El poeta Miguel Ángel Zapata
Crear en Salamanca tiene el privilegio de publicar estos poemas de Miguel Ángel Zapata, poeta y ensayista peruano, quien ejerce de catedrático de literatura latinoamericana en la Hofstra University, Nueva York. Ha publicado recientemente: Un árbol cruza la ciudad (Lima: Máquina Purísima, 2019– México: El Tucán de Virginia, 2020), A Tree Crossing the City (New York Poetry Press, 2019), y varias antologías de su poesía: Chopin invitado a casa (Sevilla, 2019), Con Dylan Thomas volando por Manhattan (Buenos Aires, 2019), Hoy dejó de ser invierno por un día (Buenos Aires, 2017), La nota 13 (Bogotá, 2015), Hoy día es otro mundo (Granada, España, 2015), y su poesía selecta al italiano: “Uno escribe poesia camminando” (Antologia personale 1997-2015), trad. de Emilio Coco (Italia, Ladolfi Editore, 2016). Su poesía ha sido traducida al inglés, francés, italiano, griego, portugués, árabe y ruso.
En su obra crítica y ensayística destacan: Degollado resplandor. Poesía de Blanca Varela (1949-2000) (Santiago de Chile: Ed. Universitaria/ Fundación Vicente Huidobro, 2019), La voz deudora. Conversaciones sobre poesía hispanoamericana (Con Ilán Stavans) (F.C.E, 2013), Vapor trasatlántico. Estudios sobre poesía hispánica y norteamericana (FCE-Universidad de San Marcos, 2008), Asir la forma que se va. La poesía de Carlos German Belli (Universidad de San Marcos, 2006), El hacedor y las palabras. Diálogos con la poesía de América Latina (F.C.E., 2005), Moradas de la voz. Notas sobre poesía hispanoamericana contemporánea (UNMSM, 2002), Nueva poesía latinoamericana (UNAM, 1999), Metáfora de la experiencia. La poesía de Antonio Cisneros (PUCP, 1998).
Mundo Aquí (Pintura de portada realizada por Miguel Elías)
Estos poemas serán leídos durante el XXIII Encuentro de Poetas Iberoamericanos, organizado por la Fundación Salamanca Ciudad de Cultura y que se celebrará en Salamanca del 14 al 20 de octubre de 2020, dedicado a José María Gabriel y Galán. Habrá actos presenciales y virtuales. La lectura del poeta peruano será en una sesión online y saldrán publicados en la segunda antología del encuentro, titulada “Mundo Aquí”, también coordinada por el poeta peruano-salmantino Alfredo Pérez Alencart, director de estos encuentros desde su primera edición.
EL GRITO DE MUNCH
Camino ensangrentado por el puente de Brooklyn. Acabo de cometer un crimen imperdonable. He escrito un poema bajo el cielo color sangre y se han sanado todas mis heridas.
Es la primera vez que escribo confundido en un puente de fierro partido por la mitad.
Se oye el lamento de los glaciares y el cielo tiembla. Las palabras se sobrecogen en el vacío de la ciudad, y el puente se quiebra ante la negrura de un fiordo.
Un árbol llora su soledad y yo busco mi remanso en un glaciar sin fondo.
Estoy perdido en una calle gélida de Nueva York y ningún rascacielos escucha mis lamentos.
La poesía tiene color sangre y el dolor retumba tiernamente en el corazón de todos los puentes.
VARIACIÓN DE UN POEMA DE BRODSKY
Estás sentado en tu patio de la calle Jerome Road.
Afuera llueve y el cielo es una jaula.
El bosque es sólo parte de un árbol.
El patio desea un árbol de cerezos.
Tienes vino tinto, pan, cebollas.
La vajilla está lavada.
Has salido varias veces a regar todos los
árboles de la calle.
Tus vecinos piensan que has enloquecido.
Como un perro persigues el látigo de la prudencia.
Eres feliz aquí.
octubre, 2016
UNA FOTO DE MI MADRE
Mi madre a sus dieciocho: talle fino, espinazo duro/ morena, delgada cabellos largos, pardos los ojos como chacra de tamarindo. Le cuento cosas del frio las noches del insomne. Sus trenzas no han cambiado con el tiempo, sólo una brisa blanca le adorna la frente. La miro y siento que me dice algo mientras la noche se apaga y de pronto se prenden aves alrededor de su pelo negro.
HOMENAJE A MARINA TSVIETÁIEVA
Busco la noche de
San Petersburgo
en este ovillo que
se desata sin parar,
en estas flores que
de repente vivas en
su séptima noche
cierran sus ojos a la mañana.
La busco en la
noche
cuando mis
enemigos
temerosos se
alejan
por la penumbra,
y ella con su música
triunfante
se queda conmigo
y canta como la
primera lluvia sobre
la tierra.
LIMA
Para Antonio Cisneros, in memoriam
Crecí en una ciudad gris-azul con muchas ventanas. Y fue a través de ese color que descubrí otro tono de gris en el cielo: un azul cobalto, ese cálido celeste del mar que no aturde cuando sale el sol por Chorrillos y se esconde en Barranco. Ese es mi color gris-azul, el único que conozco y del que ahora escribo: mi azul de Lima (casi de la Alianza), mi celeste de la costa donde crecí y que ahora recuerdo como la mejor de todas, la que me vio crecer como el peor de todos. De los primeros seis años en Piura, donde nací, un fuerte aguacero y sol pleno. En Lima aprendí de otro tipo de azul: más nutriente y menos predecible que el de Cancún. Las ciudades con mar tienen una luz natural que se siente, pero no se ve. Ahora presiento el azul gris de las playas, esa capa salina que me habla la poesía de Lima, en una noche donde las calles son hermanas del insomnio, y el diluvio citadino es el loquísimo gris-azul que me deleita.
MADRID
(si duermo no siento lo que vivo)
A Martín Rodriguez Gaona
Esta noche tomo fotografías de la gente que camina con prisa por las calles de Madrid. No hay duda que caminar es un arte muy antiguo, pero andar para entender una ciudad es un trabajo más sofisticado y deleitante. Uno escribe poesía caminando, ya lo había dicho. Uno camina disfrutando, mirando escaparates, el porte de las muchachas, y la gente que va perdida por el lomo de la noche. No se trata de curiosidad sino más bien de leer las miradas y el ojo del cielo. Caminar contra el viento solo para que tu cuerpo transpire la vida dulce de la calle. Después terminas como siempre en casa de Lope mirando a las mujeres de trenzas largas velándolo en el patio. La sombra del tiempo entra sigilosa en todos los solares y los palacios extinguidos. Sigo por la noche sin final, porque si duermo no siento lo que vivo.
EL JARDÍN PUSHKIN
El cielo crece debajo del árbol.
Prisionera sube la sangre
y los barrotes se vuelven viento.
Pushkin oía el eco de la lluvia
como si leyera un poema
en un bosque inaudible.
El árbol es ahora el cielo reverdecido.
El profeta vuela el desierto.
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