eduardo Aroso. Ao idioma da Lusitânia, com essa doce sonoridade, imprime, em espanhol, Pérez-Alencart outro clima, outro aroma. São dois aromas gémeos, juntos, tocados pela orla dos seus países geográficos e espirituais.

 

O autor não se desvia do tema: o oceano, pai dos mares, o Pacífico e o Atlântico, ventre dos mares do Peru, do Brasil, de Espanha e de Portugal, encontram nestas páginas de Pérez-Alencart todo o espaço para serem cantados. O Oceano, o mítico universo aquoso onde habitam deuses e semi-deuses, náufragos e o Tempo, essa corpulência inatingível que navega sobre a ira das águas, sobre a calma do seu leito.

 

13 Casa de Sao Juliao

Casa de Sao Juliao

E como em todo o poema onde se compraz a história e a memória, o nosso autor escreve:

 

“Desta praia não se afasta o mar

nem eu deixo de arrastar uma barca onde todavia se ouvem orações

onde está presente a palavra nova…”

 

Sempre haverá vozes no mar. As dos afogados, as dos que pescam e olham com orgulho as escamas do seu labor. Os que olham desde a orla o nascimento do mundo, o fim e o começo da terra. Os que se revelam num sobressalto e «A cada instante um sonho ou uma onda» desatam a tormenta ou a calma. O mar é um ser vivente, respira com o poeta, é o poema. E longe lança os seus augúrios. O mar fala com boca própria, com garganta intrépida. Desde os recifes de Portugal, de um povo marcado pelo sal “piso areias que perderam o seu deserto”.

 

14 Playa de la Claridad

Playa de la Claridad

3.-

 

Nesse mar não podia faltar Fernando Pessoa, que também o cantou ao seu rio, ao seu extenso deserto aquoso. Não poderiam faltar os seus heterónimos vivos nas ruas de Lisboa, num parque em frente ao mesmo Atlântico, o qual cantou Eugenio Montejo na terra da saudade e do fado.

 

O poeta maior de Portugal ancorado num verso de Pérez-Alencart: “sua pegada está no cume, feita brasa”.

 

Mas o mar é também a cidade, as suas calçadas, as suas ruas estreitas, os seus sons, o choque das suas ondas contra o falar da nação. “ A cidade tem sentido e tem consequências”.

 

O cheiro do peixe, o sabor do sal, o aroma do vento que viaja de África ou da América. O mar, o grande navegador, é que impulsiona o poeta a dizer:

 

“Matematicamente sei que a eternidade é um sonho”.

 

15 Por cabo Mondego

Por cabo Mondego

4.-

 

Os rios de Portugal nascem em Espanha, como o mar de Espanha tem som português. O Tajo ou Tejo, o Mondego, “de cujo caudal não faço cálculos”. Os caudais portugueses têm no país vizinho o seu nascimento: a corrente abre-se num impulso, estruturando o mar com a sua água doce, com a sua terra continental. Perante este portento, “emudeço e observo”, e quem lê o poema também o faz. Cala a voz de quem o lê. Cala a voz de quem olha, do que busca nos calos sobre a areia onde se movimentam as ondas junto a Buarcos ou à Figueira.

 

Afortunado de ter um alfabeto de água, o mar pronuncia todos os nomes, os dos vivos e os dos mortos. E também fala de eternidade.

 

16 Calle de Figueira

Calle de Figueira

5.-

 

Alguém conhecido aproxima-se da água. Toca-a com os olhos. Deixa-lhe a pegada. Senta-se para sabê-la, entendê-la, a saborear a impossibilidade de ser bebida. Miguel de Unamuno viaja de Salamanca para Portugal. É o desterrado, o que enche o seu copo com o sal do poema, enquanto o farol se acende na noite, o que dirige a barca de Caronte. E o reitor sabe que o mar é também a sua universidade, todo o seu universo. O mar que alimenta as bocas e a alma: o alimento das profundezas.

“ A fome tudo mastiga”

 

17 Playa y Oceánica

Playa y Oceánica

E o mar segue a sua viagem. O seu poema eterno. Ele, razão da poesia e da existência.

 

Palavra e sal. Sal e vozes que ainda soam desde o longe, onde ficou preso o olhar.

 

Em silêncio.

 

 

18 Barcas

 Barcas

19 Costa

  Costa

20 Faro

Faro

 

Eduardo Aroso nasceu em 1952, em Coimbra. Professor de Educação Musical, em cuja actividade se reparte pela didáctica da música e da composição, tendo feito, durante alguns anos, formação de professores do 1º ciclo do ensino básico. Foi regente do Coro de Professores de Coimbra e co-fundador da Academia Monteverdi e da Tertúlia do Fado de Coimbra. Na sua actividade literária contam-se as publicações: A Poesia vai à Escola (obra adquirida pela Fundação Calouste Gulbenkian), Poemas do Arquétipo, O Olhar da Serra, Habitante Sensível, A Quinta Nau e A Guitarra Portuguesa – Aproximações Histórico-Musicais à sua Génese e Fixação em Portugal (ensaio). Incluído em: Antologia Ibero-Americana de Homenagem a Rosalía de Castro, Antologia da Bienal de Poesia de Madrid (25 nações), Homenagem a Gerardo Diego, Homenagem a Claudio Rodríguez, Álamo (Salamanca 2002 – Ciudad Europea de la Cultura) e A Jeito de Homenagem a Eugénio de Andrade (antologia incluindo mais de 200 poetas do mundo hispânico). Colaborações: Revista de Poesia Álamo (Salamanca), EL Pregonero (Madrid), S. Paulo Destaque (S. Paulo), Artes & Artes (Lisboa), Teoremas de Filosofa (Porto). Co-fundador do Gresfoz – Grupo de Estudos Figueira da Foz – 1983.

 

21 El poeta y músico Eduardo Aroso

El poeta y músico Eduardo Aroso

2 comentarios
  • Gonzalo Patiño
    diciembre 13, 2017

    Felicitaciones, Alencart. Es una reseña de calidad esta que trata sobre tu nuevo poemario.

  • José Luis
    diciembre 13, 2017

    Querido Alfredo:
    Mis parabienes por tus nuevos y bien merecidos logros.
    Este libro bilingüe es prueba de ellos.
    Un fraterno abrazo.

Deja un comentario