Un momento de las lecturas del XII Encunentro de Poetas Iberoamericanos en homenaje a Elicura Chihuailaf
Crear en Salamanca se complace en publicar este texto, con motivo del Premio Nacional de Literatura 2020 otorgado en Chile recientemente al poeta Elicura Chihuailaf. Sergio Macías recuerda que fue uno de los participantes en el reconocimiento y Homenaje que se le hizo en el XII Encuentro de Poetas Iberoamericanos en Salamanca, coordinado por el poeta Alfredo Pérez Alencart, y que con ese fundamento pronunció luego una disertación en Casa de América en el ciclo La Estafeta del Viento, que reproducimos ahora, en nuestra revista, con el título “Algunas palabras para Los Sueños Azules”, como un vaticinio para este merecido y prestigioso galardón. Macías es un reconocido poeta chileno, radicado desde hace varias décadas en España.
Chihuailaf, Fernández labrador y Macías, en el Ayuntamiento de Salamanca (foto de Jacqueline Alencar)
ALGUNAS PALABRAS PARA LOS SUEÑOS AZULES.
SOBRE LA POESÍA DE ELICURA CHIHUAILAF
Elicura Chihuailaf es un gran poeta nacido en Chile, en la Araucanía, territorio indómito que se opuso durante muchísimos años a la dominación de los conquistadores españoles. Lugar a donde llegó el famoso poeta y soldado español Alonso de Ercilla, que escribió la conocida y trascendental obra en octavas reales La Araucana, en la que reconoce las virtudes del adversario llamado Mapuche. Pablo Neruda en su extraordinario libro El Canto General, cuando critica la conquista dice, sin embargo, que Ercilla fue el que nos legó los diamantes del idioma. Y en esos dos bellos lenguajes escribe Elicura Chihuailaf, en castellano y en mapudungun que es el de los suyos, rescatando la oralidad de su cultura, la historia de sus antepasados.
Él es un poeta comprometido con el paisaje y el hábitat de los Mapuche. Con la epopeya de su pueblo. Su poesía laboriosa es susurrante como las vertientes de su región con su cantar de lluvias y vientos que hacen ondular las sementeras enalteciendo a los habitantes y su entorno. Sin querer su obra es una defensa ecológica de la naturaleza, y con querer una protesta a la injusticia que ha sufrido su etnia. Es también una poesía descriptiva telúrica y nostálgica: “Nuestra gente dice -está simplemente – escuchando el diálogo entre su espíritu y su corazón. Es el apego al valor de la Palabra como instrumento maravilloso que nos distingue como seres humanos, la contemplación que nos permite el aprendizaje y re-aprendizaje del idioma de la naturaleza.
Eso crea movimiento creativo permanente. Por eso en nuestra cultura, hasta hoy día, se sigue manteniendo la Palabra poética de la Conversación: un arte fundamental, el Nvtram”.
MANUSCRITO ELICURA CHIHUAILAF
Su creación surge, como afirma el mismo Elicura, de la oralidad, de la memoria de sus antepasados, del conocimiento del cosmos, de la tradición, de la conversación y de la propia realidad que vive. Es así como realiza su construcción poética. Y de aquí emana una poesía coloquial y mágica que se comunica con el lector y lo envuelve con el aroma de los alerces, peumos y hualles.
Entre sus numerosas publicaciones nos encontramos con un poema titulado Sueño Azul, en el que nos da cuenta de cómo percibe sus emociones en un recorrido cargado de una íntima historia. Su canto nos trasmite lo acontecido y lo que sucede socialmente. De esta manera es como va dando forma a la estructura o andamiaje de su poesía: “Por las noches oímos los cantos, cuentos y adivinanzas a orillas del fogón. Respirando el aroma del pan horneado por mi abuela, mi madre, o de la tía María mientras mi padre y mi abuelo, Lonko de la comunidad, observaban con atención y respeto. Hablo de la memoria de mi niñez y no de una sociedad idílica. Allí, me parece, aprendí lo que era la poesía. Las grandezas de la vida cotidiana, pero sobre todo sus detalles. El destello del fuego, de los ojos, de las manos. Sentado en las rodillas de mi abuela oí las primeras historias de los árboles. Y piedras que dialogan entre sí, con los animales y con la gente. Nada más, me decía, hay que aprender a interpretar sus signos. Y a percibir sus sonidos que suelen esconderse en el viento.”
Este fragmento nos señala el centro donde se encuentra el alimento para su espíritu. Lo podríamos llamar cantera de los recuerdos, de la que extrae la riqueza del pasado en cuanto a él mismo y la de su pueblo con sus mitos, tradiciones y leyendas. En ese entorno social y paisajístico el poeta aprendió a desentrañar los misterios de la naturaleza, a conversar con ella.
Se dice con razón que Chile es un país de poetas por su alta calidad literaria. Todo el mundo conoce a la única mujer iberoamericana que ha obtenido el Premio Nobel de Literatura, Gabriela Mistral, y al otro Nobel Pablo Neruda y, además, al fundador del Creacionismo Vicente Huidobro, y al tremendista cordillerano, volcánico y tempestuoso Pablo de Rokha, y a dos de la generación del 38, Nicanor Parra y Gonzalo Rojas.
MANUSCRITO ELICURA CHIHUAILAF
Pero existen otros que silenciosamente han contribuido con una excelente creación al tejido de la lírica chilena. Por citar algunos: Pedro Prado, Carlos Pezoa Véliz, Rosamel del Valle, Juvencio Valle, Humberto Díaz Casanueva, Jorge Teillier y otros más actuales que no nombraré, porque siempre hay alguien que queda excluido y no quiero pecar de injusto, ni de hacerme de enemigos ya que me gusta la paz.
Me permito afirmar que estamos en presencia de un poeta de ahora y para siempre, que tiene la virtud de penetrar más profundamente en la realidad de nuestra tierra como una expresión valiosa del continente. Y lo hace en doble registro, porque él escribe no solo como chileno o un latinoamericano más. Sino con identidad, puesto que da a conocer su auténtica raíz, la indígena, que corresponde al origen, formación y desarrollo de los habitantes del sur de nuestra región.
Plantea sin proclamas, ni de manera panfletaria, sino al contrario con rigurosidad poética y como si de una leyenda se tratara, la invasión y dominación del pueblo mapuche, y eso tiene un enorme valor cultural e histórico. En su poesía está la supervivencia de su raza. Él utiliza y recalca el azul, porque es el color que tipifica la fantasía, la cosmovisión, los signos religiosos, los caminos del cielo, de la memoria y del espíritu.
Nuestro modelo cultural tiene una concepción distinta a la del pueblo originario de estas tierras. Digo esto, porque para comprender esta poesía y el pensamiento mapuche tenemos que saber, por ejemplo, que para nosotros la posesión de la tierra es fundamental, es decir, ser dueños de ella y poder enajenarla. En cambio, para el mapuche la tierra es como el aire y como el agua. Se percibe a la naturaleza con un amor más grande, más noble y fuerte.
Elicura Chihuailaf Nahuelpán antes que obstetra es el primer poeta de nuestro tiempo en recuperar la oralidad. La cultura y la manera de ser auténtica del pueblo mapuche, que hasta ahora el chileno y ciudadanos de otros países desconocían. Por eso, nos sumamos entusiastamente al reconocimiento de un gran poeta y de una persona solidaria y generosa. Su poesía nos lleva a apreciar un mundo mejor, aunque nuestra sociedad siempre ha estado en crisis, me refiero no solo a la económica sino a la espiritual. La creación de Chihuailaf nos lleva a un remanso vegetal, al rumor de los esteros, al lenguaje del bosque, a los extensos y profundos silencios, a los pálpitos de la montaña, a los secretos de su cultura, a la conversación que le hace elaborar su escritura. Espíritu y Naturaleza, cosmogonía, color y fantasía.
Miranda, Chihuailaf, Alencart y Martins, en la Plaza Mayor de Salamanca (foto de Jacqueline Alencar)
Permitidme que termine con un breve poema de su autoría que me toca muy hondo, entre otras cosas por estar distante de la patria: “Lejos de mi tierra añoro / cuando en mis Sueños / me abrazan las altas cumbres / de mis montañas / No es tan ancho el mar / hermanas, hermanos / y de pie estoy sobre estas / Aguas, les digo / Envíenme, vuestro Caballo / Azul, galopando volveré / De lejos vengo, pero mi corazón / resplandece / De ustedes soy hijo, pues/ Así hablaré a nuestra Gente / Amada”
Este es el significado de Elicura: la piedra transparente; de Chihuailaf: la neblina extendida sobre el lago; de Nahuelpán: el puma que se desliza entre las selvas cordilleranas. Es el poeta que enuncia su voz como los arroyos de su tierra.
Los poetas chilenos Massone, Macías y Chiahuailaf, en Salamanca (foto de jacqueline Alencar)
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