LA VERDAD ES UNA TIERRA SIN CAMINOS. ENTREVISTA A REINALDO RODRÍGUEZ ANZOLA. POR JOSÉ PULIDO

 

 

 

 El venezolano Reinaldo Rodríguez Anzola.

 

 

Crear en Salamanca se complace en publicar esta entrevista al ensayista venezolano Reinaldo Rodríguez Anzola, realizada por nuestro colaborador José Pulido, destacado periodista, poeta y narrador venezolano residente en Génova.

 

 

LA VERDAD ES UNA TIERRA SIN CAMINOS

 

Tener amigos sabios, verdaderamente sabios, es un privilegio. En mi país me regalaron el placer y el honor de conocer a varios sabios que hoy ya no están, pero sus obras continúan viviendo con nosotros y sirviendo de esperanza.

 

Las obras de los sabios se convierten en firme esperanza porque quienes sobreviven a las destrucciones cíclicas de lo civilizado, pueden usar esas creaciones de verdad fulgurante como ejemplos para reiniciar con acierto y calidad una reconstrucción.

 

Reinaldo Rodríguez Anzola es uno de los amigos sabios que aun respiran y por eso lo cuido mucho, espiritualmente hablando. No lo veo desde que vivía en Bello Monte y nos encontrábamos todas las semanas para conversar. Él sigue en Caracas, luchando a brazo partido con el monstruo de las mil cabezas, pero sin quejarse. Lo único que hace es ofrecer sus libros. Hay días en que dice “Los pueden leer gratis esta semana”. Sus libros están suspendidos en esos estantes virtuales que ya son como una catástrofe universal.

 

Reinaldo nunca se ha sometido a la pereza ni al desaliento: es un montañista que ha desafiado alturas diversas y ha sido también peregrino de largas rutas. Una de sus devociones -completamente justificada y compartida por miles de lectores- es la poesía de Rafael Cadenas, amigo y paisano suyo.

 

Para que conozcan más profundamente quién es Reinaldo, debo contarles un secreto: él ha donado su cuerpo a la Escuela de Medicina de la UCV. Quiere ser útil hasta el último momento. Es un ser humano desprendido. Ojalá que la universidad permanezca a pesar de todo, se mantenga activa y siga formando médicos. Deseo que Reinaldo viva muchos años más. Sus libros seguirán buscando lectores a lo largo y ancho de los días y de los tiempos.

 

 

 

 

HABLANDO CON REINALDO

 

-¿Cuántos libros has escrito?

 

-Son más de treinta. Conoces mis dos libros en ediciones tradicionales de autor, con temas sobre el enigma de ser. Aprovechando las facilidades de Amazon, primero publiqué libros electrónicos en formato Kindle. Años después comencé a publicarlos también en papel. Algunos de mis libros son muy cortos, como las cien frases que componen Razones para ser feliz, que tuvo un prólogo de tu autoría que me gusta mucho y complementa algunas de las cosas que quise decir. Luego, ese mismo libro fue traducido a tres idiomas y ha sido editado en dos y en cuatro lenguas.

 

También he editado libros del amigo ya fallecido Jesús Enrique Barrios y, en forma conjunta con otros autores, la obra Rafael Cadenas Poesía y Destino, que comenzó con tres y ya somos doce autores. Entonces, seguramente, he abusado y me excuso con el dicho de Rafael Cadenas: “Uno no elige, los hechos nos llevan. Las cosas van madurando hasta darse.”

 

-¿Cómo los vendes y distribuyes? 

 

-Con los primeros, tuve la experiencia de tener ediciones de autor, en los cuales hice de todo, incluyendo la distribución y comercialización. No es algo para recomendar, pero me permitió conocer varios buenos libreros, visitar librerías, hacer presentaciones, aceptar entrevistas y conocer otros autores y, al final, resultó satisfactorio. Por supuesto, todo eso cambió con Amazon y la promoción ahora es fundamentalmente por las redes.

 

-¿Qué filósofos te influyen más?

 

-Mis influencias surgen de una gran curiosidad por la vida misma y el enigma de ser. Esa inquietud por la vida en general no deja, conscientemente, nada por fuera. Y para no errar el camino, siento la necesidad de tener como referentes a pensadores de todas las disciplinas. Y en ese sentido me parecen útiles las enseñanzas de quienes la humanidad ha tenido como sabios.  

 

Mi recomendación es hacer una lista con sabios de varias disciplinas. La mía está formada por filósofos, científicos, místicos y pensadores como Ciorán, Montaigne, Rafael Cadenas, Eckhart Tolle, Jeff Foster, entre tantos otros. No recomiendo quedarse con un solo maestro, ni tampoco ir detrás de muchos ni olvidar a los místicos.

Eddy Reyes, Rafael Cadenas, Guillermo Morón y Rodríguez Anzola

 

 

-¿Qué temas conversas con Rafael?

 

-Me hice amigo de Rafael Cadenas a través de mis libros. Y mi mayor satisfacción ha sido la de encontrar afinidad en nuestra manera de ver la vida. Los temas que abordo con Rafael giran alrededor del problema del yo o ego, la ignorancia fundamental y el misterio de todo. Y, además de las inquietudes por la terrible situación del país, compartimos lecturas y nos interrogamos mutuamente sobre cuestiones científicas, filosóficas y místicas. A ambos nos interesan los libros de Nisargadatta Maharaj, Ramesh Balsekar, Tony Parsons, Jan Kersschot, por citar a algunos de los menos conocidos.

 

-¿Sigues escalando montañas?

 

-En la vida hay etapas y llegó el final de mi vida de montañista, por varias razones, entre ellas: que el goce por el gran esfuerzo de ascensos exigentes ya no era el mismo. Queda la posibilidad de paseos cortos, como los 6 u 8 kilómetros del corta fuego en El Ávila, esa maravilla de Caracas.

 

-¿Qué ha cambiado en tu vida desde que Venezuela comenzó a deteriorarse?

 

-Como ha coincidido con mi edad avanzada, no todos los cambios puedo achacárselos a la afligida Venezuela. Pero, es cierto, hay dificultades económicas y un ambiente enrarecido que tienden a envilecer todo. No obstante, la vida cultural se ha reactivado algo, en cuanto a charlas, presentación de libros y homenajes. Han sido significativas en ese sentido las actividades de la Poeteca de Caracas, cuya reubicación al lado del Centro Comercial Plaza, facilita su acceso.

 

-¿Qué añoras?

 

-No añoro nada, acepto todo. Es extraño, pero algunos hemos tenido la dicha de salirnos de la identificación con la historia personal. Seguramente, hay aspectos que no conozco, sentimientos, pasiones, éxtasis que no he vivido o pertenecen al pasado. Lo que quiero trasmitir es la gran diferencia que para mí ha significado comprender la ilusión del yo, trascender la prisión del pensamiento y quedarme con la vida, tal como es. La acepto con sus horrores, crueldades, maldades, penas e incertidumbres. La aceptación es decirle sí a la vida. Y esa aceptación total deja sin palabras, porque trasciende a la mente. La aceptación significa un despertar frente al misterio de la existencia, cuando todo deja de ser ordinario y se hace extraordinario, sin que pueda explicarse.

 

“No hay diferencia entre lo ordinario y lo extraordinario” nos recuerda el poeta Rafael Cadenas. Y agrega: “El espíritu es cosa desarmada”. “Sólo si no te juzgas, puedes hacer transacciones con tu sombra”.

 

 

 

-La vida como venga, dicen los gitanos…

 

-La vida es más que el ego. Todos somos vida y, al aceptarla, cierta felicidad y sabiduría afloran. Son hechos que suceden sin buscarlos. Presencio el milagro y la maravilla de estar vivo, en cualquier condición y no dejo de reírme de mí mismo.

 

Cuando me preguntan sobre mi vida y mis ideas, me gusta recordar que lo más maravilloso del vivir está en la conciencia de existir, teniendo presente el inconmensurable misterio de la vida. La identificación con el yo o ego, es el único impedimento para gozar la plenitud de la vida que está en cada instante.

 

Conocí el paraíso, no lo recuerdo porque no había yo. Duró poco, digamos dos años. Todo ser humano pasó por allí, porque todos fuimos niños y podemos presumir que había cierta felicidad.

 

-Pero te he conocido peleando por una idea…

 

-Durante algo más de veinte años me identifiqué con una historia personal llamada Reinaldo, tuve sueños, y pensé en cosas grandes. Quise saber y aprendí más preguntas. Por un tiempo fui un católico practicante, recuerdo la mística cristiana cuando en los retiros espirituales se llega a considerar la posibilidad del sacerdocio. Por breve tiempo fui creyente, ateo, militante de izquierda, materialista, idealista. Ahora, espero estar por siempre alejado de rótulos y conceptos o doctrinas.

 

En mi juventud llegó a mis manos un libro de Krishnamurti que puso en dudas todas esas ideas. Fue oportuno porque evitó que terminara en las guerrillas, en la ideología comunista o en cualquier otro fanatismo. En mi caso, todo ha girado alrededor del concepto de yo, ese ego que te lleva a la ilusión de saber algo. Desde entonces mi vida siguió el curso de los mejores cuarenta años democráticos que ha tenido Venezuela.

 

Siendo pobre, viví como rico, viajé bastante, me casé varias veces, compré muchos libros. He tenido una linda familia, con hijos maravillosos, y escalé montañas interesantes.

 

-Has hablado en tus libros sobre la felicidad…

 

-He tenido la experiencia de no sentirme separado de nada. En mi libro A La luz de la sabiduría comencé diciendo que la única razón para escribirlo era ser feliz. Reconocía no tener méritos para hablar de felicidad, por cuanto toda mi vida había sido fácil, nunca estuve desempleado, sin pareja, sin viajes, con estrechez económica, ni con más problemas que los inevitables. Ahora, próximo a morir, ya puedo hablar de la felicidad con propiedad. Heme aquí viviendo en el infierno en Venezuela. Un país destruido, gobernado por la maldad pura y dura. Donde imperan las miserias humanas y hay muerte (por hambre, enfermedad, delincuencia o abandono) y, si se sobrevive, es para una cotidianidad envilecida, sin calidad y sin futuro. Y con buena parte de la familia y amigos desperdigados por el mundo, poniéndose a salvo de la tiranía.

 

 

 

-¿Crees en Dios?

 

-No creo en dioses personales. Toda identificación con cualquier idea es fantasía. No hay certezas. Las creencias no tienen importancia. Y, a pesar de mis circunstancias actuales, la vida es maravillosa. No existen caminos y, al final, nada importa. Lo que diga vale poco porque cada quien tiene que hacerse su propio camino y de alguna manera todos son válidos.

 

Nadie sabe con certeza lo que vive otro ser humano. Se comienza siendo todo, sin fisuras. Luego viene la etapa de las ilusiones, de la identificación con las ideas, los proyectos, los aparentes logros, las separaciones y desengaños y, al final de la existencia, todo se reduce a quedarse con la vida, allí está todo. A las ideas, déjalas pasar, lo importante no es el pensamiento. Vivir es suficiente.

 

-¿Hay un camino correcto?

 

-La sabiduría sería la meta, y la filosofía el camino. Y la meta se reconoce por una vida más lúcida, más sabia, más feliz. La sabiduría y la felicidad están más allá de la mente, están en lo-que-es, no en las interpretaciones. Todo animal humano tiene que ir armando su propio rompecabezas porque la verdad es el camino y no la meta.

 

Hay claves para saber si se está en el camino correcto. La sabiduría y la felicidad van juntas. La sabiduría está al lado del gozo, de la paz interior, del amor, de la acción, de la vida, que son componentes de la felicidad.

 

Lo que digo está lleno de contradicciones por ser inevitable utilizar conceptos y la verdad está más allá de las ideas. Hablo de camino, pero la verdad es una tierra sin caminos. No somos la persona que creemos ser. Más cuestionable resulta afirmar que todo es Dios o Conciencia ¿No sería acaso el mismo engaño, a otro nivel? Para lo inefable usamos varias palabras: Dios, Conciencia, Absoluto, Fuente, Ser, Uno, entre otras. Ponerle nombre a lo desconocido hace creer que lo conocemos.

 

 

 

-Dices que hay que vivir, pero al mismo tiempo parece tan difícil vivir sin involucrarse en otras cosas…

 

-Es relativamente fácil demostrar que la persona es sólo un concepto. Ahora, el organismo mente-cuerpo sí está involucrado, sí está implicado, y forma parte de la enigmática trama de la vida. La complejidad del vivir radica en que estamos programados para ver opciones y hacer lo mejor posible, mediante la ficción del yo como supuesto hacedor.

 

La vida y la muerte no son dadas, son un proceso. El animal que somos es “algo” que no sabemos qué es. Dejemos a un lado las afirmaciones y aceptemos no saber. Por lo dicho, se tiende a justificar cierto nihilismo o pasividad. Es mejor distanciarse de esas conclusiones, contrarias y no acordes con la dinámica y la “alegría” intrínsecas a la vida. Aceptemos las contradicciones. Ellas surgen porque, desde lo real, no hay un yo como ente separado. Y, desde la mente, habla un yo. Todo radica en identificamos o no con el ego. Dependiendo de esa identificación surgen dos mundos.

 

-¿Cuáles son esos mundos?

 

-Si despertamos vemos un mundo real desconocido. Si seguimos dormidos vivimos en un mundo irreal, conocido y aceptado por la mayoría.

José Pulido

 

 

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