Crear en Salamanca recupera un artículo escrito en 1998 por Alfonso Ortega Carmona, uno de los principales valedores de la persona y obra del cubano Gastón Baquero. Apareció publicado en el diario ABC, del cual sólo extraemos algunos fragmentos, valiosos a la hora de celebrar de nuevo al grande poeta del idioma castellano. La cita fue en el Palacio Real y en el piso de Baquero, el martes 1 de junio de 1993.
Alfonso Ortega, Baquero y Aurora Calviño, entrando al Palacio Real (Foto de A. P. Alencart, junio de 1993)
(…)
La última vez que, cogidos a su brazo, acompañamos públicamente a Gastón Baquero, fue en su lento caminar hacia un es-trado del Palacio de Oriente en Madrid. Era una hermosa tarde en el acto literario de «Poesía en Palacio». Con Baquero tomaron asiento Octavio Paz, Jaime Siles y Luis Alberto de Cuenca. Una lectura inolvidable. Pero la Poesía estuvo en el mulato.
Con Alfredo Pérez Alencart lo llevamos de nuevo a su residencia madrileña, calle Anto¬nio Acuña, 5, exactamente frente al edificio donde habitó Vallejo. Baquero nos invitó a la cena acostumbrada. Apoyada su noble y alta figura en el bastón inseparable, cruzamos la calle de Alcalá. En el restaurante se saludaba al poeta con exquisito respeto y cordialidad sincera. Un súbito efluvio de sangre nasal le hizo trabajosa la cena. Y lentamente lo acom¬pañamos a casa. Morada humilde, laberinto de libros, bien conocido de este impresionante Teseo, cuya mano llegaba certera para mos¬trarnos el libro deseado. Y allí le dejamos en el viejo y fuerte sillón, en su soledad conmovedora, mientras una intensa tristeza nos abrumaba camino de Salamanca, ya de madrugada.
José Hierro, Baquero y Alfonso Ortega Carmona, en el Palacio Real Madrid (foto de A. P. Alencart)
En el Palacio de Oriente culminó nuestra admiración por Baquero. No era justo que una de las mejores plumas líricas de nuestra literatura continuara menospreciada. Ni era digno que un hombre con tanta nobleza de alma se extinguiera en la oscuridad y penuria, alejado del reconocimiento merecido, sin los justificados premios literarios que, mezquinamente, se le negaron. Don Alfonso Escámez, presidente de la Fundación Central His¬pano, a quien dimos noticia de aquel hombre bueno y altísimo poeta, ordenó la publicación de su «Obra Poética Completa» y de una selección de sus ensayos literarios, en cuanto fue accesible a nuestro conocimiento.
Y con esta obra de Gastón Baquero, -cuyas pruebas y galeradas corrigió el mismo poeta, que así fue su trabajo y gusto-, el marqués de Águilas abrió la colección «Obra Fundamental», de la Fundación Central Hispano, valorada por el mejor crítico de poesía castellana, don Víctor García de la Concha, secretario de la Real Academia (ABC. 23-6-95).
Gastón Baquero, entrevistado por TVE (Palacio Real, 1993, foto de A. P. Alencart)
Fruto del Primer Homenaje Internacional es la publicación de las ponencias en el libro «Celebración de la Existencia» (Cátedra de Poética Fray Luis de León, Salamanca, 1994) gracias al entonces consejero de Cultura de Castilla y León, don Emilio Zapatero. Es el único libro serio de análisis sobre su obra.
La Fundación Central Hispano y los amigos de Baquero en Salamanca dieron la mano a una existencia dolorida. Ahora Baquero estará contando, como siempre recuerda Claudio Rodríguez, las lumbres siderales.
Pero la Poesía estuvo en el mulato
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Baquero mucho agradeció en vida el generoso empeño de Ortega. Así lo reconoce, por ejemplo, en el reportaje firmado por Manuel Llorente para el diario El Mundo (22/6/1995), hospitalizado y triste por no poder asistir a la presentación de su Poesía Completa y del volumen de ensayos literarios que editara la Fundación Central Hispano: “Todo empezó con Alfonso Ortega, que es el director de la Cátedra de Poética Fray Luis de León de la Universidad Pontificia de Salamanca, explica el proyecto de recopilación de su obra. ‘Es una bella edición’, comenta. Y le pide a uno de sus amigos que saque los dos ejemplares de una bolsa como para comprobar que no se han perdido. ‘Ponga -dice señalando al bloc- que agradezco al señor Escámez, a la Fundación y a la Cátedra Fray Luis de León, a Alfonso Ortega, la edición de los libros’. Y lo dice con una gratitud infinita, como si no se lo mereciera”.
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