El poeta Hilario Martínez Nebreda
Crear en Salamanca desea no olvidar la obra del poeta Hilario Martínez Nebreda (Quintanaortuño, Burgos, 1945 – Madrid, 2020), quien en vida publicó, entre otros, los siguientes poemarios: Almanaque de piedra (2000), Hombres del esparto y la ballena (2012), Llagas en el mar (2013), Esbozos de Platón en los labios de una musa (2014), Es-cupido de mis cantares (2014), Cantar de mío cantar (2015), Heridas de piedra (2016), Oráculo de Kíos (2017) y El caminante y la luna. Cancionero 1966-2016 (2010), la mayoría de ellos publicados por Vitrubio. En Salamanca fue amigo de Verónica Amat, Francisco Javier Sánchez y Alfredo Pérez Alencart, entre otros. Y aquí varias veces leyó sus versos, la última vez en la Sala de la Palabra del Teatro Liceo, el 19 de octubre de 2018. Esta selección ha sido hecha por A. P. Alencart.
Fotografía de José Amador Martín
POÉTICA
En el Alfoz de Ubierna, donde recios Murbogos
pastaron sus ovejas, he visto azul la luz,
desde la cumbre de los rotos páramos.
“¡Castilla!”… resonaba el eco de una
voz redonda y dorada como parva.
Aquel día empecé a pretender
Evocar a la tierra, la mujer y la casa:
ser un pastor de la palabra pura.
Provocar con el viento, que provoca
en el agua, la mano de los hombres.
Invocar, reclinado en la piedra ante al ángel
que pasa por delante de la puerta.
¿Cuándo temblores de garlopa? ¿dónde?
¿en qué lugar y tiempo?…
Hacia la proa, en el mástil de un barco,
contando el corazón de las estrellas.
En mi cuerpo de ciego,
mazmorra o túnel sórdido.
Todo como en el aire,
asomado al suspiro del tirso en la cuneta
y al ¡ay! de la amapola. Y, sin embargo,
de cal, blanco, a pesar de ser oscuro,
en la piedra, lugar de mi almanaque.
Me refiero no al tiempo primordial,
círculo mítico, sino a los días
donde mi alma registra libre su voz poética.
Martínez Nebreda en su última lectura en la Sala de la Palabra (2018)
LA MESA
La mesa familiar que soñé llena de hijos
está en tu vientre virgen de nogal y de almendro.
Pero dame un rincón, para ver respirar
alegres a tus vivos y rezar por mis muertos.
(No extrañes hoy mi cuerpo, ayer fuerte, bastón
de desvalidos. Frágil, vara sin flor, se corva
de soledad)… O asiento tan solo en una esquina,
donde nadie me huela el sudor de las botas.
Nunca le falte, ¡oh, Dios! el pan de cada día.
Abunde en su despensa el manjar que no tuve
(ocupado en amar olvidé ser amado).
Bendícele la mesa y beba un vino dulce.
Despiértame, si duermo, con tierna mano, leve,
que me iré a respirar el viento de la mar.
Fotografía de José Amador Martín
EL MENDIGO
A este pobre mendigo
de corbata planchada,
entre moscas que rutan
salivas en su boca
abierta, le conozco
de siempre, echado aquí,
en la puerta del Metro
Sur de Carabanchel.
Con ojos de legañas,
semejante a dos grutas
en el mar. Sin los pies,
oquedad como nieblas
que la madre afligida
nos grita en su dolor:
“¡pobre, hijo mío. Rota
parcela… minifundio
de mendrugo de pan!”
No maldice la calle
de señoras ociosas
con sus perros lanudos.
Arácnido de pálida
mudez que no rechista
de verse des-nacido.
Fotografía de José Amador Martín
GAUDÍ
Hijo de la tierra, trazado al viento
vertical con hechuras de la llama
de Elías y Moisés en el Tabor…
Por no mirar la tierra ve en un éxtasis
el cielo y los senderos de la luz.
Dijeron: “una máquina le rompe
el corazón”… pero sus ruedas giran,
celebran la ventura de la muerte
como viva aventura era la piedra.
Por él, en Cataluña, el arte, huérfana
el alma, alaba a Dios salmos de gloria.
¡Oh! celestes son la piedra y floresta,
el sol y el animal, el hombre y su ángel,
como temblor e infierno su demonio.
CANTAR
La lejanía, pudor de la noche nos seduce,
minero de una sima eflorescente.
Y la luna mimosa,
como la mano del pastor al manso.
¡Oh, amada mía, tan amena y dulce, tan suave!
¡qué efímeras las horas debeladas al amor!
Rubio jamelgo de cumbres ignotas
en nosotros abreva.
Cohetes y bengalas estallan los efebos
del jardín y, de pronto, quiebran débiles.
Nos funden las mejillas a trallazos
de silencio y de lágrimas.
¡Milenios! sí. ¿Miríadas? no, nadie.
Ninguna juventud pudo hacer
que fuera inmarchitable la fugaz
elíptica de un astro.
Igual que Prometeo encadenado,
la mujer a la vida.
Atisbar quiso un día los fulgores
de la felicidad. Pero, si raudo
el tiempo de la luz, más engañoso.
Por eso quiero, que en distancia y nube,
nunca puedan violarte la pureza.
Obediente a parir, inseminada
de estrellas, un espacio sideral.
Fotografía de José Amador Martín
LA NORIA
Curvo con este alicate
(mi cuerpo) latir de sangre.
Y existo…
Pre-ocupado
por un conjunto de risas
necias de barro y de lata
que nos apremia fregar.
Cabalgo un corcel de guerra.
Su lengua lame mis páginas
nunca escritas…
Luego soy
de la tierra con perfume
de flor, de piedra y de río.
Recostado en vuestra mesa,
os rogaría tres cántaros
a mi sed, y mano cálida,
antes de venir la nieve.
Al final, nos damos cuenta
de ser un pozo de torpe
noria que gira oxidada
y nos hambrea la vida.
¡OH, MUJER CANTO!
¡Oh, mujer canto, carmen pasajero!
presente en mi deseo como eterno.
Por no serlo sufrí la noche, invierno
en primavera y pájaro de agüero.
Adiestrado en las mañas del arquero,
puse freno y olvido al pico tierno
derribando su vuelo hacia el averno
con flecha dolorosa, bien certero.
Todo sombra y de frío, negro raso
me persigue y las hojas del otoño
arrastra por las aguas al ocaso.
Y tan terco el deseo que, en madroño
ardido por el rayo, hizo vaso
donde el pájaro bebe, del retoño.
Fotografía de José Amador Martín
1 Vino la mujer en sueños de vino ¿Qué me agarra con uña en remolino ¿Qué es esto, preguntaba, si no es tierra Lo que ves que te apresa es una perra
2 «¡Venid, estoy bebiendo las estrellas!” Pues también con La Cava y sus doncellas ¡Oh, los vinos!… ¡catadlos en Logroño, Noé, un majuelo de vides en retoño.
Fotografía de José Amador Martín
|
ALMANAQUE DE PIEDRA
Percepción del tiempo como piedra, umbilical
Omphalos o serpiente
en cóncavos espejos.
Cimiento de la casa,
piedra a piedra, que en proyecto cobija.
Piedra-casa, de tránsito. Laberinto,
al silencio habitado de la noche.
Tiempo de lo posible. Sitio y suelo
donde el hombre se encuentra con el ser
que le viene de Otro.
Todo como en el aire… Y de camino,
porque los ojos son mi pasión de vivir.
“En tanto que la palabra funda el ser,
me encuentro en la profundidad del ser en esa tarea”
HILARIO MARTÍNEZ NEBREDA
Deja un comentario
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.