El poeta Abdul Hadi Sadoun
Crear en Salamanca tiene la satisfacción de publicar estos poemas de Abdul Hadi Sadoun (Bagdad – Irak, 1968). Escritor, hispanista y académico. Doctor en filosofía y letras por la universidad Autónoma de Madrid. Es traductor de más de 30 libros de los mejores autores españoles e hispanoamericanos al árabe. Autor de una larga lista de libros, tanto en árabe como en castellano, entre sus últimas publicaciones se destacan: Siempre Todavía (2010) Campos del extraño (2011), Memorias de un perro iraquí (2016), Todos escriben sobre el amor menos tú (2018), e Informe sobre el robo (2020). Su trabajo poético ha sido reconocido de diversas maneras: II Beca Antonio Machado (Fundación Antonio Machado, Soria, España, 2009), Huésped distinguido de ciudad de salamanca (2016), y IX Distinción Poetas de otros mundos (Fondo Poético Internacional, 2016).
Mundo Aquí (Pintura para la portada), de Miguel Elías
Estos poemas serán leídos durante el XXIII Encuentro de Poetas Iberoamericanos, organizado por la Fundación Salamanca Ciudad de Cultura y que se celebrará en Salamanca del 14 al 20 de octubre de 2020, dedicado a José María Gabriel y Galán. Habrá actos presenciales y virtuales. La lectura del poeta iraquí-español será en una sesión online y saldrán publicados en la segunda antología del encuentro, titulada “Mundo Aquí”, también coordinada por el poeta peruano-salmantino Alfredo Pérez Alencart, director de estos encuentros desde su primera edición.
HAY UN TIEMPO, CENIZA Y FUEGO
Hay un tiempo dotado de solera, que me concede la capacidad de pensar en tu partida de una forma sorprendente. Pienso en al-Buraq, obligatoriamente, en el instante del parto insólito entre la lentitud del pie sobre la tierra o el vuelo con sus alas desubicadas.
Hay un tiempo para pensar en un vacío que ralentiza el camino, para que dote a las palabras de sentido y a las voces de un murmullo que lo aguarda. Damos a los hechos nuestro interés y nuestras riñas, mientras se superan con la agilidad de un pájaro.
Hay un tiempo para el propio tiempo, ese que está a tu lado, en tu única trinchera, fortificada por tus compañeros, quienes extienden el aceite en tu candil, solo para que tus ojos se iluminen por ellos. Entre tanto superan centenares de millas, alargadas, redondas, veladas y la alejas sin aflicción, ni rotación ni espera. La aflicción nos llena sin que nos fortalezcamos con tu aceite.
Hay una ceniza que la esparces con tus vueltas. Hay un patrimonio común que portamos desde ti y transporta nuestros ojos en las frentes de los rostros, buscando un par de ríos y la negrura del sur hacia su norte para que echemos en ella tus láminas y olamos con ella tu misericordia.
Hay un fuego que se prende en los lados, que ahora y en cada “hay un comienzo” me pregunta por ti. Lo recuerdo en los cuadros, en las arcillas y en la memoria. Él admira y examina. Le digo que los principios han eternizado un fuego y han soplado por sí misma al fuego. En el fuego hay memoria, se ve la verdad sin obstáculo y no cabe detrás del después, un después.
SONRISA LIGERA
Te digo
que los caminos no son mi profesión
ya que soy por excelencia
un hombre de casa
no me gusta plagiarme
mis pies no aguantan el viaje
se tropiezan desde la eternidad
pero cada vez
me marcho más lejos
no me seduce el deseo de desaparecer
tampoco el gusto de vigilar los paisajes que pasan
gasto mi tiempo como un viajero en su habitación
contemplando la guía turística
y sonriendo sin apenas despeinarme.
Te digo
que no soy Virgilio
no soy el dueño del ligero equipaje
soy una vista cansada
y la sonrisa ligera
de una imagen en color sepia.
TE ACOSTUMBRAS A LA MUERTE
Te acostumbras a la metafísica
al malísimo hábito de morirse.
Sin más
cosa que te hace observar
la ligereza, y fugaz
naturaleza de las cosas.
La silenciosa calma
del ser errante
y nos empeñamos en olvidar
el azote creciente.
Romántica rinconera
es el único movimiento ermitaño.
En algún lugar
y te sientes el latido
del causador tiempo.
Nos disculpamos
no vaya a ser repetible.
Cada día
me acostumbro más a la muerte
ese paseante cojo y perfecto
que camina tranquilamente
sus pasos ligeros
en una plaza tan cercana
que no te da tiempo
a contemplar la escena
ni darte tregua
a presenciar la lucidez.
LA CIUDAD
Y la ciudad ahora
una línea torcida en mis manos
un callejero de desilusiones
Desde esta puerta salgo a recibir al día
y desde la misma despido los atardeceres
que se empapan en su fiesta de ámbar
Ante esta piedra
almaceno mi aliento para otra novillada
Es un día confuso y desacorde
planifica mis destinos en la cesta de la nada
Aquí mis pasos
estampan sus eternos laberintos
El atardecer gris
espera
la fruta que cosecha mi mañana.
Aquí mis nubes se merman
Sombra de tentativas crudas
Nos une el miedo no el amor querida
por eso nos abrazamos todo el rato.
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