Portada de la Antología
Crear en Salamanca tiene la satisfacción de publicar los poemas de tres poetas vinculados con Salamanca, recientemente editados en la antología “De las sogas de la felicidad, el amor, por ejemplo: para no vencernos nunca” (Lastura, Madrid, 2020), coordinada por el poeta gallego Antonino Nieto Rodríguez, la cual reúne textos de 105 poetas y escritores y fue presentada en Madrid el pasado 16 de febrero en el ámbito cultural de El Corte Inglés de Callao. Con José Amador Martín, Sol de Diego y Alfredo Pérezx Alencart, también figuran poetas españoles e iberoamericanos como Juan Carlos Mestre, Jaime Siles, Tallulah Flores Prieto, Enrique Gracia Trinidad, Ilia Galán, Xulio López Valcárcel, Javier Lostalé, Guillermo Roemmers, Ana Pellicer Vázquez, Miguel Iriarte o Claudio Rodríguez Fer.
José Amador Martín (foto de Carmen Borrego)
POEMAS DE JOSÉ AMADOR MARTÍN
Cada rosa es tu nombre, en el jardín de los sueños;
son flores que viven en la dicha de una tarde completa,
mecida por el viento que acaricia la cara y pone alas
al sentir que cruza las distancias de inmensos océanos.
Habita en mi, esa tarde mecida entre los brazos
de abrazos infinitos de palabras más allá de la ausencia,
palabras diluidas entre manos de arena que acarician
el singular y único perfil del jardín de los días.
Después cuando todo está dicho quedan las horas
del sueño, las horas dispersas que contabilizan los cuerpos
la vuelta a las miradas donde no hay nada oculto
donde la luz se manifiesta tesoro de los días.
Y eres vértice de vida adentrada en dominios perfectos
de infinita permanencia, en el placer que vibran
las horas y los días de castillos y torres donde la reina
de los jardines, rompe los cercos que pone la realidad del tiempo.
El Norte de Castilla destaca la participación de Alencart, De Diego y José Amador Martín
Danza en jardín de mi noche
tu impetuosa danza a través de la espuma,
a través de tu cuerpo,
cierra tus ojos y danza por tus sueños,
vuela ligera, como el tibio aire.
Danza, la danza infinita de los pies descalzos
de tu libertad. Ven sacude tus sueños,
tus sentimientos que viven en la luz
del éxtasis, de la dicha, esta tarde
infinita, con árboles y pájaros.
No te detengas, alma, sobre el borde
de esta armonía, que ya no es sólo de aguas,
ni de cielos batientes… ni de auroras
Es del pensamiento, dulce, al verte danzar
en el silencio libre sobre los abismos,
dulce, bajo el vértigo de las enredaderas celestes
sobre un jardín que flota en la luz pequeña
de tu danza y la mirada profunda de tu alma.
Danza, lleva de aquí para allá la mariposa profunda
ala del paisaje y del alma que vuela de otros mundos
hasta la altura de cielos como este que nos mira.
Danza y vuela con la lámpara en la mano,
hasta el centro mismo de la noche…
Danza a través de la espuma, a través del aire,
la danza libre de tus pies descalzos
y deja para mi sueño el crepúsculo íntimo de la tarde
que a la luz de la luna palidece al verte.
Sol de Diego en Salamanca
POEMAS DE SOL DE DIEGO
ENIGMA DEL DESEO
Hoy he regresado a tus besos,
al misterioso lugar escondido
donde en tu boca duerme el manjar de la ilusión,
servida por el banquete del recuerdo.
Hoy he regresado a la emoción
de encontrarte perdido en la memoria
y hacer tu cuerpo tierra de destino,
tus manos, apertura de mis sueños.
Hoy he regresado a la callada humedad,
al enigma del deseo, ritual sagrado
donde la piel se deja acariciar,
derramándose en la pasión del fuego.
Hoy he vuelto al banquete del amor,
al nacimiento alegre de la vida
que surge sin preguntas ni respuestas.
Hoy encendida en ti, desciendo al placer,
al lugar que nunca olvida,
el goce íntimo de tu amada alquimia.
Foto de José Amador Martín
ESCAPARATE DE EMOCIONES
Asustados, los sentimientos
se esconden en el vacío de la multitud.
La tarde sale de compras con la ilusión.
Pero hace tiempo que no encuentra abierto
el almacén de las caricias.
Allí, en el escaparate del corazón,
la moda de la vida se ofrece.
Y, sin embargo, no hay ropa ajustada
a mi medida.
Maniquís vestidos en la superficie
y, sin embargo, desnudos de emociones,
miran fijamente mi cara,
y yo siento que mi piel
es de la misma materia que la suya.
Y estoy quieta, sin vida, como una muestra
de lo que el deseo no puede alcanzar.
Todo se compra en la ciudad
en que el amor es una mercancía.
Tiramos de tarjeta para adquirir
los sueños que se envuelven en cajas
de cartón, ya sin destinatario.
Mi corazón es un número en la lista,
una nota perdida entre el recuerdo.
El egoísmo no tiene memoria,
y la pasión es solo ahora un capricho.
Perdida, perdida en la corriente
de los cuerpos que caminan por las
aceras metropolitanas, busco afecto,
aunque sea en las rebajas de verano.
Y aún queda, como tantas, una dura
hipoteca por pagar: la hipoteca amorosa
de los sueños.
Pareja enamorada, en Venecia
POEMAS DE ALFREDO PÉREZ ALENCART
Alfredo Pérez Alencart en el Fonseca (foto de Jacqueline Alencar)
MUJER DE OJOS EXTREMOS
(Jacqueline)
Mujer de ojos extremos: soy todo convulsión
durando en músculos de flamígero presidio; soy el juzgado
y condenado cuando me ausento a veces por el otro
tiempo de la manzana; soy el ángel rehabilitado
que te sigue con su ala de amor, gentileza
contra los bárbaros; soy el que desdeña pertenencias
que no hacen falta, manos en ardimiento,
violín flotando por aguas amargas, por soles trizados
pero siempre a tu lado, a las veintitrés lunas de tus huesos,
a tus noches henchidas quedándose para que bese
tus sueños y cosquillee tu torso hasta volverte
gacela del Líbano viniéndome cuidadosa.
Tú, que tienes de Querubina, alúmbrame con luciérnagas
y cuida mis desgracias, mis espectros de dos lenguas,
mis miradas deshilachadas, mi vida individual
y colectiva: cuídame hasta la última edad, diluvia
en mi fisiología, relaciónate, relígate, ora conmigo ahora
y en la hora del gozo, del llanto de la exacta realidad,
creando a fondo la comunión carnal y los vientos
favorables del espíritu.
Yo te necesito, mujer de seda y acero: necesito tus ojos
extremos para crucificarme tan de continuo,
para ser testigo de tus llamas sin corrupción, alimento
para mi supervivencia que ya rectificó su rumbo
y atraviesa tu noche única de prodigios como si hubiese
sido un sueño apretado a nosotros mismos,
en plena acción de tierras y cielos aplicándose
al oído tus susurros y los míos.
Mujer: espósame con invocaciones
que nombran lo amado, con emoción continua, con risas
que destellen eternidad y asedio a mis partes mortales,
aisladas por tu respiración en mitad de la almohada:
centro vivo, pulsación que me concierne, cerebro febril
gravitando en la certeza de mis manos, movimiento
libre de tus nervios principales en cuya rotación
nunca quedo a oscuras.
Mujer de ojos extremos: te cobijo ahora que sientes frío
y el ruido del mundo atasca historias a la orilla de tu río,
de tu bosque, de tu cielo de tantas estrellas,
allí donde bailé contigo baladas y promesas
hasta hacerse agua nuestra boca tan temprano, juntos los dos
pero distintos a todos, éxodo tras éxodo para gestar
al unigénito portador de todas las sangres
de aquellos forasteros
que nos legaron un corazón alejado del odio.
Yo te beso,
mujer madurada bajo el roce íntimo
de mis días vertiginosos.
Te beso
porque cabes en mis brazos
y giras tu curva esplendorosa
para que te respire
como a la esposa del amor
que está junto a mí
en todas las resurrecciones.
Noticia en La Razón, destacando la inclusión de Alencart
AÑO NUEVO
La orquídea
que te ofrezco hoy,
brotó el año pasado,
princesa.
Es flor cuidada
en el invernadero
de mis entrañas.
Acéptala.
No importa que otros
la estimen cosa
de instantes.
También
la aurora lo es,
pero renace siempre,
como el amor
que te entregué
el siglo pasado,
princesa.
A. P. Alencart y Jacqueline Alencar (foto de José Amador Martín)
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