Crear en Salamanca tiene el privilegio de publicar los poemas inéditos de cuatro poetas de calidad reconocida, dedicados a León Felipe y a Juan Ruiz Peña. Dichos textos fueron solicitados por el poeta Alfredo Pérez Alencart, coordinador del XVIII Encuentro de Poetas Iberoamericanos, a celebrarse del 6 al 9 de octubre en Salamanca, bajo el amparo de la Fundación Salamanca Ciudad de Cultura y Saberes.
Jesús Hilario Tundidor (Zamora, 1935). Destacable poeta que, ya en 1962, obtuvo el premio Adonais, por Junto a mi silencio. Otros libros suyos son Tetraedro (1978), Libro de amor para Salónica (1981), Repaso de un tiempo inmóvil (1982), Lectura de la noche (1993), Tejedora del azar (Poemas exentos) (1995), Las llaves del reino (2000), Fue (2008) y Un único día. Poesía 1960-2008. Esta última publicación quiere ser, en palabras del autor, su obra definitiva. Las 920 páginas de los dos volúmenes que componen esta edición, recogen la selección y la reescritura de toda la obra de Tundidor como él quiere que sea leída. Cada uno de los dos volúmenes en los que está dividida la edición se corresponden con las dos etapas creativas de su autor a lo largo de su vida. Premio Castilla y León de las Letras.
TOCÓ TABARA EL DÍA
VERDE tierra sembrado, verde
inacabable azul sediento,
áspero añil. Nunca estaba la mar: ¿era la mar
Castilla? Qué inútil todo
aquel paisaje de silencio.
Así como tristeza
la poderosa noche en vuelo,
pronto águila sin más desde otra altura,
crecía con el parco pico presto
oteando los años de la sangre.
(Un río pasa por la historia ciego).
Tú, perdido entre el cardo y la linaza,
romero en la canción,
la blasfemia y el sueño…
¿Fue verdad
la verdad? El duro lienzo
de la nostalgia alguien cose y descose
porque remiendos
al cabo es nuestra vida. Luce
su sombra, su serrín, su humo,
su tejido y su bosque, pero
¿no son, en vano, antruejo?
(Humanamente río el río fluye
en la hornacina del silencio,
soledad es el hombre
en la edificación del pensamiento).
Mendigo tú sobre tu propia muerte,
verso de más verso
de menos, ¿representa carnaza
u oro? ¿Por qué siempre tan lejos,
ay, tan lejos? Águila al fin lo oscuro
picoteó lo verdadero:
patria común
del desencanto, muerte común: el cielo inmenso.
Abril fecunda barcos y cerezas,
¿fue verdad la verdad? Enhiesto
tolvanea sobre el cantil de España el oleaje.
Felipe
Camino, aún Dios está de luto dentro
de Dios, pasa el tiempo y permanece el tiempo.
Verde tierra sembrado, inacabable
azul, ¿era Castilla, maldita con sus cienos,
pobre tierra de pájaros sombríos
con cadenas y agüeros?
Perdóname de pronto esta amargura,
León Felipe, en mi destierro,
pero este once de abril te doy la mano
para que juntos meditemos
la realidad, donde tú y yo nunca estaremos.
(Fecha clave: 11 de abril de 1984)
MEMORIA PARA EL POETA JUAN RUIZ PEÑA
CON VERDAD, CON EMOCIÓN, CON GANAS
(Prosa)
EN EL AÑO 1963, en el Diario de Burgos, por primera vez leía un artículo sobre mi poesía escrito fuera del espacio geográfico de mi ciudad. Había recibido el Premio Adonais por mi libro Junto a mi silencio. Era muy joven y el premio Adonais entonces tenía el gran prestigio de ser hecho capital en la cultura española, no sólo por la publicación del libro sino por las importantes personalidades que formaban su jurado. Indudablemente mi emoción no tuvo límites; pero si aquello supuso creer un poquito en lo que yo estaba haciendo, en soledad, como ha sido casi siempre mi aventura creadora, fue en alto extremo de cariño hacia alguien y en lugar preferente de mi reconocimiento a un profesor de Burgos que me enviaba un artículo sobre mi libro, nada menos que el Profesor de Literatura D. Juan Ruiz Peña, poeta muy conocido en aquellos tiempos por nosotros… Y admirado.
Desde aquel artículo me unió una gran amistad con el Maestro que luego, en Salamanca, fortalecimos con un conocimiento personal y literario más hondo y fuerte.
No estoy hablando en ningún modo de egoísmos personales, sino que quisiera dar a entender la limpieza y generosidad del caballero andaluz y castellano que era mi amigo Juan Ruiz Peña. Y de su poesía silenciada por aquellas razones que hacen de la envidia el odio, y de la diferencia ideológica o social una sombra ingentil que borra y borra nombres y vidas sin tener otra justificación, muchas veces, más que la pervivencia de su mediocridad.
Puede ser que no fuera D. Juan un genio ¿Quién lo es? pero era persona honesta, culta, inspirada y limpia que creó una poesía de intimidades emocional y comunicativamente verdadera. Gracias, muchas gracias, Juan Ruiz.
António Salvado nació en Castelo Branco (1936). Es uno de los más notables poetas lusitanos. Ha sido distin¬guido por la Universidad de Salamanca y por la Cátedra de Poética “Fray Luis de León” de la Universidad Pontificia de Salamanca. También ha recibido la Medalla al Mérito Cultural por el Ministerio de Cultura de Portugal y el Premio “Chinaglia” de la Unión Brasileña de Escritores. Su obra lírica acopia cuarenta y cinco títulos, entre los que están A Flor e a Noite, Na Margem das Horas, Cicatriz, Difícil Passagem, Tropos, Amada Vida, Vtere Félix, O Prodigio, Castalia, O Gosto de Escrever, Rosas de Pesto, A Plana Luz do Dia, Largas Vias, Pausas do Aedo, Rochas o Entre Pedros, o Verde. El año 2000 el Centro de Estudios Ibéricos y Americanos de Salamanca publicó, en castellano, su antología Los dominios de la mirada. La editorial Aríon, de Lisboa, editó en 2005 la antología Na eirá da Beira, para conmemorar su Cincuentenario de Vida Literaria. En 2010, el XIII Encuentro de Poetas Iberoamericanos le tributó un homenaje y se publicó una amplia antología de su obra en un volumen titulado La hora sagrada(Poesía 1955-2010).
ENTRE ANTICANTO Y LLANTO
para Léon Felipe
Viniste para beber las lágrimas del mundo
y no para estar cantando patrias pasajeras –
como un peregrino, sin cayado ni visera
peregrinaste por plagas y brumas.
Despojado de todo lo que era transitorio,
sólo la poesía como sueño y luz
te marcó ritmo y sed de victoria
y sed de la belleza que, perenne, dura.
Cual D. Quijote, al más allá tentaste
soñando que estabas hecho de aventuras
y navegando audaz y siempre sin parada,
de corazón en corazón amaste
lo que lejos brillaba en la noche oscura.
Si campos de exterminio afloran en tus versos
como piedra lanzada al toque de violines,
es porque también tú eres deseada piedra,
blanda de sal, que a los otros ofrece camino.
Sin casa, sin reposo, sin comodidades,
tienes que mirar la flor atada en el mástil –
y si un día sabes que estás muerto –
si tal sucediera – de cierto que resucitarás.
(Traducción de A. P. Alencart)
A LA MEMORIA DE JUAN RUIZ PEÑA
Trabajador de sueños, de suavidades
del crepúsculo, de caricias de la infancia,
tus versos respiran una angustia;
más que del dolor son sueños de la distancia.
De algo jamás vislumbrado y conseguido
es ese solitario caminar –
pero también un soplo leve que te enlaza
y entrega a la grandeza de estar vivo.
Y si noches de insomnio y de hielo,
de soledad, de penas y miserias
perturban el amor y su encanto,
como un aroma surge la primavera
y todas las estaciones no sólo convergen en ella
sino también en tus versos – almas de belleza.
Traducción de A. P. Alencart
José María Muñoz Quirós (Ávila, 1957). Es licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Salamanca, catedrático de Lengua y Literatura de Enseñanza Secundaria y tutor de Literatura y Crítica Literaria del Centro Asociado de la UNED de Avila. Poeta y crítico literario. Autor de veinte libros de poesía, y de la antología Quince años no es nada. Entre esta producción destacan libros que han obtenido diversos premios nacionales e internacionales: Jorge Manrique, Tiflos, Ateneo de Salamanca, Gredos, Accésit de Adonais, San Lesmes Abad, Fray Luis de León, Gil de Biedma y San Juan de la Cruz entre otros. Es presidente de la Academia de Juglares de Fontiveros. Miembro de Número de la Academia de Poesía de Castilla y León. Coordinador de Literatura de la Institución Gran Duque de Alba. Ha publicado entre otros: En una edad de voces, El sueño del guerrero, La estancia, Ritual de los espejos, Ávila desde la noche, Celada de Piedra, Material reservado o Cuaderno de invierno.
LEÓN FELIPE
I
Hay hombres que levantan la mirada
a los cielos y rezan. Después callan.
Hombres como trincheras de rocío,
como panes que sacian, como gotas
que al derramarse limpian la inocencia.
Hay hombres encerrados en palabras
que repiten sin miedo, que retornan
hasta el origen de un lenguaje oculto
donde Dios se estremece. Quedan hombres
atados a la muerte, sometidos
al dolor de estar lejos, a la ausencia
de todo. Y cuando están ensimismados
escriben en la luz palabras mudas,
besan el universo con sus lágrimas.
II
Un racimo de nieve, una pisada
de luz sobre la tarde, y nace luego
un sinfín de vacío, sólo el fuego
que es llama de dolor, llama apagada.
La mirada de un hombre frente a nada,
un ser herido sin ningún apego
a las cosas que amaba como un juego
en la ausencia lejana y desolada.
Dolerse en la derrota como suele
sentirse el hombre cuando no se engaña.
Volver donde se esconde todo olvido
en el centro del alma donde duele
la ausencia de vivir lejos de España
con la memoria de lo ya perdido
JUAN RUIZ PEÑA
Ese andaluz absorto y desvalido
en tierras de Castilla. Esa mirada
que preguntaba siempre tan callada
mente como si hubiera renacido
de un sueño y derramase lo intuido
en su voz ceceante. Esa cansada
manera de seguir la ruta en cada
intenso instante de lo ya vivido.
Ese andaluz que habita en lo lejano
de la memoria, y vuelve cuando todo
parece que se nombra y que se quema
en palabras y en sueños jerezanos,
en tardes que retornan y en el modo
que nace en cada verso de un poema.
Carlos Aganzo (Madrid, 1963) es autor de los poemarios: … Ese lado violeta de las cosas (1998), Manantiales (2002), Como si yo existiera (2004) y La hora de los juncos (2006); Caídos Ángeles (2008), Las voces encendidas (2010), Las flautas de los bárbaros (2012), Técnica mixta (2012) y En la región de Nod (2014). Entre otros, ha obtenido los premios Jorge Guillén, Jaime Gil de Biedma, Universidad de León de Poesía y Ciudad de Salamanca de Poesía. En septiembre de 2012 le fue concedido el Premio Nacional de las Letras Teresa de Ávila. Es director de El Norte de Castilla. Asesor editorial de la revista El Cobaya, es miembro fundador del Premio de la Crítica de Castilla y León y del Pen Club España, y coordinador literario de los Premios Internacionales de Poesía San Juan de la Cruz y José Zorrilla.
CUANDO EL PAYASO DE LAS BOFETADAS…
“… Yo no sé si es ésta la hora de que hablen los dioses … pero el momento actual de la Historia es tan dramático, el sarcasmo tan grande, la broma tan sangrienta … y el hombre tan vil … que el Poeta prometeico … el payaso de las bofetadas … se yergue …rompe sus andrajos grotescos de farándula, se escapa de la pista, se mete por la puerta falsa de la gran asamblea donde los raposos y los mercaderes del Mundo dirigen los destinos del Hombre …y pide la palabra.”
León Felipe
Cuando el payaso de las bofetadas
se escapa de la pista
y corre hasta el senado
y burla a secretarios y a bedeles
y toma la palabra
en la tribuna de los grandes próceres
se oye la voz del pueblo.
Es una voz ridícula,
humillada, cansada, perseguida,
febril, contradictoria,
deslenguada, grotesca, altisonante,
desmedida e impropia
como la voz de un loco
en el campo ventoso de Montiel.
No es la voz de los dioses,
sino la voz del pueblo.
Tiene todos los vicios de Nerón.
Y ninguna virtud
de Cicerón, de Séneca o Lucrecio.
No valora el pasado ni el futuro
y nos hace reír
de tan extemporánea, no entendemos
por qué nadie se acerca
al estrado y resuelve
la irrupción con otra bofetada.
¡Reiríamos todos bien a gusto!
Los padres de la patria se disgustan
con los toscos modales del payaso.
No les falta razón:
su voz hace ya tiempo
que ha perdido el sentido del discurso.
Pero es la voz del pueblo. Pon oído
y prepara tu espada o tu maleta.
NO SABRÍA DECIRTE SI SON MIS PASOS…
“Huellas de pies anónimos
como firmas de polvo escritas en la acera”
(Juan Ruiz Peña)
No sabría decir si son mis pasos
los que borran el rastro
de tantos pies pretéritos
que pisaron las calles
delante de los míos,
o si son esas huellas,
como firmas de polvo
signadas por la vida,
las que niegan mi paso y mi destino
cada vez que me interno,
salvajemente solo,
en el jardín añil de las Hespérides.
Granadas de San Juan,
las uvas de la ira,
la higuera de Miguel
Hernández asomando tras la tapia
en el corto camino de regreso.
Y la casa encendida,
sí, la de Luis Rosales,
desde la esquina oscura del jardín:
la vida de los otros
que viven en mí mismo y no me dejan
terminar de encontrarme en las palabras.
¡Qué música más dulce y más antigua!
Cuántos pasos sin eco
perdidos en la niebla como náufragos.
Deja un comentario
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.