‘UN MARAVILLOSO HERMANAMIENTO DE PALABRAS, VERSOS, MÚSICA Y ARTES PLÁSTICAS’. COMENTARIO DE MARU BERNAL SOBRE EL XXVII ENCUENTRO DE POETAS IBEROAMERICANOS EN SALAMANCA

 

 

Crear en Salamanca se complace en publicar esta opinión de Maru Bernal, ganadora del XXV Premio Ciudad de Salamanca de Poesía 2022, con “No todos volvimos de Troya». Nacida en Barcelona en 1964, lleva afincada en Cantabria desde 1989. Es licenciada en Filología Clásica por la Universidad de Salamanca (1982-1987) y ejerce como docente en Educación Secundaria en Cabezón de la Sal, Cantabria. Entre sus libros están: “Hendiendo el aire & Suturas del alma” (Ed. Libros del Aire, 2022), “No todos volvimos de Troya” (Ed. Reino de Cordelia 2022) y “Rumores yámbicos” (Ed. Reino de Cordelia 2024).

 

 

 

EL XXVII ENCUENTRO DE POETAS IBEROAMERICANOS

EN SALAMANCA

Maru Bernal (España)

 

El claustro sorprende por la rotundidad de su pétrea belleza. Es el atrio romano que convoca hospitalariamente a los poetas, el ágora griega que invita al encuentro, la stoa por la que pasear, conversar y conocernos. Esa fue mi primera impresión al cruzar la imponente puerta del Colegio Mayor Fonseca de Salamanca, hospitalaria sede del XXVII Encuentro de Poesía Iberoamericana de Salamanca 2024, dirigido por el poeta peruano español Alfredo Pérez Alencart, y auspiciado por el Ayuntamiento de Salamanca a través de la Fundación Salamanca Ciudad de Cultura y Saberes.

 

Han sido cuatro días inmensos en su flujo continuo de poesía, música, pintura y, sobre todo, humanidad y hermandad. No es un encuentro para demostrar la valía de nadie, esa viene por delante. Tampoco para ganar protagonismo u obtener beneficio material alguno. Es algo mucho más grande, hermoso y sobre todo necesario.

 

Es este un encuentro de grandes poetas, es verdad, pero por encima de todo, de personas generosas, valientes y comprometidas, un espacio para compartir inquietudes, zozobras, dolores, pérdidas, anhelos, esperanza de un mundo mejor, más humano. Un diálogo entre iguales, generoso, acogedor con el huésped que llega por vez primera, como ha sido mi caso, abierto a todas y cada una de las manifestaciones creativas que nos embargan a cada uno de los participantes, ansioso de compartirlas, de comprenderlas, de llevárnoslas de vuelta a casa en ese maravilloso hermanamiento de palabras, versos, música y artes plásticas. Regresar al cabo de tantos años a mi Alma Mater, la Facultad de Filología Clásica de Salamanca y tener la oportunidad de recitar mis versos en su Aula Magna ha sido uno de los momentos más emotivos para mí. Creo que en estos cuatro días y en espacios tan singulares como el Teatro Liceo, el Casino de Salamanca, el Aula Unamuno del edificio histórico de la USAL, el Palacio de Anaya o los distintos institutos y colegios de primaria y secundaria donde han resonado versos, las vivencias tienen que haber sido inspiradoras y emotivas para todos, poetas y oyentes.

Poetas españoles con el alcalde de Salamanca (foto de Luis Aguiar)

 

No voy a nombrar a cada uno de los participantes, sólo diré que han sido cincuenta y siete voces de diversos países latinoamericanos y distintas comunidades españolas y que cada una de esas cincuenta y siete voces ha sido única, especial, reveladora. Quedan los vínculos que se han forjado, la sólida urdimbre entretejida para no perdernos en el laberinto de la vida, cabos lanzados al viento para poder reencontrarnos en este camino maravilloso de la poesía y el arte.

Gracias al incansable equipo que lo ha hecho posible, a las diversas instituciones que han facilitado que el poeta y profesor de la USAL Alfredo Pérez Alencart nos congregara en Salamanca estos cuatro días. Sin su pasión y su trabajo por abrir puertas y ventanas entre creadores tan alejados geográficamente habría resultado más difícil llegar a conocernos. Ese es su mayor logro, el que más le agradezco. Todas y cada una de esas ventanas abiertas de par en par a la poesía.

 

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