En palabras de José Luis Puerto, escritor que prologa el libro, “hay en la poesía de Asunción Escribano un decir suave, un decir íntimo, un decir ligero, un decir claro, un decir emotivo, pero, al tiempo, un decir marcado por la intensidad, para expresar un itinerario vital, para convertirse en una suerte de profesión de fe: fe de vida, fe de amor, pero fe también en el ser humano y en el mundo, orientada por la brújula de un humanismo hecho espíritu, que la convierte en una biografía para todos, en una cartografía de la vida del espíritu”.
Asunción traza retazos cotidianos de amor, como pequeños mosaicos, todos ellos formando parte de un gran y hermoso mural que es su libro. Poesía desnuda y condensada, intimista que retrata el interior del alma haciéndola salir fuera… Poesía del instante que pasa y vuelve en el recuerdo emocionado de un verso, de una imagen que pinta su alma.
Con su libro nos da la medida de su poesía, poesía de la buena, de la de verdad y muy en la línea de la sencillez, alejada de un discurso expositivo. El poemario “Solo me acarician alas” marca la diferencia entre exponer y sugerir. Asunción esboza, sugiere, desde dentro y para adentro y deja que nosotros, lectores, cerremos el círculo del libro y seamos los que encontremos el tesoro, después de interpretar y recorrer el laberinto de la palabra, para encontrar su salida. Para emprender el vuelo que en la poesía de Asunción Escribano “es el vuelo del querer ser, del querer existir en plenitud, una plenitud marcada por la huella del amor, como huella salvadora del ser”. (José Luis Puerto)
La poesía es la magia, el encantamiento, la capacidad de sugerir estados de ánimo, situaciones, sentimientos, incluso sin nombrarlos, sin que tan siquiera seamos capaces de vislumbrarlos. En ello radica el talento del poeta, la capacidad de mostrar lo que otros ya dijeron, con palabras parecidas, porque hay sentimientos que permanecen que son casi idénticos y que son capaces de tocarnos en el fondo un instante, de llevarnos un segundo a la felicidad, de abanderarnos bajo la patria de su lenguaje… o de hacernos pensar para situarnos fuera de nosotros, en otra dimensión, en otro plano que trasciende, hay versos bellísimos de soledad: “”no me dejes morir sola en el engarce infinito de las horas” y de la existencia”,
Asunción también acaricia la luz, vuela por la luz de sus paisajes hasta hacerlos infinitos
“Me acuno en su ritmo, en su empuje,
en el golpe exacto de su hacer,
para recogerme más tarde, y siempre,
en el cauce infinito de la luz”
Con su palabra nos lleva a las fronteras de su corazón, de su pensamiento, desnuda sus sentimientos para todos, se muestra por dentro acompañada de Fernando a quien constantemente se refiere con la magia de los versos… (Tu nombre me sueña pura y frágil. “Cómo no dedicarte mi mirada y mi horizonte, mi caricia y mi palabra de futuro… Cómo no admitir el silencio como única promesa en nuestras vidas… Tú certificas mi existencia. Tu nombre me reclama, su sonido habita mi caverna, y me sueña lenta pura y frágil, extendida al firmamento de tu rúbrica”…)
Vuelo, luz, palabra…para llevarnos a su mundo interior para mostrarnos su alma en la intimidad de sus versos que acarician nuestro corazón a medida que profundizamos en ellos, palabras que ponen alas
“Has sembrado mi vida de palomas
Que me impiden escribir
Sobre el dolor del tiempo
O la nada que acecha tras el triunfo.
Esta noche, entre nudos de silencio
Y reflejos blancos,
Solo me acarician alas”.
Las palabras de Asunción en “Solo me acarician alas” son ventanas abiertas a la noche, que mágica se extiende a través de las sombras y tienen alas al igual que los barcos que cruzan los cielos. En sus palabras la vida que soñamos, sorprende con la mañana, de los sueños que se fueron… y la ventana queda vacía. Más allá nos queda el infinito, de los versos los paisajes que acaso hemos llegado a comprender a través de los versos de este poemario.
José Amador Martín ( 6 julio 2012)
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