«Crear en Salamanca» hoy hace un viaje por las alturas de la ciudad de Salamanca, por las palabras de la escritora Charo Alonso y las Fotografías de José Amador Martín
La piedra de las espumas
Recortadas en el cielo azul por las tijeras de un arquitecto fantasioso se retuercen las cresterías. Coronan los edificios con su exquisito calado de piedra, locura vegetal, geometría que se repite, seres inclinados sobre el camino al borde del vértigo. Las cresterías adornan en lo alto el lugar de la altura, el sitio al que se eleva la mirada para recorrerlas con sorpresa. Encaje de espumas, cenefa de fantasía, puntilla de una sábana contra el cielo vacío para que resalte aún más su belleza calada.
En la ciudad del gusto por el detalle se elevan las cresterías sobre el edificio a la vista del espectador que mira más alto. Tienen el recuerdo del gótico, la naturaleza desbordada del renacimiento, la exageración del barroco o el recuerdo del jardín modernista. Amontonan en corona de flores motivos vegetales, seres fantásticos a la intemperie de la altura, locura de oquedades. Y la mirada se enlaza en su belleza calada, entra y sale del espacio de lo reiterado, canon que corona el edificio que se alza.
Habita en la crestería el blasón de quien construyó el palacio y dejó la fantasía para lo más alto, ahí donde se alzan los candeleros que arden en llamas, los niños que juegan eternamente en su inquietud de piedra, sus alas de querubines, sus aves en vuelo detenido, sus máscaras grutescas que a nadie asustan. Viven los seres de las alturas su secreto quieto, su desmesura oculta por la imaginación del cantero, siglos de guardado despliegue que descubre el objetivo del fotógrafo, mirada más allá de lo consabido, que se alza a pie de calle para alcanzar el misterio de la altura. Un misterio abigarrado que ha resistido los embates del tiempo, la piedra gastada en la que se tallaron las figuras retorcidas, las bromas secretas de un cincel de las alturas. Es la broma crudelísima, la belleza oculta de un artesano de la piedra libre en la elevación de su arte. Arte que corona, orfebrería que se ondula, espuma que remata.
Quiso el siglo XX reiterar las formas hermosas del pasado. El neoplateresco remata las alturas y recuerda la cenefa bella de los plateros de la piedra, el barroco se vuelve de nuevo reiterada exageración de motivos que se amontonan. Y la ciudad vuelve a tener su guirnalda de belleza sobre el cabello del tejado, vuelve a coronarse de grandeza. La ciudad se adorna y se recorta sobre un cielo donde ni siquiera las nubes opacan el recorrido de la belleza, crestería que recorre la cinta de las alturas, el lazo de la piedra que nos atrapa. Encaje donde enredar la mirada que se alza, es la danza del tiempo que baila sus pasos reiterados a lo largo de la fachada, es la exquisita cicatriz que une suelo y cielo, cosida de pasión, bordada de motivos que repiten la belleza de su vuelo.
Charo Alonso.
José AmadorMartín
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