‘ÁNFORAS’, DE LA POETA ARGENTINA ANGELA GENTILE

 

 

La poeta argentina Ángela Gentile, leyendo en la Casa de América de Madrid

 

 

Crear en Salamanca se complace en publicar estos poemas, leídos en Madrid  durante las II Jornadas Poéticas de Otoño, organizadas por el poeta chileno Andrés Morales y por el poeta mexicano Antonio Ojeda. Ángela Gentile nació en Berisso, Argentina en 1952. Es profesora de lengua italiana y española. Especialista en escritura y literatura, como en políticas y programas socio-educativos. Además, fue becaria de la Universidad de Perugia y traductora e investigadora del Centro de Estudios Italianos (UNLP). Recibió el Premio Nacional de Literatura y Poesía de la Bienal 1985-87 por el Ministerio de Educación y Justicia de la Nación Argentina, el premio de la Fundación El Libro a la prensa gráfica, por la co-dirección de la revista Etruria; fue nombrada Ciudadana Ilustre de la ciudad de Berisso en 2014. Co-dirige Biblos 03, un programa de promoción de la lectura literaria y editó los siguientes poemarios: Escenografías, Cantos de la Etruria, Cuernos de marfil, Palabras originarias, Poesía de tradición oral; La mirada de Deméter (italiano-español), Los pies de Ulises (griego-español); Diáspora griega en América, Bizancio; Madrás (L’ Harmmattan-Francia; Labirinto en Portugal),”Palabras, la voz de las mujeres indígenas, Voces olvidadas, Las lenguas y las canciones de cuna de la inmigración y Desde el origen antología de tradición oral.

fue invitada al Encuentro de Poetas Iberoamericano de 2018, en homenaje a los 800 años de la Universidad de Salamanca, siendo incluida en ‘Ocho Centurias’, la antología de dicho Encuentro.

 

Poetas hispanoamericanos en la Casa de América de Madrid

 

ÁNFORAS

 

I

— ¿Te acuerdas cuando nos detuvimos, en Veii, al norte de la Ciudad Eterna, a contemplar el Apolo de terracota, su sonrisa de Kore griega y sus ojos, que miraban hacia el cosmos?

 

Qué diferencia con este mundo donde descubrimos en una piedra,

en un muro,

en un ánfora, palabras preservadas sólo para sobrevivientes.

 

II

 

Cavé un día, cavé dos, y al tercero encontré el mensaje.

No sé si lo exhumé del todo, comenzaba con minúscula,

como si fuera la continuación de algo.

 

Me pregunto: — ¿Estarás del otro lado del tiempo?

 

III

 

Temo que se haya perdido el verbo en el espacio ancestral.

 

A veces recuerdo las lenguas del mundo,

tan vacías,

tan deshabitadas,

con las que los hombres pretenden llenar su propia oquedad.

 

IV

 

Gracias por confiarme el privilegio del vuelo.

Una ascensión de la que volveré cada vez a posarme en tu antebrazo,

morada de la que no conoce otra fe que la belleza.

 

 

V

 

Keats escribió: Girando y girando en círculo creciente/el halcón no puede oír al halconero; /todo se desmorona; el centro ya no puede sostenerse.

Y, desde el silencio, miro reflejado el vuelo de este mundo antiguo que aún transito.

 

Ángela Gentile y A. P. Alencart, en Madrid

 

VI

 

Subíamos desde cimientos remotos,

piedra      adentro       piedra.

Íbamos hacia la esencia de una flecha dirigida al Paraíso.

Ascendíamos entre gárgolas, lejos de la materia,

hacia la luminosidad breve de la roca,

colmada por el reflejo de su gracia.

 

 

VII

 

Vamos todos siempre hacia otro amanecer.

Allí donde podemos sentir que estamos vivo.

He preguntado — ¿Dónde estás?

Así, llegué a la fuente de Ikaria donde los seres no mueren.

 

IX

 

Recorrí los campos ya sin cultivos

mientras la memoria transcurría hacia el verde.

Los comedores de papas dialogan con la miseria

cuando nuestra mirada desciende a la realidad.

 

X

 

Mi vida no empezó con Ulises.

Pasaron hojas de laurel por mi rostro,

como profecía del olvido.

Han reconstruido un oikos

y abandonado el caldero pleno de misterios.

Estrategias de tejer la oscuridad en el corazón.

El púrpura sobre el mundo de los vivos tiñe a las heroínas.

Los perfumes no alcanzan a rozar sus cabelleras

ni saben que alzan los cántaros en el mundo de los reyes.

Los ríos se fugan como los dioses.

Yo, Penélope, fui leyenda en todas las lenguas del mundo.

Mi vida no empezó con Ulises.

 

 

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