NICASIO URBINA (NICARAGUA). XXIII ENCUENTRO DE POETAS IBEROAMERICANOS

 

El poeta Nicasio Urbina

 

Crear en Salamanca tiene la satisfacción de publicar estos poemas de Nicasio Urbina. Escritor, catedrático y crítico nicaragüense nacido en Buenos Aires, Argentina, en 1958.  Es profesor de literatura latinoamericana en la Universidad de Cincinnati. Ha publicado El libro de las palabras enajenadas, cuentos (1991),  La significación del género: estudio semiótico de las novelas y ensayos de Ernesto Sábato (1992),  La estructura de la novela nicaragüense: análisis narratológico  (1996.  Premio Nacional Rubén Darío). Sintaxis de un signo, poesía (1995, 2000); El ojo del cielo perdido, cuentos (1999), Viajemas,  poesía (2009), Caminar es malo para la salud (2011) y Poesía reunida 1984-2014 (2014) entre otros. Ganador del premio Rieveschl para investigación y creación 2015.

 

Mundo Aquí (Pintura de portada realizada por Miguel Elías)

 

 

Estos poemas serán leídos durante el XXIII Encuentro de Poetas Iberoamericanos, organizado por la Fundación Salamanca Ciudad de Cultura y que se celebrará en Salamanca del 14 al 20 de octubre de 2020, dedicado a José María Gabriel y Galán. Habrá actos presenciales y virtuales. La lectura del poeta nicaragüense será en una sesión online y saldrán publicados en la segunda antología del encuentro, titulada “Mundo Aquí”, también coordinada por el poeta peruano-salmantino Alfredo Pérez Alencart, director de estos encuentros desde su primera edición.

 

 

 

 

CADENA PERPETUA

 

Jamás, hombres humanos

hubo tanto dolor en el pecho

César Vallejo

 

Una vida entera, una vida

que ha caído en la memoria,

un puñado de deseos libertarios,

 un silencio profundo y sepulcral.

 

Una vida sola y todas ellas.

Seis millones de almas iracundas,

un cuchillo que corta las pestañas

de todos los ojos que nos miran sin parar.

 

Ellos investigan tus deseos,

la cuenta corriente y tu Facebook,

saben si ensuciaste tu camisa

y por quién vas a votar en la elección.

 

Dos vidas deberíamos tener, una

que se pasea por la calle, que

va al teatro y se persigna en

procesión sin pudor ni miramiento;

y otra que en secreto se rebela,

se insurrecta,

se suicida cuando quiere

y se sabe libre, soberana, independiente.

 

Mas no tenemos otra voz

en la tormenta, somos este

pequeño triangulito sórdido:

puros lagos y volcanes silenciados.

 

No son tres las vidas que vivimos,

ni dos las cuerdas para ahorcarnos,

es una sola, una sola cadena perpetua,

qué empezamos a cumplir cuando nacemos.

 

 Cincinnati, septiembre-octubre 2020

 

 

 

EL TRANQUE

 

Nadie me pidió la interjección

me insurrecté solito y sin concierto

no tengo afiliación ni pasaporte

y aquí nadie se muere de diarrea.

 

No hay otra solución al firmamento,

la luz se ha cegado por completo,

el sol calienta pero no alumbra

 y las estrellas también son de hojalata.

 

No tengo representación parlamentaria,

soy autoconvocado y vine en bus,

 por la ruta que todos transitamos

cuando la policía te rompe la cerviz.

 

Adónde vas? dijo mi madre, adónde

hijo desdichado de este tiempo?

Si te tuve por favor disculpame,

no sabía que la noche era tan larga.

 

Nadie me pidió que cumpliera

con mis obligaciones: la carga fiscal

es agobiante, me pesa la Constitución,

el partido, el comité de barrio y la bandera.

 

Pero no hay otra solución, hay que

trancar el alma, levantar el tranque

metafísico, interrumpir el flujo del

pudor, y cortar para siempre la maldad.

 

Cincinnati septiembre 2020

 

 

 

ME INTERPONGO

 

                        A Alvarito Conrado,

el joven de 15 años que murió asesinado

por la dictadura Ortega-Murillo.

 

Llevo el agua, en mis piernas

el agua, no es la lluvia,

es el grito ensordecido del lamento,

es el agua,

es el desierto de la vida y de la muerte,

Es el grito en la mochila

y el zapato.

 

Ella me ama, pero yo

deseo el agua.

 

Gritan todos, gritan

sin saber cuál es el tiempo.

 

Muertos, muertos, muertos…

 

Aquí no ha muerto nadie.

Todos hemos vivido en el silencio.

 

Es solo una vocación la que te espera,

un amasijo de músculos timbrantes,

el bíceps y el hipotálamo

se confunden,

y siempre hay un alma que los tienta.

 

Esta es fácil correría,

orgías de leyes me condenan.

La moto que me lleva me tortura,

me repele el ruido, la caricia, el firmamento.

No soy yo, sino mi sombra.

 

Agua, agua, agua…

 

Me duele la señora y sus anillos,

la médula espinal de la tortura,

la rótula, el árbol de hojalata,

y la estúpida función del organismo.

 

Heme aquí, al final de este

pasillo indefinido,

luchando por mis lagos y volcanes,

por la tierra que nos quitan,

la tortilla y el frijol complementario.

 

Me duele respirar y me interpongo.

 

Cincinnati, junio 2020

 

 

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