El poeta Miguel Ángel Zapata
Crear en Salamanca se complace en difundir estos poemas de Miguel-Ángel Zapata, poeta y ensayista peruano, quien ejerce de catedrático de literatura latinoamericana en Hofstra University, Nueva York. Ha publicado recientemente: Usted no sabe cuánto pesa un corazón solitario. Ensayos sobre poesía (Lima: Editorial Universitaria Universidad Ricardo Palma, 2023), Los muslos sobre la grama. Antología poética (Nueva York Poetry Press, 2022), La iguana de Casandra. Poesía selecta (Fondo de Cultura Económica, 2021). Es director fundador de Códice- Revista de Poesía.
DYLAN THOMAS VUELA POR MANHATTAN
Vuelan las cenizas de Dylan Thomas por el aire de la Villa, navegan sus huesos por los canales del gran río, por las tabernas donde sacudió la noche de un plumazo resucitan las cervezas frías y se prenden todas las antorchas…
EL PATIO
Un cuervo aleja al ave de mal agüero,
en su lugar coloca sus alas joviales
y escribe en el aire
su dilema sobre la concordancia.
Un cuervo con un ala rota no es
signo de debilidad ni miedo.
Es señal de desamparo, pero no de
derrota.
No podría, además, escribir sin el cuervo
que ha vuelto otra vez a acompañarme
cuando escribo afiebrado sin remedio.
Su poema es turbio como una tormenta
de sílabas en un campo de plumas.
Voy contra la neblina, tranquilo,
mi calle sosegada me conforta.
Mi poema es un patio con sus macetas
de tres colores, y la parrilla que humea
su sabor a carne asada.
Aquí todo sucede. Mi madre se pasea entre
los árboles y mi hija riega las plantas.
Los cuervos escriben conmigo una oda al
joven Mozart. Así pasan los días
cuando cartas no escribo ni saludo
a nadie en el vecindario.
Puro divertimento.
Todas las aves de mal agüero se van,
y vuelven los cuervos sensuales a cantar en el
Altar Mayor su alterada concordancia.
AVES DE BRAQUE
Una noche cruzaron las aves de Braque por el jardín. Negras nubes parecían relámpagos sobre los árboles.
Desde la mecedora me distraigo mirando la neblina que desciende sin prisa. De tanto mirar el gran vidrio se ha convertido en una pintura con sombrilla. El gran vidrio nos engaña siempre como las aves de Braque. Los nueve solteros desnudando a la novia. Y ella siempre esquiva, escondida entre plomo y alambres de púa.
El patio con su sombra y la pileta sin agua espera siempre una señal. Sin embargo, sospecho que observo el mismo cuadro, o si este suceso pudiera quizás ocurrir en otros ambientes donde no hubiera tantos árboles. Tal vez las dunas del desierto formen líneas perfectas trazadas por el aire. Si mirara desde lo alto de un edificio la ciudad sería un cuadro en movimiento. Si mirara hacia abajo desde el piso cincuenta de un rascacielos sólo me bastaría el cielo.
Abro la puerta para mirar el patio. Ahí está la sombrilla y esta vez la lluvia. Esparzo las semillas que dan vida, y el agua sube sin parar.
LA NOVENA
La novena sinfonía de Ludwig se une a los pájaros del patio para cantar en coro. Desde lo alto baja el sol luciente con siete violines y dos cornos.
El dolor sale corriendo del corazón con las aves cantando. Ludwig, sin escuchar palabra alguna, mirando el cielo le comenta a Friedrich Schiller sobre las llanuras afortunadas del universo.
Los coros suenan con la lluvia benigna del verano. Es el verdadero camino de las rosas. Quedaron atrás los diálogos de los muertos y el acecho constante del temor.
Su oda al júbilo devastó mi corazón de niño. La novena sinfonía abraza a millones de almas. Hoy se escucha en todos los parlantes de la tierra. Por encima de las estrellas vive sin duda un padre amoroso.
Esperaremos al poeta que termine de alimentar a los pájaros, y riegue la lluvia por venir.
ALESSANDRA MARÍA Y LAS FLORES
La felicidad reaparece cuando uno compra flores. Y uno piensa que ella sonreirá con las flores, las mirará y las pondrá en el florero de cristal que está al lado de la ventana para que los pájaros también las disfruten. Aunque afuera en el patio hay flores, ella con su cabellera larga hasta la cintura sabe que los pájaros aman las flores sin floreros. Así que de pronto las saca del florero y tira los pétalos al patio donde los pájaros la miran sorprendidos sin poder volar.
TROVAR LEU-CLUS
Primera poética
Quien se arranca el corazón del pecho en la noche, alcanza la rosa.
Paul Celan
Las aves cruzan el cielo en un destello y
las hojas de los árboles caen sin ser otoño.
Un poema se retuerce como una serpiente
decapitada sobre la grama seca.
Algunos cuervos repletan el cielo y lanzan
el corazón muy alto.
Subo al tren cada viernes para encontrar el
infierno en un edificio ciego;
cada rascacielos tiene una rendija de zozobra.
Nadie sabe guiar a los derrotados entre
tanto ruido colmando un juramento falso.
Aquellos reyes oscuros del festín de la
Poesía sucumben con su lepra antes de hablar.
No ven ni el rio ni la llaga,
sólo arcabuces en una pluma muerta.
Aquí multitudes de voces abren todos los portones
ante el certero lápiz de Marcabrú.
EL PATIO DE FRANKLIN SQUARE
- i)
Apoyado en lo invisible el dolor es un chorro de agua fresca en tu corazón. El vacío derrotado y la herrumbre del vino refulgen con el agua alterada por la lluvia. Nada se ha escrito aun sobre el cielo de este patio. Todo es sólo un intento de las esferas por describirlo, señales de humo para el destello de la oración. Hay una luz natural en su sosiego, destino que se vuelve elevación. El cielo rojo dialoga con la sombra de los pájaros. Después de llover la luna llena es un crucigrama de sorpresas.
- II)
Vivimos en un patio con cinco pinos, un rosal púrpura, sombrilla parda, setenta pájaros, cinco palomas, un gavilán y el conejo de la fuente. En este patio las palabras se hacen agua y los labios remendados balbucean. El patio es el paraíso de mi bicicleta. Aquí la estaciono y puedo sentir sus ruedas volar entre los pinos. Cada mañana desayunamos bajo un toldo pardo y una mesa de acero con sillas de verano. El café con crema y el pan caliente con mantequilla, la felicidad. Aquí renace el espejo anudado, el color del cielo al revés.
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