Crear en Salamanca se complace en publicar este comentario escrito por Harold Alva, destacado poeta, editor y gestor cultural peruano Harold Alva, en torno al libro “Tus ojos sostienen el vuelo del pájaro”(Dipulacion de Salamanca, 2022), de la Mónica Velasco (Salamanca, 1979), poeta y profesora de Lengua Castellana y Literatura, ha publicado poesía, artículos y reseñas en distintas revistas académicas y literarias (New York Poetry Review, Verbeia, Repertorio Americano, Gafe, Njoy Magazine, Álamo, Papeles del Martes, Acalanda Magazine…) antologías y libros conjuntos. Ha participado en recitales y congresos poéticos como HAY Festival Segovia, Festival Internacional de Poesía En El Lugar de los Escudos, Congreso Internacional de Literatura Fray Luis de León Abipso ferro o distintas convocatorias de los anuales Encuentros de Poetas Iberoamericanos, impartido conferencias y talleres literarios en bibliotecas públicas, centros de estudio y referencia como el Centro Internacional Teresiano Sanjuanista CITeS o centros de Educación Secundaria y Bachillerato y coordinado encuentros literarios con escritores dentro de las actividades de Fomento de la Lectura del Ministerio. Reseñas a su obra aparecen en ABC Artes y Letras, Culturamas, El Norte de Castilla, Café Montaigne o La voz del Sur. Entre otras obras, ha publicado los poemarios TRAZOS. En torno a Anglada Camarasa, conjunto con el poeta Antonio Colinas (2018), Llumantia ilíquida (Ed. Amarante, 2019), que ha sido traducida al inglés (trad. Collin Reyman) en la edición bilingüe LLumantia ilíquida- The Wavering Blaze (2022), numerada y con ilustraciones de la pintora Carmen Borrego, el poemario Tus ojos sostienen el vuelo del pájaro. Edit. Diputación de Salamanca. 2022. En 2024 publica el poemario A ti, que eres el Amor para el acto Poeta ante la Cruz. La Fonoteca Española de Poesía incluye textos del poemario Llumantia ilíquida con su voz.
La selección de poemas es de A. P. Alencart, director del XXVII Encuentro de Poetas Iberoamericanos de Salamanca, donde acaban de coincidir Alva y Velasco.
Mónica Velasco cenando con los poetas del XXVII Encuentro y en el Colegio Fonseca
(foto de José Amador Martín)
MÓNICA VELASCO O LA SENSIBILIDAD QUE SOSTIENE
EL VUELO DE LA POESÍA
El siglo veinte empezó con la irrupción de las vanguardias como respuesta a centurias de clasicismo, los poetas se rebelaron a las formalidades estróficas para cantarle a las catástrofes que marcaron el cambio de época. Por eso fue necesario la inmediatez expresiva, la espontaneidad en el discurso, el relevo a los viejos tópicos que nos entregaron bibliotecas enteras de retórica insuficiente para interpretar su velocidad. Por eso la eclosión de los ismos, la escritura automática de los surrealistas, el modo anglosajón, la poesía integral; un lenguaje que representara los nuevos tiempos. Pero la historia es cíclica y todo es parte de un proceso. La tradición se sostiene porque se renueva, decía José Carlos Mariátegui: la poesía también. Esto lo tiene claro Mónica Velasco, la poeta y filóloga salmantina, autora de “A ti que eres el amor” y “Tus ojos sostienen el vuelo del pájaro”.
La leí por primera vez en las antologías de los Encuentros Iberoamericanos que dirige el poeta Alfredo Pérez Alencart en la tierra de Fray Luis de León y don Miguel de Unamuno. Me capturó su riqueza verbal, ese aliento que llegaba como quien transporta siglos de estética y de emoción. Me detendré en “Tus ojos sostienen el vuelo del pájaro” para intentar un acercamiento a su poética. “Aves que aquí sembráis vuestras querellas, / hiedra que por los árboles caminas, / torciendo el paso por su verde seno”, escribió Garcilaso de la Vega hace quinientos años; ese estremecimiento de quien se asombra con la precisión por el detalle, esa necesidad de escuchar a la naturaleza otorgándole vida a sus elementos, movilizándolos. “Cantan las hojas, / bailan las peras en el peral; / gira la rosa, / rosa del viento, no del rosal”, apuntaba Octavio Paz, cuatro centurias después. Ése diálogo intemporal, esa conexión es lo que le entrega riqueza a la propuesta de Mónica Velasco.
Dividido en tres partes: “Bosques”, “Pájaros” y “Especias”, la poeta se preocupa por ubicarnos en su espacio, no el territorial, sino el de sus emociones y lo hace con la seguridad de quien aprendió a domarlas. Por eso nos conduce a través de su luz y de su oscuridad; se trata de una toma completa, de una captura del paisaje con la serenidad de lo bucólico, pero también con el desgarro de lo existencial. “Se hunde hasta mi vientre y yo/ me curvo en la respiración, / como los astros”, o “Dejadme este bosque purísimo, / las ciervas recién paridas/ detrás de los helechos, / el blanco de la lechuza y sus ojos, / el amor en la garganta”; Mónica Velasco tiene un estilo porque tiene una fauna en su registro verbal y un invernadero en la mirada. Gorriones, jilgueros, ciervas, lechuzas, erizos, libélulas, lobos, peces, gusanos, tigres, avispas; una selva para perturbar nuestra concepción citadina del mundo; una invitación a lo salvaje con la prudencia de un ala que sortea en el viento la tentación de expresarse.
Se escribe para afirmar una voz, una huella dactilar en los precipicios del mundo, eso también lo sabe Mónica Velasco. Pudo elegir otro tono para sus poemas, pero cómo elegir otra investidura para su naturaleza. Licenciada en filología hispánica y cursos de doctorado en literatura española de los siglos de oro, su poesía es una delicada y desgarradora sorpresa, una particular muestra de lo que se está escribiendo en España. He tenido la oportunidad de leer a sus contemporáneos –nuestros contemporáneos-, e identifico elementos y recursos transversales que estoy seguro son la punta de lanza de lo que serán los primeros veinticinco años de la poesía del siglo XXI; una poética que a diferencia de las vanguardias que bifurcaron el discurso, hay en estas propuestas una apuesta orgánica por la unidad y el sentido estético. Una señal que nos permite vislumbrar el renacimiento de una literatura que ha recuperado lo mejor de su tradición y sus más valiosas herramientas, una semiótica para entender el proceso.
Mónica Velasco . Colegio Fonseca.
foto de José Amador Martín)
“Colocar los ojos sobre lo desapercibido se hace carne de poemas en la obra de Mónica Velasco” señala en el prólogo, Asunción Escribano. Tiene razón. Estamos frente a un documento que deja sentado un inventario de todo aquello que llama su atención, y su miedo. En su sensibilidad, la poeta reconfigura el amor, lo transforma en esa mujer que se levanta de puntillas, afina su oído, agudiza la pupila y cruza con él, armada de especias, como ese pájaro que se busca en la espesura del bosque. “¿Cuánto de mí conoce el aire/ y cuánto queda entre la música”, se pregunta la escritora que acude a Szymborska y coincide con Quevedo. “Tus ojos sostienen el vuelo del pájaro”, es un perturbador tratado de escucha y de belleza; una lección de urdimbre para dosificar la intensidad, para que al soltar la voz los pájaros reescriban el huracán y la tormenta.
Harold Alva en la Plaza de Anaya
Harold Alva (Piura, Peru, 1978). Escritor, editor y analista político. Director de Editorial Summa. Preside la organización del Festival Internacional Primavera Poética y la Fundación Iberoamericana para las Artes. Es autor de los libros: «Ejercicios de escritura» (2024), «Ceremonia» (2023), «Tocado por la lluvia» (2022), de las antologías poéticas «A tiempo completo» (2021) y «La épica del desastre» (2020). Publicó «Lima» (2012), «Sotto voce» (2003), «Morada & sombras» (1998), entre otros. Ha participado como expositor en diversas ferias de libros y festivales de poesía en Estados Unidos, México, Colombia, Ecuador, Bolivia, Chile, Argentina, España y Portugal. Antólogo de «La primera línea», y director de Poesía Iberoamericana, colección de cien títulos que publicó el 2020 con la Municipalidad de Lima. Director fundador de ContraPoder, fue director cultural de la Cámara Peruana del Libro, conductor y productor de programas de radio y televisión. En 2021, el Excmo. Ayuntamiento de Salamanca (España), lo declaró Huésped Distinguido. Ha sido coordinador general de la Feria Internacional del Libro de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco, 2024 (México).
Mónica Velasco y Harold Alva, en el Patio de Escuelas Menos de la Universidad de Salamanca
CINCO POEMAS DE ‘TUS OJOS SOSTIENEN EL VUELO DEL PÁJARO’.
DIPUTACIÓN DE SALAMANCA, 2022
(Selección de A. P. Alencart)
DE LA ESCRITURA
Cuando mis ojos perfilan el roce
del ala en el aire,
descifran el fuego.
Cuando mi oído alcanza
la tensión del átomo en la vida.
Cuando mi piel inspira
la temperatura que fuera
de mí -en sinergia-
circunda y es inflama,
soy el lobo al acecho de toda verdad.
Fiera de fauces y garras.
Encrespada. Devoro.
Después, el cazador de la noche
abrirá mi vientre y me hundiré,
de nuevo,
en la rutina del pozo
cargado de piedras.
TEJIDO DEL MUNDO
La nieve me ha vestido
con su plumón de nube.
Corrientes de los ríos
besaron mis mejillas.
He bebido del manto de las flores.
Me ha embriagado su perfume de incienso.
La tierra en su extensión.
Bandadas de pájaros sobre mi frente
sorteando el mar.
Crespón de las olas chocando
en el dique de mis dedos.
Húmedas hojas de los chopos.
Sonidos de larvas recién nacidas.
Peces de fondo en el estanque.
Vida levantada sobre sí.
Tempestad en los ojos.
Tejido del mundo.
Erguida luz sobre la luz. Hacia la luz.
Universo. Latido.
Fósforo en la piel.
ELEMENTO DE AIRE
Me levanto de puntillas en la escucha,
afino mis oídos,
agudizo la pupila
en busca del secreto.
¡Tanto dice y tan feroz entre las hojas!
Aquí disuelve el contenido.
Sobre los verdes hilados,
cuerpos celestes embebidos
del furor de la tierra.
Cuerpos de agua sostenida,
testigos de la danza.
Levanto el polvo con los pies
por toda realidad.
Fecundo raíces de amor
por todo propósito.
Por toda necesidad de asilo
y de reposo.
SI NO ES DE AMOR
Si no es de amor,
¿de qué los órganos, la piel?
Yo voy dejando esquirlas,
pedazos de papel entre las olas,
células diminutas,
tan expuestas.
El solo viento las inflama
como a hojas frescas,
nutridas,
para después lastrarlas,
perdidas en la luz,
dispersas.
Mi cuerpo entonces, despojado,
es poco más que el polvo.
Ceniza distraída.
¡Un solo atisbo de música,
un rumor de dioses,
tended pequeñas conquistas de la nada
para mi supervivencia!
LA ESCUCHA
La escucha, que es de salmo, está a la espera.
La entrega, en oración. Así los trigos.
No aspiro a nada más, pues ya lo es todo.
Esa es la danza que quiero de mi vida.
Aquí mi piel, mis órganos: arena.
¡Permeadme junto al agua,
erguidme junto al fuego
levantada en la llama!
Conquistad en el viento cada grano
y dispersadme.
Añoro esa conquista en la extensión
sobre los bosques, los océanos,
valles sombríos donde no cupo la luz.
Cuevas solitarias litorales,
sabéis vosotras también
de su existencia.
No son los rayos del astro
ni el conjuro de la luna
su más puro reflejo.
Solo amor lo sabe.
Mónica Velasco leyendo en la jornada de clausura del XXVII Encuentro
(foto de Ángel Luis Holgado)
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