Alfredo Pérez Alencart en su biblioteca (foto de Jacqueline Alencar)
Crear en Salamanca se complace en publicar el comentario y poema que, en torno a la obra del poeta peruano-salmantino Alfredo Pérez Alencart y a su última antología, ha escrito al poeta y teólogo Máximo García Ruiz, también autor del poemario ‘Entre la luz y las tinieblas’ (Hebel Ediciones, Santiago de Chile, 2017). García Ruiz, es licenciado en Teología por la Universidad Bíblica Latinoamericana de Costa Rica, licenciado en Ciencias Políticas y Sociología y doctor en Teología por la Universidad Pontificia de Salamanca. Ha ejercido como pastor bautista durante cuatro lustros y como profesor de diferentes materias teológicas en la Facultad de Teología UEBE de Alcobendas, Madrid, durante cuatro décadas y como profesor invitado en otras instituciones y universidades. Ha ocupado diferentes cargos en la Unión Evangélica Bautista de España, entre otros como presidente, y ha sido secretario ejecutivo y presidente del Consejo Evangélico de Madrid. Es miembro de la Asociación de Teólogos/as Juan XXIII. Figura en el selecto Diccionario de Teólogos/as Contemporáneos, publicado por la Editorial Monte Carmelo. Ha publicado numerosos artículos de ensayo y reflexión teológica en diferentes revistas nacionales y extranjeras y es autor de 28 libros de historia y ensayo. En la actualidad, además de su actividad literaria, es profesor emérito de la Facultad de Teología UEBE.
Para después -Per il domani
ALENCART Y SU ANTOLOGÍA
‘PARA DESPUÉS/PER IL DOMANI’
Mucho se ha escrito, y no siempre de forma laudatoria, acerca del mestizaje que brinda la emigración. El producido entre España y América y entre América y España, en doble dirección, ha dado lugar a la creación de una rica cultura que ha hecho posible un venero que riega las tierras de ambos continentes de forma generosa. El que nos llega de América Latina es un viento fresco que es preciso escuchar con atención para poder profundizar en su mensaje.
Un ínclito representante de ese mestizaje cultural es el poeta Alfredo Pérez Alencart, un peruano-salmantino que aterrizó en España cuando apenas contaba 23 años y aquí ha pasado más de la mitad de su vida y ha hecho de la poesía su razón de ser, convirtiéndose en el impulsor de un creciente elenco de poetas cristianos aquende y allende los mares, que no reconoce fronteras, no admite diferencias nacionales ni se somete a corsés eclesiales.
De Alencart, siempre acompañado de su musa y compañera Jaqueline, hemos dejado escrito lo siguiente:
Pasea por Castilla un caballero
Émulo de aquél que por la Mancha
Desfacía entuertos
Y arremetía con brío
Contra todo tipo de gigantes,
Disfrazados a veces de molinos
Y otras de malandrines o estudiantes.
Su rocinante son los versos
Engendrados a lo lejos,
En el Perú invicto y venturoso
Que le acunó y envió comisionado
A la vieja España.
Y desde Salamanca,
Refugiado al cobijo
De su Amado Galileo,
Une con destreza
El verso y el derecho,
Mientras su Dulcinea amada,
Vela su sueño y le acompaña.
Alfredo y Jaqueline son dos luceros
Que desde el pórtico cultural de las Españas
Que es y que ha sido Salamanca,
Unen en un cordial abrazo
América y España.
Cabalga por Castilla, cual Quijote;
El verso y la palabra
Son la espada que blande en ristre
Contra barberos y curas descreídos;
Siempre la palabra.
Y a su paso derriba las murallas
Que levantan posaderos, duques
Y cualquier otro tipo de morralla,
Todos ellos terminan perdiendo la batalla.
Alfredo Pérez Alencart y Jaqueline Alencar, en Urbino (foto de Gianni Darconza)
El verso y la palabra. En la poesía de Alencart no sobra ni falta ninguna palabra. Y detrás de las palabras, surge la melodía, la cadencia, el ritmo. Y el mensaje; un mensaje que encierra sentimientos, emociones, reflexiones, denuncias. Ocupa ese vértice necesario entre lo divino y lo humano, que conecta, que trasciende y desciende, que hace visible la fe sin dejar de tener los pies en la tierra. Una palabra que se entrelaza con otras palabras fraternas; en el caso del libro que comentamos, Para después / Per il domani (antología hispano-italiana, Hebel-Betania, 2018), se hermanan el español y el italiano, dos lenguas nacidas de una misma madre. El inmortal León Felipe, el bardo español y mexicano, dejó escrito: “Yo no soy nadie. Yo no soy más que una voz que va por los caminos y se para en el viento, y unos ojos que contemplan el universo sin miedo”. Siempre el viento, la musa. El poeta, a semejanza de León Felipe, lo ve todo cuando se para en el camino, abre los ojos, escucha el mensaje que le trae el viento, contempla el universo que le rodea y deja brotar las palabras que vuelan con libertad traspasando fronteras para llevar un mensaje de denuncia, de esperanza, de amor…
Al hilo de esta nueva obra de Alencart, nos preguntamos qué es, qué significa y qué papel tiene hoy en día, en el mundo moderno, la poesía. Para el marqués de Santillana era “fingimiento de cosas útiles, cubiertas o veladas con muy fermosa cobertura”; para Ángel Saavedra, duque de Rivas no era otra cosa que “pensar alto, sentir hondo y hablar claro”. Para otros, la poesía es una manifestación de la belleza por medio de palabras. Pero la poesía es algo más. Es, sobre todo, una forma de expresar sentimientos, tal y como ha quedado reflejado en todas las grandes culturas de la humanidad, entre otras la hebrea, con su monumental obra poética, reflejada en la Biblia, llena de imágenes, lirismo místico y hermosas descripciones, metáforas y fantasías, que permiten trasladar mensajes preñados de trascendencia y espiritualidad que cautivan y despiertan sentimientos ocultos en sus lectores. Una conjunción entre lo eterno y lo terreno, entre lo material y lo espiritual. Eso y mucho más es la poesía.
La poesía de Alfredo Pérez Alencart se asemeja a una bandada de pájaros que vuelan libremente, sin ataduras, mantienen un ritmo, una estética, un mismo destino. En el caso que nos ocupa, la obra Para después / Per il domani, está compuesta por varios tempus a través de los cuales va desgranando su visión y su compromiso, su percepción de lo divino y su juicio sobre lo humano; desde lo más oscuro a lo más resplandeciente; percibiendo lo que hay tras la niebla o volviendo su mirada a Galilea; buscando inspiración en los ojos de la musa o aproximándose a la Reforma, a través de la cuál se siente unido al Galileo; de lo sublime a lo humano, a la sociedad: el mundo del trabajo, las injusticias y la violencia. Los pies en la tierra y el corazón en la inmensidad de los espacios que abre la fe.
A. P. Alencart con su antología, en Urbino (Foto de Jacqueline Alencar)
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