Rolando Lorié (La Habana, Cuba)
Crear en Salamanca se complace en difundir cinco poemas del reciente poemario publicado por Rolando Lorié (La Habana, Cuba). Es psicólogo, ha publicado artículos científicos relacionados con la profesión en revistas especializadas. Radicado en Miami, Florida desde 1994, es autor de varios libros de narrativa y poesía. Su obra ha sido reconocida y premiada en diferentes concursos literarios y publicada en antologías. Ha recibido el reconocimiento del Centro Cultural de la UNESCO de Puerto Rico (2015) y la Distinción Pluma de Plata de la Editorial Publicaciones Entre Líneas (2017).
LAS SOMBRAS QUE HABITAN LOS ESPEJOS
El misterio es intrépido, no le espantan las sombras que habitan los espejos;
cuando la noche comienza a desnudarse, las sombras danzan descalzas en
montículos azogados, las figuras de todas las edades se funden en sus cuerpos
al cargar la vida; imposible estarse quietas, la escena les pertenece para hacerle
marcas al tiempo, algo tan natural como el rumor del agua o la sabidurìa del tacto;
desandan su pasado en duermevela, esa es su realidad oculta intraespejo. Nacida el
alba, la quietud se apodera de ellas en su lecho de azogue, porque no soportan el
equilibrio de lo cotidiano, las voces huecas de los humanos; nada nuevo por decir,
proponer o discutir; se hace necesario interpretar su lenguaje, los símbolos, el
juego de palabras con colores, y vaticinios libres de relojes; solo comunican lo
que a todos pertenece, y sobrevive del otro lado del espejo, sin ponerle a la vida
letreros de aviso ni zapatos lustrados. Espera confusa para hacer un viaje al fondo
del miedo; entre lo opaco, sobresale el rostro del poeta.
Foto de José Amador Martín
A LA ESPERA DE SER CRUCIFICADOS
Los espejos nunca duermen, hoy comparto su languidez y estoica indiferencia. Las imágenes traducen la urdimbre del silencioso lenguaje. Ellos, extasiados, tatúan sus tiernos contornos sobre esa misteriosa piel que relucen. Me aferro al monólogo callado, cobijado por un olvido insobornable. El verbo indeciso no regresa, se pierde de vista en los insondables pliegues del misterio. Deliro arrodillado, la nostalgia me persuade y el sabor de los versos es de soledades. La ingravidez luctuosa lo puebla todo, frases carcomidas ocultan la cara. Antiguo, moderno, son fotografías fluctuantes, borrosas mutaciones. Símbolos arrebatados por el viento. Cierro los ojos con párpados transparentes, veo un universo sin mirar donde el ostracismo se confunde con lo usual. Son privilegiados aquellos que experimentan el asombro ancestral ante el brillante fuego de Prometeo. No padecen temor ni vergüenza de ser despojados, porque nada ya poseen. Solo una gota de lluvia los bendice a la espera de ser crucificados.
UNA MONEDA AL AIRE
Liviano de equipaje,
avizoro el pasar del recuerdo,
la desnudez de lo vivido.
Como amuleto,
en cada bolsillo retengo un puñado de mis días.
Errante tal cual Sinuhé,
coexistí en muchas vidas
y estaré vigente en otras tantas
con alegrías y penas,
bondades, debilidades y miserias.
Definir
no es la morfología que me ocupa.
A ratos
rondan incisivas,
las figuraciones que proyecta el ocaso.
Aparece el simple movimiento del corazón
entre colección de fantasmas.
Surgen prorrogadas voces
que me apuntan con sus dedos huesudos.
Los milagros son sabios,
desafían
al orden exacto.
Los números con sus estadísticas
se aferran a una simple letanía de frías predicciones.
Opto por olvidarme de todo
—incluye el lastre de lo omitido—,
para que todo destile y me olvide.
Quizás la vida sin disfraces
vuelva a mirarme con las manos abiertas.
Entonces lanzaré una moneda al aire
desde el infierno azogado
a
la
expectativa
del
designio
cara
o
cruz.
LA PARTIDA NO HA FINALIZADO
Certero dardo del tiempo
al círculo de la vida.
Se divisa el vuelo de palomas blancas,
sobre Ítaca; isla añeja,
por el mucho vivir de tantas vidas en una sola.
La atinada memoria,
lleva monóculo eterno
para deshilachar las laberínticas imágenes de las
calamidades,
con la diligencia del relojero.
Levita el epitafio doliente al caer el telón de los días.
La muerte procaz,
exhibe su apetito desnudo,
y la tímida vida le sonríe nerviosa.
Aún la partida no ha finalizado,
se juega a dos manos.
Hay imágenes distorsionadas en un espejo roto.
Seres o sombras, sombras más que seres,
imágenes más que sombras.
Todo está por descubrir.
Al diluirse el sumo de las horas,
solo queda el pensar con abrumadores silencios.
Foto de José Amador Martín
CUANDO SE ILUMINAN LAS SOMBRAS
I
vestida
de silencio
la
sombra parpadea
palidece
hace
ademanes
como si quisiera
contarme algo
en su propio idioma
me
parece entonces
que
de sus labios tenues
se libera un hermoso mirlo
para con su canto
darle la bienvenida a la alegre primavera.
II
de
las sombras hermanas
prefiero
la solitaria
esa
que su semblante se ilumina cuando sonríe.
III
ya
no me asusta
aquella
lámpara opaca y sucia
con
el gesto envejecido
madre
de todas las
sombras de mi infancia
hoy
se acercan
sosegadas
y se acuestan a mis pies
IV
escucho
un suspiro
quizás
un leve gemido
es la sombra
que anuncia su presencia
sombra
colgada del péndulo
de los espejos
que
al reencontrarse
con la luz
gira el rostro desolada.
V
en hilera infinita
las sombras heridas de sol
se despojan
de su ropaje oscuro
y escapan como simples mariposas…
el sol
que se mira persistente
se convierte en errante sombra.
Foto de José Amador Martín
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