ALEXANDER ANCHÍA VINDAS: “EL MISTERIO EN TI DESPERTÓ”. COMENTARIO DE JUAN ÁNGEL TORRES RECHY

 

Alexander Anchía en salamanca (foto de Jacqueline Alencar)

 

Crear en Salamanca se complace en publicar el comentario que el poeta mexicano Juan Ángel Torres Rechy, actualmente profesor en la Universidad  de Soochow (Suzhou, China),  escribió en torno al poemario de Alexander Anchía (San José, 1974). Docente y escritor. Comenzó publicando en revistas literarias de su país como la Revista de lenguas Modernas y el Repertorio Americano. Ha cultivado los géneros de cuento, poesía y ensayo, principalmente, y ha publicado en antologías literarias diversas y publicaciones en línea de diez países. Muestras de sus versos han sido traducidos al rumano, inglés y mandarín.  En 2013 publica su primer libro de relatos, Puentes Inconexos. En el 2014 su primer poemario Relatos Elementales y el Hombre Mundano. Ha recibido menciones en Italia, Estados Unidos, Argentina y España. Cuenta con publicaciones académicas. Es embajador de la Palabra por el Museo de la Palabra de Toledo, Secretario Nacional de Poetas del Mundo y Miembro del Círculo Universal de la Paz. En el marco del XXI Encuentro de Poetas Iberoamericanos, dedicado a celebrar los ocho siglos de la Universidad de Salamanca, presentó su poemario místico El Misterio en Ti Despertó.

 

 

El comentario apareció publicado en la revista Repertorio Americano. Segunda Época. Nº 29. Enero-Diciembre de 2019. San José de Costa Rica.

 

 

“EL MISTERIO EN TI DESPERTÓ”

(Costa Rica: Editorial Grafiká, 2018, 58 págs.)

 

Mi amistad con Alexander Anchía se remonta a más de un lustro. Las gestiones poéticas y culturales de Alfredo Pérez Alencart, poeta y profesor de la Universidad de Salamanca, hicieron que nuestros caminos se encontraran en la ciudad de la Máxima Casa de Estudios ocho veces centenaria. La afición de Anchía Vindas por la literatura clásica cristiana se puso de relie­ve de inmediato en nuestras conversaciones, y me sentí animado a conocer su obra. En el transcurso de tiempo desde aquella reunión hasta el presente no hemos perdido el contac­to, si bien en ocasiones ha habido paréntesis de silencio, que como no puede ser de otra forma, han permitido que cada uno por su propia ruta reme mar adentro en la experien­cia estética del verso a lo divino.

La Dedicatoria de El Misterio en Ti Desper­tó ofrece gratitudes a las personas implica­das en el libro, entre quienes se encuentran escritores, artistas visuales y amigos, pero también brinda una clave de lectura, rela­cionada con el depositario principal de la ofrenda poética, Dios: «[…] mi objetivo no es la gloria, ni el aplauso, eso es sólo para Dios, y él quiere que la gente le hable y que tenga encuentros íntimos con ÉL, quizá sea muy ambicioso, pero esa es la propuesta.»

 

Alfredo Pérez Alencart, Alexander Anchía y Eva Guerrero, durante la presentación Salmantina (foto de J. Alencar)

 

 

El volumen cuenta con dos secciones biográ­fico-curriculares. La primera se encuentra al inicio de la obra, con información sobre Anchía Vindas. La segunda cierra el poema­rio, con noticias de los artistas visuales. El prólogo lo firma Alfredo Pérez Alencart. Los títulos de las composiciones a veces resul­tan transparentes: «Oficio del místico», «La casa de Dios», «Nochebuena», «Misterio gozoso», «Consejos breves de San Juan de la Cruz a un aprendiz de místico», «El espíritu de Sibö», «Tagore, maestro de la esencia», etc. En otros casos, reservan el sentido de las composiciones: «Encrucijada», «¿Debo es­coger?», «La suerte no conocida de los nú­meros», «Claridad», etc. Cuatro piezas son prosa poética y 26 verso libre. Pérez Alencart esboza un panorama nítido del papel de Anchía Vindas en la poesía reli­giosa. Recupera para el lector versos de «En­crucijada» y los presenta bajo la perspectiva del tono de voz del vate de Costa Rica. «En Anchía —dice el poeta y profesor de la Uni­versidad de Salamanca— lo místico no está disfrazado con aura o sudario que inclinen al bostezo: lo suyo es palabra fresca emparrada a la bravura de Creer.» El misticismo des­taca. Constituye un dispositivo inmaterial cuyos efectos repercuten tanto en el sujeto lírico como en sus prójimos: «Su doctrina no es convencer; es permitir que se conven­zan. […] Su paga no la dicta el aplauso, o la palmadita en la espalda», dice en «Oficio del místico». En última instancia, como la Ítaca para el poeta antiguo, para Alexander Anchía el amor se erige en puerto: «Volve­mos al amor | y con el amor | deshojamos | el camino de la muerte» («Asombro sobre el Cantar»), «Noche perfumada | de virgen sensualidad, | espectáculo | para este viaje interminable» («Noche mística»).  

Ejemplares del poemario

 

 

 

Pérez Alencart esboza un panorama nítido del papel de Anchía Vindas en la poesía reli­giosa. Recupera para el lector versos de «En­crucijada» y los presenta bajo la perspectiva del tono de voz del vate de Costa Rica. «En Anchía —dice el poeta y profesor de la Uni­versidad de Salamanca— lo místico no está disfrazado con aura o sudario que inclinen al bostezo: lo suyo es palabra fresca emparrada a la bravura de Creer.» El misticismo des­taca. Constituye un dispositivo inmaterial cuyos efectos repercuten tanto en el sujeto lírico como en sus prójimos: «Su doctrina no es convencer; es permitir que se conven­zan. […] Su paga no la dicta el aplauso, o la palmadita en la espalda», dice en «Oficio del místico». En última instancia, como la Ítaca para el poeta antiguo, para Alexander Anchía el amor se erige en puerto: «Volve­mos al amor | y con el amor | deshojamos | el camino de la muerte» («Asombro sobre el Cantar»), «Noche perfumada | de virgen sensualidad, | espectáculo | para este viaje interminable» («Noche mística»).

La lectura —y creación— del mundo del autor de Puentes inconexos parte de na­rraciones diversas. En primer término, se encuentra la Biblia. El cristianismo dicta pautas de educación sentimental, encamina­da tanto a la experiencia plena de la vida de los sentidos, como a la de otra vida distinta, no visible, recogida en el seno de la divini­dad. En «Nochebuena», leemos: «¡Tu No­che!, | porque presta alas a los niños, | para que sepan de un cielo | donde el camino no acaba.» En «La casa de Dios», apreciamos cómo el recinto sagrado se ubica tanto en un plano trascendente como en uno más cerca­no a nosotros: «Cualquier espacio | donde irrumpa luz, | tras cielo o la sonrisa | de un niño. || Ni tan grande | para no recorrerla | en una vida, || ni tan pequeña | para que un co­librí | no construya altar | alrededor de ella.»

Otra imagen de Anchía Vindas

 

Por igual, el esqueleto que sostiene el entra­mado semántico del vate está hecho, si bien en menor medida, del pensamiento mítico de pueblos indígenas costarricenses. En «El espíritu de Sibö», Anchía Vindas ofrece un programa de lectura de la selva— y con ella del mundo— donde cada uno de los seres vivos constituye una manifestación directa del Dios Sibö, cuya voluntad originaria y última no era otra sino atraer a sí la mi­rada y el amor de sus criaturas racionales. «En el principio | Sibö | hizo la selva | para propagar sus leyendas. || Se dividió en | hormigas, pájaros, | cocobolos | que admi­nistrasen su | conocimiento.»

En otro orden de cosas, una galería de ocho ilustraciones conduce al lector por distintos escenarios que constituyen elementos esté­ticos tanto autónomos como complemen­tarios de la voz lírica. Los dibujos tienen firmas de amigos del poeta. Los cuadros sugieren las ideas de peregrinaje, encuen­tro con la ciudad, inocencia, fe, comunión, madurez, tristeza, etc. La portada del tomo, con fotografía de Henry Rojas, entabla un acertado diálogo con el título.

Si tuviéramos que confrontar el poemario de Anchía Vindas con publicaciones de otros poetas contemporáneos, podríamos resaltar coincidencias con el autor del prólogo, Pé­rez Alencart, en relación con el reflejo de una vivencia personal de Dios tocada por características únicas, tal como se aprecia en Cristo del alma. En su Dedicatoria, Anchía lo menciona, mediante cita de R. W. Emer­son: «Dios entra por una puerta privada en cada individuo.» Otra obra de cuya lírica asi­mismo se nutre la del autor de El Misterio en Ti Despertó es la del poeta salmantino Luis Frayle Delgado. Rasgos compartidos de la exploración de lo trascendente se ponen de manifiesto en libros como La luz que se filtra, donde escenarios cotidianos de la naturaleza sirven de reflejo de otra realidad no palpable. Así lo expresa Anchía Vindas: «Mensajero el viento | para mi pregunta abierta…»

Suzhou, China, 30 de septiembre de 2018

El poeta Juan Ángel Torres Rechy, en el Liceo de Salamanca (foto de José Amador Martín)

 

 

 

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