Álvaro Mata Guillé leyendo en el Teatro Liceo de Salamanca (foto de José Amador Martín)
Crear en Salamanca se complace en publicar el comentario escrito por Graciela Chavarría Alfaro, Catedrática de la Escuela de Estudios Generales de la Universidad de Costa Rica, en torno a dos libros de Álvaro mata Guillé (San José, Costa Rica, 1965). Poeta, ensayista y coordinador general del Corredor cultural Poesía en tránsito (México, Costa Rica, Argentina, España, El Salvador). Director del Festival Internacional de poesía En el Lugar de los Escudos (Ciudad de México, Estado de México) y del Festival Del Norte-Poesía en tránsito, (Monterrey, México). Director del proyecto Chimalhuacán a la orilla del lago (Estado de México), que busca renovar los vínculos sociales y la sensibilización desde la literatura. Algunos de sus libros de poesía: “Debajo del viento”; “Sobre los fragmentos”; “Un país sin nombre; “Más allá de la bruma”; “Una serpiente sin alas”. De próxima aparición, el ensayo: “El individuo en la sombra”. Es invitado permanente de los Encuentros de Poetas Iberoamericanos de Salamanca.
ÁLVARO MATA GUILLÉ: LA POÉTICA DEL ESPEJISMO
No pueden asirse con certeza los objetos envueltos en la bruma. Ni nombrarse con claridad las cosas rodeadas por la niebla. Por eso en el mundo poético de sus versos las palabras no son su referente ni su significado. Nada es lo que parece sino tal vez y acaso su espejismo.
El mundo poético de Álvaro Mata Guillé realiza este acto de magia, no nombra sino que des-nombra los objetos y los diluye en formas etéreas. Desata al lector de la realidad concreta hasta evaporarla y convencernos de que no existe ninguna forma permanente, cual “intento de amarrar lo que acontece/a la diversidad muda del entorno/pero no se puede/no podemos huir de lo incierto” (p.39 Un país sin nombre)
En su poemario Un país sin nombre (México 2018), el poeta muestra distintos paisajes citadinos que en ocasiones recuerdan las letras del rock urbano, pero esos espacios citadinos van desapareciendo bajo las imágenes etéreas de la bruma, de la lluvia o del gris hasta transformarse en otros paisajes. Paisajes creados por la literatura como Comala de Juan Rulfo, en que el poeta se vuelve personaje:
“[…] dialogaba con todos y con nadie/ transformándome en Juan Preciado/en Susana San Juan,/ en fantasma/podía estar allá estando aquí/como hacemos con los sueños o con los anhelos( p.24-25).
Así el lector se cuestiona ¿qué puede ser más real? ¿Comala o la calle que transitamos? porque el poeta logra desanclar al lector de la realidad geográfica y dejarlo a la deriva, desdibujando los espacios. Bajo este acto mágico de su palabra yace una gran verdad poética: los mapas, los lugares que creemos más reales han sido también una invención de las culturas. Incluso los mapas que marcan las fronteras territoriales de nuestros países han sido creados por los vencedores de la guerra, los políticos, pero en el fondo todos provienen de la imaginación y del deseo de poder que tengan quienes los dibujan.
Álvaro Mata Guillé en la Plaza Mayor de Salamanca (Foto de Jacqueline Alencar, 2016)
Por eso, Álvaro Mata Guillé va por este viaje no como un viajero que visita lugares conocidos sino como un demiurgo que quiere volver hacia la raíz primigenia, deshacer los mapas de los conquistadores, desandar el pasado, volver a la semilla del origen, cuando no había fronteras custodiadas por soldados sino solo una tierra unida, habitada por el sol y los amigos, porque los seres humanos también “pasamos sin pasar como un reflejo/apaciguando lo incierto sin lograrlo p.27”
La poética de Mata Guillé nos invita a un juego imaginativo muy interesante como es ubicarnos en el límite entre el ensueño y lo real. Entre lo tangible y lo tangible para diluir esta frontera. Y así como los primeros pintores impresionistas, que al mezclar los colores en la paleta rompieron con el arte oficial, así su mundo poético está teñido de colores en movimiento que difuminan nuestra visión de las cosas al leer y las vuelven espejismo.
En su poemario anterior Más allá de la Bruma (México, 2017) ya se anuncia esta poética del espejismo, pues se encuentra el mismo deseo del poeta de trascender lo concreto y la materia. En los primeros poemas ese anhelo está relacionado con la magia de la infancia y la figura mágica de la madre y todos los rincones en donde el poeta encontraba otras realidades: brujas, muertos, mariposas. “Detrás de las paredes/decía mi madre señalándolas/vivían las brujas” (Más allá de la bruma, p.11). Algunos de los poemas de este libro tienen nombres concretos, Mathías, Osip, Jorge Arturo, Eunice pero todos terminan convertidos –por el don de la palabra- en siluetas anónimas que recorren un aquí y un allá que se confunden y son lo mismo. En este libro, el deseo de ir más allá de la bruma es el deseo de ir más allá de toda realidad concreta y descubrir que el tiempo y el espacio no cambian. Todo está siempre en un eterno presente que habita el poeta.
Esta magia solo puede llevarse a cabo a través de la poesía y el poeta la reconoce como una llave sagrada que abre las puertas de lo invisible. Poética del espejismo, poética original y extraordinaria de este poeta costarricense que hasta el momento solo ha publicado en el exterior (México, Argentina, Venezuela, Colombia, El Salvador, España), pero que esperamos nos visite con mayor frecuencia y nos deje más muestras de sus libros.
Foto de José Amador Martín
Gabriela Chavarría Alfaro
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