UN LOBO ESCUCHA JAZZ: HERMANN HESSE Y SU REQUISITORIA AL SIGLO XX. ENSAYO DE GABRIEL JIMÉNEZ EMÁN

 

1 Hermann HesseHermann Hesse

 

Crear en Salamanca se complace en publicar un profundo ensayo escrito por nuestro colaborador Gabriel Jiménez Emán (Caracas, 1950), escritor venezolano destacado por su obra narrativa y poética, la cual ha sido traducida a varios idiomas y recogida en antologías latinoamericanas y europeas. Vivió cinco años en Barcelona y ha representado a Venezuela en eventos internacionales en Atenas, París, Nueva York, México, Sevilla, Salamanca, Oporto, Buenos Aires, Santo Domingo, Ginebra y Quito.
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LO QUE IMPORTA, DESPUÉS DE TODO

 

 

La importancia de los escritores no radica, como algunos creen, en el posicionamiento de los éstos en un primer plano público, mientras el de las obras se vuelve secundario con respecto a aquéllos. Para un verdadero escritor importa la obra, por cuanto ella es la que habla por él y por los asuntos que éste intenta expresar más allá de sus necesidades personales. Me atrevería a decir que cuanto más se oculte tras su obra, mejor hablará ésta por él. Incluso cuando el escritor intenta clarificar por otras vías temas o contenidos políticos, ideológicos o sociales en su obra, ese rol ya no le corresponde, pues la obra ya no es del todo suya; una vez se ha hecho pública, ésta sigue por si sola su camino en el tiempo. Sólo los lectores individuales, y luego las llamadas sociedades, les otorgarán determinados sentidos, más allá de lo que desee o no desee su autor. Cuando las obras intentan imponerse por otra vía, mediática, periodística o propagandística, tanto peor para la trascendencia de ésta, pues su verdadera asimilación se produce lentamente en la conciencia pública y en la conciencia individual de los lectores, quienes poco a poco conforman a su vez una conciencia histórica, más importante. Esto ha sido constatado en escritores que una vez fueron considerados marginales, como en los casos de Franz Kafka, Samuel Beckett, Elías Canetti César Vallejo, Witold Gombrowicz, Thomas Berndhart, Ítalo Ítalo Calvino, Augusto Monterroso, Pablo Palacio o Virgilio Piñera, sólo algunos ejemplos de quienes habían sido tenidos al margen de la llamada gran literatura, obteniendo después un reconocimiento decisivo.

Creo que esta reflexión podría aplicarse a una obra como la del escritor alemán Hermann Hesse. Él fue uno de esos escritores que surgió en la literatura alemana rompiendo esquemas de una tradición atada a los elogios oficiales; se mantuvo siempre como un modesto librero y renunció a ocupar cargos públicos, vigilante a oír sus voces interiores. Había nacido en Würtemberg en 1877 y a comienzos del siglo XX ya estaba colaborando con revistas antiimperiales, publicando sus relatos y su primera novela, Peter Camenzind (1904). Muy joven se casó en 1904 con Maria Bernoulli. Ya en 1911 está embarcándose para la India (su padre y abuelo fueron misioneros en la India), y al siguiente año abandona Alemania para irse a vivir a Suiza; luego publica sus descripciones del viaje a India y se pone al servicio de la Cruz Roja para ayudar a los prisioneros de guerra en Berna, donde se emplea como librero. Prosigue la escritura de sus novelas y publica Demian (1919) y Siddartha (1922) que obtienen rápidamente la acogida de los lectores. En 1923 Hesse adquiere la ciudadanía Suiza y prosigue entregado a su labor de librero y escritor. Sus obras comienzan a ser traducidas y conocidas en todo el mundo con tirajes enormes, a tal punto se convierte en el escritor más leído de Alemania, con notable influencia en los jóvenes; tanto, que hasta un grupo de rock de los años 60 del siglo XX tomó el nombre de su novela El lobo estepario (1927) “Der Steppenwolf”, la cual pronto se convertiría en su obra más leída. En 1930 aparece su novela Narciso y Goldmundo y al año siguiente contrae matrimonio con Ninon Dolbin. Sus narraciones cortas, cuentos y aforismos (más que sus poemas de corte romántico) tienen un poderoso influjo en el pensamiento de su tiempo, por su carga de veracidad y existencialidad, en comunión con su propia vida. Se comienzan a escribir trabajos sobre su obra en distintas partes del mundo, hasta que en 1946 es reconocido con el Premio Nobel de Literatura. Se publican tomos en distintos países que recogen sus obras, hasta que en 1962 fallece en Montagnola, Suiza. Para mí, su presencia es esencial no sólo en la literatura alemana y europea, sino para la literatura del mundo. Antes de hablar de una de sus obras, trazaremos una breve visión de la literatura de su país.

 

 

3 Hermann-Hesse y Thomas MannHermann-Hesse y Thomas Mann

 

 

 

FLASH SOBRE NARRATIVA ALEMANA

 

 

La literatura alemana no es precisamente destacada en lo que respecta a la novela; este género no es el plato fuerte de los escritores germanos, afincados más en la poesía, el cuento corto, el teatro y el ensayo filosófico. No quiero decir con ello que no se hayan escrito grandes novelas –de hecho las hay—pero comparadas éstas con las demás formas literarias, están en franca desventaja. Desde los viejos tiempos de las grandes tragedias heroicas (Los Nibelungos) o burguesas alemanas, y de las novelas barrocas influidas por la novela picaresca española en autores como Grimmel Schausen, los movimientos patrióticos y los movimientos modernos que reaccionaron contra aquellos como el Biedermaier, el Vurmatz y Junges Deutchzland, donde la poesía y el teatro tuvieron primacía, empiezan lentamente a incubarse durante el romanticismo en el siglo XVIII el Sturm und Drang –donde destacan las obras poéticas de Goethe y Schiller– mientras en el plano de la novela Las tribulaciones del joven Werther de Goethe se convierte en obra medular del romanticismo. Luego anida la posterior reacción contra el romanticismo representada ante todo por los filósofos racionalistas como Emmanuel Kant y el educador Gottsched. Empiezan a despuntar también escritores de lengua alemana nacidos en otros países como Suiza, Austria o Checoslovaquia, donde se observa el desarrollo de la prosa narrativa en escritores como Wieland, Lenz y Jean Paul; los mundos literarios comienzan a liberarse de los estatutos burgueses o racionalistas para adentrarse en una mayor libertad expresiva, tal se observa en las obras de Clement Brentano –el gran cuentista popular alemán—los relatos tradicionales de J. Von Eichendorf; la importante compilación de cuentos tradicionales infantiles de los hermanos Grimm y las historias tenebrosas e inquietantes de E.T.A. Hoffmann.

 

 

3B El poeta Rainer Maria RilkeEl poeta Rainer Maria Rilke

Por supuesto, el naturalismo y el simbolismo tendrán sus representantes. En el primero destacan los nombres de Arno Holz y Johannes Schalf, mientras en el simbolismo están Hugo Von Hoffsmanstal y Stefan George. También el poeta Rainer Maria Rilke en sus Cuadernos de Malthe Laurids Brigge realiza un ejercicio notable de la prosa confesional cuando evoca su infancia. Pero quienes tienen un decisivo aporte a la novela alemana del siglo XX son Heinrich Mann y Thomas Mann, sobre todo este último, quien en un coherente ciclo de novelas alcanza el reconocimiento mundial con obras como Juan y sus hermanos, La montaña mágica, Lotte en Weimar o La muerte en Venecia, entre muchas otras. Hace poco disfruté de una magnífica novela intimista de un hijo suyo, Klaus Mann, titulada La danza piadosa. Narradores posteriores como los austriacos Bruno Schulz (Las tiendas de color canela) y Robert Musil (Las desventuras del estudiante Torless, El hombre sin atributos), y otros como Hermann Broch (La muerte de Virgilio) o el checo Franz Kafka (El proceso, El castillo) serían decisivos para el desenvolvimiento de la narrativa del siglo XX, sin olvidar las importantes aportaciones de narradores expresionistas, –por quienes siento una especial predilección– como Alfred Doblin (Berlin Alexanderplatz), para mí el más genial de ellos; Heinrich Edward Jacob y el austríaco Joseph Roth (La rebelión). En una lista heterogénea de narradores alemanes posteriores tendrían que estar Wolfgang Koepper, Leon Feuchtwanger (El judío Suess, La duquesa fea), Siegfred Lenz, Christine Bruckner, Martin Walser, Gunther Grass (El tambor de hojalata, El rodaballo), Heinrich Boll (Confesiones de un payaso) y también los austríacos Thomas Berndhart (Construcción) y Peter Handke (Desgracia indeseada); los suizos Max Frisch, Frederick Durrenmatt (El desperfecto), Adolf Muscher y Peter Bischel; al rumano Egginard Schaltnner, el búlgaro Elías Canetti (Auto de fe, La lengua absuelta), los austríacos Veza Canetti (Las tortugas) y Christoph Ransmayr (El último mundo) y el alemán Patrick Suskind (El perfume). Todos ellos han realizado aportes a la prosa de ficción alemana desde los diversos movimientos y épocas a las cuales pertenecen, y constituyen sin duda un legado de primera magnitud para la conciencia literaria y cultural de occidente, nutrida de una poderosa mirada crítica a las instituciones, la historia y los movimientos intelectuales y anímicos de los países donde la lengua alemana ha brillado.

 

 

4 Autorretratos de Hermann HesseAutorretratos de Hermann Hesse

 

 

 

 

HESSE Y SU INCÓMODO ALTER EGO

 

 

En el caso del escritor que nos ocupa, Hermann Hesse, y una de sus obras capitales, El lobo estepario, se trata, creo yo, de un escritor atípico en el panorama de la literatura alemana del siglo XX, por representar en sí mismo una dualidad estética e histórica; luego una ambigüedad expresamente creada para su atormentado personaje (“sufrir y morir con voluptuosidad”), no sin antes describir un paseo por el infierno, o mejor, por varios tipos de infierno articulados desde un teatro callejero, tal se describe en la referida novela. La creación de Harry Haller por parte de Hesse es una de las invenciones más logradas de la novela occidental, a mi modo de ver, quien se esfuerza por realizar la puesta en escena de un personaje que se mueve entre sensaciones e impresiones fuertes, una suerte de efusión radical a través de la cual se libera de una vida superficial, de una vida occidental esterilizada por la guerra y sujeta a demasiadas normas de comportamiento. Harry Haller es un hombre sin hogar, enemigo solitario del mundo burgués, pero vive paradójicamente en casas burguesas debido a un inconfesado sentimentalismo. No vacilo en observar en esta odisea moderna la creación de un nuevo –no Prometeo, como el Frankenstein de Mary Shelley—si no un monstruo (a)moral nacido de la contradicción de una época, quien inicia un recorrido por sórdidas tabernas donde se entrega a la audición de música de jazz y de la sensualidad que ella implica. “El jazz me producía aversión, pero me era diez veces preferible a toda la música académica de hoy, llegaba con su rudo salvajismo también hondamente hasta el mundo de mis instintos”, dice, apreciando en ella también una gran sinceridad, un humor alegre e infantil, para contrastarla a una cultura europea y alemana que quizá no fue más que una suerte de fantasma, una quimera.

Entre la música, el alcohol y la oscuridad de las calles se desliza este lobo que no ha aprendido a estar satisfecho de sí mismo, (y nada tiene que ver con el personaje del hombre lobo tan divulgado por el cine) pues se trata más bien de un animal intelectual dueño de una duplicidad evidente, y ésta dualidad no se resuelve sólo en el plano de la conducta sino también en el de las ideas, al abrazar, como lo hace el propio Hesse, una esperanza en las actitudes desenfadadas, en la condición contemplativa o espiritualista a que se puede acceder para liberarse de las superficiales vanidades de occidente. Tales ideas están presentes, en mayor o menor medida, en obras como Demian, Siddartha o Peter Camenzind, tan leídas en los años 60 por una juventud que buscaba otras vías de espiritualidad en la cultura oriental y en la meditación trascendental. Nuestro escritor se reveló como conocedor de estos conceptos de filosofía orientalista, y no sólo como mero lector literario o erudito, sino para ayudar a conducir su propia vida. Es sabido que Hesse pasó por varias etapas de inadaptación al medio; a veces no lograba asimilarse a su vida cotidiana ni a su realidad circundante.

 

 

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Antes de salir del viejo barrio bohemio de la ciudad, Harry ve una noche a un caminante en la oscuridad, llevando sujeto al vientre un anuncio que dice: Velada anarquista/Teatro mágico/Entrada no para cualquiera. Después de una breve conversación, el hombre saca un folleto de una caja, se lo entrega y se marcha. Él sigue andando hasta llegar al centro de la ciudad y arriba su pequeña casa –o a su “apariencia de casa” como él mismo la describe—donde le aguardan su sillón, su estufa, sus libros y sus pinturas, saca de su abrigo aquel librito mal impreso titulado Tractat del loro estepario. No para cualquiera. Tal folleto, cuyo texto pertenece al libro que seguidamente leeremos, es precisamente la historia de Harry Haller. Ingresa así esta obra a la tradición de papeles apócrifos, de personajes inventados en un segundo plano, empleada en numerosas obras literarias. Al mismo tiempo, se observa la correspondencia de los nombres con doble H y el mismo número de sílabas entre Harry (Hermann) y Haller (Hesse) como posible juego autobiográfico del autor, desmentido justamente por la referencia apócrifa. En más de una ocasión se podrían considerar coincidencias entre Harry y Hesse, sin que sea necesario tomarlas como autobiográficas. Por ejemplo, la idea odiosa de tener que ocupar cargos públicos; el afán obsesivo de independencia personal; la separación de su mujer; la relación violenta con la muerte, sin que ello implique necesariamente la idea de suicidio (“Fijó la fecha en que cumpliría cincuenta años como el día en cual había de poder permitirse el suicidio”, escribe); su escasa capacidad de adaptación social; la aspiración a una vida ascético-espiritual, etc.

 

 

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A medida que avanza la trama de El lobo estepario nos encontramos, más que con la acción de unos personajes o sus movimientos físicos o desplazamientos, con pensamientos, argumentaciones o posiciones morales o existenciales de éstos, que implican una suerte de filosofía. Ideas obre la poesía (o sobre la práctica de esta, como se aprecia en uno de los capítulos iniciales), a la filosofía (Nietzsche, Goethe, Mitra, Krichna), la ciencia (Einstein) o a la música (Mozart, Schubert, Brahms, Haydn) lo vinculan a una especie de idealismo que busca la revelación, o las razones para el “enamoramiento” (llega al extremo de decir que para amar a una mujer no es preciso estar enamorado de ella), y en este ciclo del amor o el enamoramiento Haller pasa desde Erica –la esposa olvidada y problemática—y Armanda, la que todo parece saberlo, hasta María, la muchacha que encarna el candor y la inocencia. En tal sentido, el personaje ve cumplidas sus expectativas de redención, de liberación. La novela avanza, en efecto, en la medida en que estas expectativas se cumplen fuera o dentro de su rutina, de su cotidianidad en la pensión o en el bar El Águila Negra, lugar de muchedumbre y algarabía, humo, música de baile, donde conoce a Armanda y a María. Ambas le enseñan que la vida puede ser más espontánea, menos intelectual. La conversación de Armanda es lúcida y de un gran conocimiento de la existencia; la de María es alegre, fresca y encantadora. Ambas le entusiasman, le sacan de sus costumbres librescas. Allí mismo en El Águila Negra se le revelan nuevos modos vitales de observar a hombres como Goethe, escritor que no sólo ha ido una referencia de primer orden para los escritores alemanes sino para los escritores del mundo, en la medida en que crea un modelo de humanista equilibrado, justo y refinado que hasta alcanzó a crear una república –la de Weimar– donde las artes y las letras convivían con el hombre. Es evidente que Goethe sobrepasa al romanticismo y crea una suerte de clasicidad en la modernidad, fundando una imagen tutelar no sólo para la literatura, sino con el fin de fundar una nueva dignidad humana para los haceres intelectuales de occidente, y de oriente también, por qué no, pues a Goethe nada le era extraño. En el fondo todos los escritores alemanes le deben algo, incluyendo aquellos que lo niegan.

 

 

IMÁGENES TUTELARES DE GOETHE Y MOZART

 

 

El encuentro con Goethe en El lobo estepario tiene lugar en un sueño. Primero hay un encontronazo. Luego lo ve con una condecoración en el pecho, le rechaza y le espeta: “–Usted, señor Goethe, como todos los grandes espíritus, ha conocido y sentido perfectamente el problema, la desconfianza de la vida humana: la grandiosidad del momento y su miserable marchitarse, la imposibilidad de responder a una elevada sublimación del sentimiento de otro modo que con la cárcel de lo cotidiano, la aspiración ardiente hacia el reino del espíritu que está en eterna lucha a muerte con el amor ardiente y también santo a la perdida inocencia de la naturaleza, todo este terrible flotar en el vacío y en la incertidumbre, este estar condenado a lo efímero, a lo incompleto, a lo eternamente en ensayo y en diletantesco, en suma, a la falta de horizontes y de comprensión, y la desesperación agobiante de la naturaleza humana.”

Le rinde pues un homenaje al autor del Fausto, como se lo han rendido tantos escritores como Schiller, Heine o Mann en diferentes épocas y países . Contrastándolo con Goethe, surge después el personaje de Mozart, músico que murió joven y en la pobreza pero disfrutó de una vida libre y de una inteligencia sublime, quien llegó a crear una música tocada por el genio, reconocida por todas las generaciones como uno de los monumentos culturales de la humanidad.

 

 

6 GoetheGoethe

Al reclamarle Harry en su sueño a Goethe su insinceridad y anteponiéndole la de Mozart, Goethe le contesta: “El haber llegado a los ochenta y dos años puede que sea, desde luego, imperdonable. Pero el placer que yo en ello tuve, fue sin duda menor que lo que usted puede imaginarse. Tiene usted razón: me consumió siempre un gran deseo de perdurabilidad, siempre temí y combatí a la muerte. Creo que la lucha contra la muerte, el afán absoluto y terco de querer vivir es el estímulo por el cual han actuado y han vivido todos los hombres sobresalientes. Que al final hay, sin embargo que morir, esto, en cambio, mi joven amigo, lo he demostrado a los ochenta y dos años de modo tan concluyente como si hubiera muerto siendo niño.”

El largo relato del sueño con Goethe resulta así uno de los pasajes más encantadores del libro, aunque cualquiera puede poner en duda una descripción onírica tan clara, extensa y pormenorizada de éste, que la vuelve casi inverosímil. Se entiende que se trata de un subterfugio para rendir homenaje al gran poeta.

Luego viene la revelación de la maravillosa espontaneidad de la joven María en El Águila Negra, en páginas donde podemos hallar una de las exposiciones más extraordinarias en lo que respecta al proceso del amor hacia una mujer, a través del convencimiento intelectual, de los alegatos de orden poético usados para describir tal proceso, por ejemplo, cuando nos dice: “Esta alegre criatura, con su buen apetito, con su buen gusto retozón, ¿era al propio tiempo una soñadora y una histérica que se deseaba la muerte, o una despierta calculadora que, conscientemente y con toda frialdad quería enamorarme y hacerme su esclavo? Esto no podía ser. No; se entregaba sencillamente al momento de tal suerte, que estaba abierta por entero, lo mismo que a toda ocurrencia placentera, también a todo y fugitivo y negro horror de lejanas profundidades del alma, y lo disfrutaba hasta el fin.”

También se encuentran aquí los señalamientos al carácter “bestial” del amor y de la naturaleza humana relacionada a la naturaleza animal, que bien puede tenerse como una de las mejores clarificaciones en cuanto a este asunto. Recordemos que sobre esto en particular se han escrito páginas memorables debidas a las plumas de H.G. Wells (La isla del doctor Moreau), Robert Louis Stevenson (El extraño caso del doctor Jekyll y mister Hyde), Bram Stoker (Drácula) e incluso Virginia Woolf (Orlando) realizan descripciones magistrales de este fenómeno de la convivencia extrema de lo animal y lo humano en un solo ser.

 

 

7 Jazz, de Leon Zernitsky Jazz, de Leon Zernitsky

 

 

 

EL LOBO ESCUCHA JAZZ Y BAILA FOX-TROT

 

 

Continúa Harry Haller bailando fox-trot y oyendo jazz en El Águila Negra. Recordemos que estamos a fines de los años veinte del siglo pasado, cuando la popularidad del jazz comenzaba, y las cadencias de la música afroamericana se hacían sentir en Norteamérica y Europa como un fenómeno del resurgimiento de la expresividad del pueblo negro del sur de los Estados Unidos que, partiendo del góspel, el blues y el spiritual creó una poderosa expresión musical de resistencia, melancolía y estremecimiento interior que pronto se ramificó en décadas posteriores hacia la sensibilidad de occidente teniendo en cuenta sus raíces africanas, mezcladas a diversos instrumentos modernos como el piano, el saxofón o la trompeta, combinadas a la improvisación vocal e instrumental, produjeron nuevas modalidades como el ragtime, el cool, el bebop, el soul, el free o el latin jazz, decisivas para comprender la sensibilidad moderna, a tal punto de que tal expresión de raíz popular era apreciada a veces como una música de elites intelectuales, debido a su alto rango de elaboración artística . Recordemos que la época en que Hesse escribe su novela es a las puertas de las Segunda Guerra Mundial, en presencia de los dictadores Hitler, Mussolini o Stalin; el nazismo hace de las suyas oprimiendo las libertades individuales, lo cual permite que Hesse escriba: “Es sabido que nadie escribe tan mal como los defensores de ideologías que envejecen, que nadie ejerce su oficio con menos pulcritud y cuidado.” Por ello ni Hesse ni Haller creen en responsabilidades políticas, sino en una reflexión acerca de sí, y de ser esto posible, quizá se podría evitar la guerra. Nos dice que el káiser, los generales, los grandes industriales, los políticos, ninguno tiene capacidad de echarse en cara lo más mínimo, nadie experimenta ninguna clase de culpa ni de responsabilidad. Realiza una crítica demoledora de todos ellos, de periodistas, publicistas, belicistas y todos aquellos que construyen los negocios de la guerra. Es por ello que ni Harry Haller ni Hermann Hesse creen en la “patria”; para ellos sólo hay escenarios para la próxima carnicería. “No sirve para nada pensar, ni decir, ni escribir, nada humano…”

Sus conversaciones con Armanda, mujer que ejerce una sabiduría real, lo confrontan de continuo. Y son sumamente importantes para la comprensión filosófica de la obra, en cuanto devela la falsedad de las ideologías. Por ello este libro tiene vigencia moral en la época actual, pues las ideologías no han variado sustantivamente en el momento de justificar las guerras. En el momento actual, de comienzos del tercer lustro del siglo XXI la situación mundial es grave, amenazada por guerras asimétricas y terrorismos intermitentes (violencia irregular que cobra víctimas inocentes) que emplean redes de espionaje mediático de alta tecnología para perpetrar sus perversos objetivos, con la anuencia de poderosas instituciones financieras.

Sigue la parte de experiencia existencial y sensorial del lobo estepario con más jazz, más baile, sexo, más retos vitales. Junto al grupo de músicos ejecutantes se encuentra el saxofonista Pablo, personaje que va a imprimir un nuevo toque de suspense a la novela, debido a su compleja personalidad. Al principio se muestra superficial; lentamente va adquiriendo espesor en la historia, pues funciona como punto de equilibrio entre Harry y Armanda, la mujer de inteligencia brillante. También de la mano de la propia Armanda Harry conoce a María, la joven muchacha que viene a traer un aire de frescura a la vida de Harry. “Tú tienes una gran necesidad de dormir una noche con una muchacha bonita, lobo estepario”, le recomienda Armanda a Harry. Con María se describe un hermoso momento de relación sexual, (muy atrevido para la época, pienso yo), lo cual conlleva un lúcido examen social de los oficios amatorios en sus relaciones económicas o sociales, muy superior a cualquier “análisis” sociológico. Se inicia entonces una nueva etapa de “bailes americanos” en la vida de Harry, que agreden a la cultura burguesa gracias a esa música de jazz que continúa saliendo de los gramófonos –no sólo en los bares sino también en las habitaciones de pensión– lo cual no significa que aquí todo sea divertido, sino más bien encubra todo un proceso doloroso y hasta insoportable, a lo cual Harry llamaba “destrucción de su propia personalidad”. De conocedor de Goethe y Mozart, de ermitaño melancólico encerrado en sus libros, de pequeño burgués dado a jugueteos espirituales, de enemigo del poder y de la explotación, se halla ahora disfrazado de idealista y anacoreta, iniciando su relación de amistad con Pablo el saxofonista, y sexual con la candorosa María, lo cual va modificando de nuevo su visión de la realidad. Dialoga con Pablo sobre música; a Pablo no le gusta hablar ni hacer juicios intelectuales acerca de nada. Beben, fuman, ingieren cocaína, hacen bromas y chistes: la mundanidad entra en conflicto con la espiritualidad y reaparece el mundo alemán, la cultura alemana, exigiendo respuestas.

 

 

8 Acuarela de Hermann Hesse Acuarela de Hermann Hesse

Hesse se muestra abierto en este libro a experimentaciones formales que le permiten indagar en la naturaleza existencial, y en las distintas formas del amor, realizando observaciones acerca del modo de conocer las mujeres y la realidad; en fin, logra un ascenso anímico notable, busca un nuevo vitalismo frente a la represión del poder y el autoritarismo, para alcanzar una nueva voluptuosidad que yo, al menos, no he apreciado en ningún otro escritor alemán. Llega a escribir un monólogo para Armanda que me parece memorable; las críticas al mundo moderno son extraordinariamente sarcásticas y se dirigen a la religión, la santidad, la eternidad. Va depurando el lenguaje en la medida en que las situaciones de conflicto o de libertad así se lo indican, va adquiriendo un fluir lírico muy hermoso y una frescura especial, una fiesta del lenguaje que me parece un rotundo logro, cuando al final vemos que Armanda se va transformando en Armando, entre juegos de máscaras y de seducción; Pablo el saxofonista va revelando sus nuevas caras de sabiduría y maestría estética; el baile se convierte en orgía donde se pierde la noción del tiempo. Pablo cambia de personalidad y poco a poco la vida de Harry va asistiendo a una iniciación, va liberándose mediante la fantasía, la risa y la efusión, todos opuestos a los ensalzamientos del maquinismo, al crimen fácil, el asesinato por diversión, hasta llegar a formas de guerra institucional y de locura, de esquizofrenia y pánico. Todos estos elementos se hallan mezclados, no se presentan a través de capítulos convencionales, con lo cual también se produce una renovación en la estructura de la obra.

 

 

SUBLIME NUBE DE LA MÚSICA

 

Hacia al final se asiste a una puesta en escena vertiginosa, al teatro donde la infancia, las mujeres todas y los recuerdos acuden al remolino existencial, buscando sentidos a la vida del lobo estepario. Aparecen Mozart, Schubert, Chopin, Beethoven, Brahms, Wagner, todos ellos hablando, personificados, en una alegoría de la salvación por la música. En medio de todo esto, Armanda muere y las cosas van confluyendo a un centro. Mozart se vuelve una especie de ángel guardián y reprendedor, un ser tutelar que le cuida y va guiando sus pasos, junto a Pablo el saxofonista: la gran música sirve de catarsis y de lecho final a Harry, junto al mundanismo del jazz.

 

 

9 MozartMozart

He disfrutado mucho con la segunda lectura de esta novela, le ha abierto una nueva puerta sensible a mi percepción y a mi conocimiento estético y espiritual, sobre todo porque ha reafirmado mi marcada tendencia a escuchar la música de jazz –tanto del considerado ya clásico como de las expresiones actuales—en cuanto instrumento de superación humana, de problemas del hombre y la mujer que atañen al ser. Creo que Hesse ha logrado en esta obra fundir una inmensa requisitoria al siglo XX en medio de sus autoritarismos y guerras absurdas, de culturas burguesas que pretenden imponerse, de hipocresías religiosas y formas de poder político ya agotadas. A través de las paradojas experimentadas por este personaje, el lobo estepario, atisbamos un mundo en plena decadencia, es verdad, pero también a una experiencia plena donde la música, la alegría de vivir, la poesía y la libertad individual brillan con gran vigor, y pueden darnos claves para conducir la vida a una plenitud mayor.

 

10 Acuarela de Hermann HesseAcuarela de Hermann Hesse

 

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2 comentarios
  • enrique viloria vera
    enero 31, 2016

    Estupendo ensayo, soy apasionado de H. H. desde mi adolescencia, el lobo y Demián me acompañaron, el Juego de abalorios es un campeonato mundial. no conocía su obra plástica, gracias a todos, desde CCS, EVV

  • GABRIEL JIMENEZ EMAN
    mayo 8, 2016

    un saludo cordial para el poeta y escritor venezolano enrique viloria vera

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