JOSÉ PULIDO: INMENSIDAD Y CERCANÍA EN LA VOZ DE ADHELY RIVERO

 

 

El poeta Adhely Rivero (foto de Zordy Ribero)

 

 

Crear en Salamanca se complace en publicar este comentario escrito por nuestro colaborador José Pulido en torno a la obra y persona de Adhely Rivero (Venezuela, 1954). Poeta, editor. Lic. en Lengua y Literatura por la Universidad de Carabobo. Cursó estudios en la Maestría de Literatura Venezolana en la Universidad de Carabobo. Venezuela.

Fue jefe del Departamento de Literatura de la Dirección de Cultura de la Universidad de Carabobo. Director de la Revista Poesía. Coordinador del Encuentro Internacional Poesía de la Universidad de Carabobo. Director de las Ediciones Poesía de la Universidad de Carabobo. Coordinador de las Ediciones El Cuervo, traducciones, de la Universidad de Carabobo.

PUBLICACIONES: 15 Poemas, 1984; En sol de sed, 1990; Los poemas de Arismendi, 1996; Tierras de Gadín, 1999; Los Poemas del Viejo, 2002; Antología Poética, 2003; Medio Siglo, La Vida Entera, 2005; Half a Century, The Entire Life, 2009, versión al inglés de Sam Hamill y Esteban Moore. Poemas (Antología editada en Costa Rica) 2009.Compañera, 2012. Poesíe Caré, Poemas queridos, 2016, Versión al italiano de Emilio Coco, publicado en Colombia. Está representado en varias antologías nacionales y en la antología italiana La Flor de la Poesía Latinoamericana de hoy, tomo I, editada en Italia, 2016. La vida entera. Antología. Ediciones El Taller Blanco. 2021. Colombia. Frontera Invisible. Editorial Sultana del lago. 2022. Gente Íngrima. Editado por la Editorial La sultana del lago. Maracaibo, Zulia. 2023. Sabanas en el cielo. Rubiano Ediciones. 2024.

Ha recibido los siguientes premios: Premio Nacional de Poesía Cecilio “Chío” Zubillaga Perera, Carora, Lara, Venezuela. Premio Nacional de Poesía Universidad Rómulo Gallegos, Venezuela. Premio Único de Poesía 40 Aniversario de la Reapertura de la Universidad de Carabobo. Premio Nacional de Poesía Universidad de Carabobo. Premio Nacional de Poesía Facultad de Ciencias de la Educación (en dos oportunidades) Universidad de Carabobo, Venezuela. Premio Beca del CELARG de Poesía, con Rafael Cadenas.

Festival Internacional de Poesía de Medellín, Colombia, en 2007 y 2016. Festival Internacional de Poesía Al-Mutanabi en Suiza.2008. Festival Internacional de Poesía de Bogotá, Colombia. Festival Internacional de Poesía del Mundo Latino, México. Feria Internacional del Libro de Caracas, Venezuela. Festival Internacional de Poesía de Venezuela. Festival Internacional de Poesía de los Llanos colombo – venezolano, 2005, 2007, 2010.  Encuentro Internacional Poesía Universidad de Carabobo, Feria Internacional del Libro Universidad de Carabobo, Valencia, Venezuela. Bienal Internacional de Literatura “Mariano Picón Salas”, Mérida, Venezuela

Traducido al inglés, portugués, italiano, alemán, griego, francés y árabe.

 

INMENSIDAD Y CERCANÍA EN LA VOZ DE ADHELY RIVERO

 

Su voz no necesita afinamiento: viene con música solemne.

Quienes lo han leído saben que estoy hablando del poeta Adhely Rivero.

Quienes no lo han leído deberían buscar sus poemas en cuya estructura la geografía se torna gramática y esa gramática comienza a deletrear situaciones para que el alma escuche, hasta el punto de parecer una clase donde a usted le preguntan ¿Qué es geografía? Y usted responde lógicamente: Es el arte de escuchar cantando a una paraulata sabanera sin que se te salgan las lágrimas.

Adhely Rivero aprendió a tocar el paisaje con las mismas palabras que el paisaje le dio. Como el aire que el llano le entrega a las aves para que vuelen flotando en paz, así el llano le otorgó su ritmo de levedades íntimas cargadas de olores y sonidos, de inmensidad y cercanía.

He estado leyendo la antología titulada Dios se está poniendo viejo (40 años de poesía) y no he podido apartarme de toda esa placenta conversada que atrapa el alma a sabiendas de que en la gente nuestra, en la tierra nuestra, en la naturaleza nuestra, hay un espíritu cantor que convierte a Dios en canción. Un espíritu capaz de materializarse de repente en una frase sencilla, emanada de ancestro en ancestro hasta florecer en boca materna, paterna, fraterna.

Los seres familiares del poeta Adhely Rivero representan lo que realmente somos, lo desamparados que somos, lo amparadores que somos, el amor sencillo inocente que hemos sido cuando Dios se presentía menor de edad.

Paul Valéry contó algo que ya es muy conocido pero que vale la pena recordar aquí:

“Degas dijo un día a Mallarmé: “Su oficio es infernal. No consigo hacer lo que quiero y sin embargo estoy lleno de ideas…”. Y Mallarmé le respondió: “No es con las ideas, mi querido Degas, con lo que se hacen los versos. Es con las palabras”.

Pero esas palabras, esas frases íntimas que llamaba sus ideas, todas esas intenciones y esas percepciones del espíritu, todo eso hace los versos.

Hay entonces otra cosa, una modificación, una transformación, brusca o no, espontánea o no, laboriosa o no, que se interpone necesariamente entre ese pensamiento productor de ideas, esa actividad y esa multiplicidad de preguntas y de resoluciones interiores; y luego, esos discursos tan diferentes de los discursos ordinarios que son los versos, que están extrañamente ordenados, que no responden a ninguna necesidad, si no es la necesidad que deben crear ellos mismos; que nunca hablan más que de cosas ausentes o de cosas profundamente y secretamente sentidas; extraños discursos, que parecen hechos por otro personaje que el que los dice, y dirigirse a otro que el que los escucha. En suma, es un lenguaje dentro de un lenguaje”. (Libro: Teoría poética y estética)

He traído a colación lo de Paul Valéry porque la poesía de Adhely Rivero es precisamente lo que debería ser, gracias a que toca las almas y se va, toca las almas y remonta vuelo: un lenguaje dentro de un lenguaje. Cada poema de Adhely se queda dentro del lector, no quiere irse y el lector lo adopta de inmediato sin que tenga necesidad de hacerlo. Pero es que al leer un poema de Adhely Rivero se acepta de una vez por todas que deseamos seguir escuchando lo que dice. Porque forma parte de nuestro pasado y de nuestro presente. Su poesía es familia de nuestro espíritu. Su poesía es tan nuestra que al leerla se la quitamos.

En el llano vas a todas partes como si avanzaras rumbo a la nada. Es un universo vibrátil. Ningún movimiento escapa a los sentidos. El horizonte muestra quién viene y quién va. Nidos y refugios son evidentes, nunca están demasiado escondidos. Se escuchan la paloma maraquera, el deslizamiento de la macaurel, la quietud de la garza. El viento y el repicar de los cascos han estado allí desde hace mucho tiempo marcando un ritmo que el ser humano copia y perfecciona. El sol tiempla los tambores invisibles. La naturaleza es como una orquesta sinfónica, donde la esencialidad del arpa predomina con su melancolía bailable. Todo se parece al arpa. La finura y lo rústico.

Todo eso y más renace y surge en la voz de Adhely.

Lo cotidiano jamás desaparece. Lo verdadero jamás desaparece. La belleza encontrada por Adhely Rivero mejora toda la cotidianidad que nos rodea.

En el poema titulado desarmado, Adhely dice:

A la ciudad se debe entrar desarmado.

Nadie portará un doble corazón

con los ojos en el pecho.

El amor ya no es un puerto seguro.

 

Y en el poema que titula Hoja de vida escribe estos versos:

 

Tengo planes de hacerte feliz,

busco recursos para dos

en la economía salvaje.

La presunción

es construir un espacio

para la felicidad cotidiana,

una vida común, gente de bien.

Hoy encontré una verdad precaria:

vivir juntos no es la solución.

No estoy con la familia,

se pelean a muerte.    

Voy a quedarme en la poesía

para ver si podemos vivir,

tú en tu hogar

y yo residente del mundo.

Si no lees poesía

no tendrás felicidad en el amor

ni paz en el alma.

 

La poesía como refugio. La poesía que vislumbró desde la infancia escuchando a sus mayores, observando el comportamiento de la naturaleza. El sonido y el ritmo que entraron a su torrente sanguíneo y lo convirtieron en una prolongación del lugar, esa matriz ardiente. Enamoramiento de garzas y lagunas, tristeza en el amor.

El llano es una caja de resonancia y todo lo que transcurre encima de la llanura es una vibración de cuerdas que ejecutan su musicalidad: la brisa, los ventarrones, el aguacero, las ramas, las palmas, los ríos y las lagunas, los insectos, los animales de mata y de ribera, de sabana y de esteros; el hombre y el ganado se juntan en una cantata cotidiana. Adhely Rivero ha sido engendrado por esa naturaleza, gracias a Dios por un poeta así.

La soledad que abruma de repente es el ritmo, es la percusión. La soledad que encuentra cuerdas finas y cuerdas gruesas en la escritura del poeta. Tintineo y bordoneo. Un sonido así en aquella tosquedad. Monedas rebotando en un corredor, vidrios quebrándose en el botiquín, corazón acelerado, eco encajonado. Prima y bordón. Adhely Rivero nació con un corazón de arpa, con unos ojos de gavilán escudriñando almas. Debo decir y afirmar, sin exageración alguna que esta poesía genera pájaros, crujidos de monte, gotas de aguacero. Como lector de poesía lo he sentido profundamente. Inclusive: me ha llegado y me ha perturbado el temblor de los músculos de los caballos y el olor del mastranto que surca los tiempos infantiles del poeta. Músculos de poeta todas esas palabras que ha vertido.

 

José Pulido en Salamanca (foto de Jacqueline Alencar)

 

 

 

 

 

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