Alfredo Pérez Alencart y Miguel Elías (foto de José Amador Martín)
Crear en Salamanca tiene el privilegio de publicar los textos inéditos que el poeta Alfredo Pérez Alencart, profesor de la Universidad de Salamanca y coordinador de los prestigiosos Encuentro de Poetas Iberoamericanos, escribió para la nueva exposición de su amigo-hermano Miguel Elías, la misma que se acaba de inaugurar en la Iglesia de Calvarrasa de Arriba bajo el título de “A la sombra del Silencio: Juan de la Cruz – Miguel Elías. Esta exposición, comisariada por José Ramón Campos y que podrá ser visitada hasta el 20 de mayo, sigue la estela de la magna muestra que el destacado pintor hiciera en el edificio de la Salina y dentro del XXII Encuentro de Poetas Iberoamericanos. La propia Diputación de Salamanca se ha encargado del catálogo, carteles y pancartas de esta nueva exposición.
PRIMERA SERIE
I.
Sumergido en el silencio
tu lenguaje celebra el color
que alberga cada sílaba
anotada por un alma
ciertas noches más oscuras.
Portada del libro de autor de Miguel Elías con textos de Alencart
II.
El pájaro en la rama,
sin cantos por el jardín.
Y tú, en ese silencio,
saciándote en lo hondo.
Pinturas de Elías y versos de Alencart
III.
En sigilo enseñas todo tu ser,
a trazos, bosquejando y pintando
hasta que desemboque la luz.
Otra imagen del libro de autor, de Elías y Alencart
IV.
Terreno blanco el lienzo
antes de cambiarte la vida.
V.
Un pincel zigzagueando el silencio.
Silencio, de Miguel Elías y A. P. Alencart
SEGUNDA SERIE
I.
Tu fuerza es el silencio,
esperando la Palabra única
o la contraseña
para comenzar los días
del resarcimiento.
II.
Calladamente
te abres paso en la noche,
hasta que el milagro
recobre su color.
Miguel Elías en la inauguración, explicando al numeroso público su propuesta. Atrás pintura suya y versos de Alencart
III.
Entrañas el Cántico
y lo esparces en el silencio
de las telas.
IV.
Sabes que en una imagen genuina
el tiempo no pierde la vida.
V.
Tu pintura: hambre de silencio.
Portada del catálogo
POR LAS CUMBRES DEL SILENCIO
(San Juan de la Cruz)
El silencio te detuvo en su grandeza
sobre una cumbre que da al universo,
a la viva incandescencia,
a la resurrección del Amor codiciado
llevándote más adentro.
Entonces rememoras grandes salmos
propicios para la hora blanca
y el trabajo espiritual extendiéndote hacia Él
por cielos no descubiertos,
por relámpagos de estío
o por la quietud continua de firmamentos
y ángeles revelando tierras maravillosas
en toda estrella cualquiera.
Callado habitas y calcas el silencio,
fiel a ti mismo y al Amado del verbo perfecto
en incesante mutismo creador,
sin apoyos del sonido
entre la niebla que enturbia
la máxima Presencia.
Así, en lo silencioso del aire,
estás callado al mismo tiempo que Dios,
espíritus solos gestando hermosuras para algo,
ayudados por el silencio,
dando vueltas y más vueltas
como altos pájaros resguardándose
lentamente en el infinito.
Sabes que a Dios se le habla con el sentimiento
y por ello te alejas de los gritos,
de las murmuraciones de la realidad desquiciada,
de los aspavientos…
Silencio y pasión moviéndose hacia tu yo,
nutriéndote plenamente
para la anunciación del Amor por el centinela,
que es lo inmenso, lo arcano,
lo que desanochece el eterno añil del mundo.
Por las cumbres del silencio,
alejado de los panales amargos, tu humilde
faena y tu poderosa fe
siempre te conducen al Amado
que reconoces como tu única realidad invicta.
(Para Miguel Elías, amigo-hermano)
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