El poeta Leoncio Luque Ccota
Crear en Salamanca tiene la satisfacción de publicar algunos poemas del peruano Leoncio Luque Ccota (Huancané, Puno, 1964). En 1990 funda la agrupación poética Noble Katerba. Ha obtenido los siguientes premios: I Concurso Internacional de Poesía Fernando Charry Lara – Colombia (2015), el 3er. Premio Nacional de Cuento 2013, la XVI Bienal Internacional de Poesía – Premio COPÉ DE ORO (2013) y el 2do Premio Nacional de Poesía Horacio Zevallos 2009. Entre sus libros, podemos encontrar Por la identidad de las imágenes (1996), En las grietas de tu espalda (2001), Crónicas de Narciso (2005), Exilio Interior y otros poemas devastados (2011), Igual que la extensión de tu cuerpo (2014) y el libro Más allá de mi mirada (2015) y Dejo mi sombra. Entrega de memoria (2016). Participó en diversas Festivales de poesía en Latinoamérica: Chile, Cuba, Argentina, Bolivia y Colombia.
Estos poemas forman parte del libro Dejo mi sombra, ganador del Concurso Internacional de Poesía Fernando Charry Lara (Colombia)
PRÓLOGO DE MI MUERTE UNO
Es duro: pero la resignación hace más soportable
Aquello que no se puede cambiar.
HORACIO, ODA XXIV
Yo Matías Luque Aruquipa
I. Postrado entre quebradas experiencias
II. Vaticinando desdichas, usanzas, entre hojas de coca amarga.
III. Postrado, enfermo, estoy en cama de metal envejecido,
IV. Entre pausas y lágrimas del silencio juyphi.
V. En este momento anuncio estar en mi juicio
VI. Como un yatiri sin oficio
VII. En plena facultad y razón,
VIII. Para decir lo que pienso y siento.
IX. Expreso que soy mayor de edad y casado
X. Con doña Catalina Huanca Sejje
XI. Hasta el último día de mi infortunio.
XII. Dejo todo de mí, el mundo y su fuego,
XIII. El temblor de mi vida cercana para mis hijos,
XIV. El templo y el navío, para mi esposa
XV. Y para los amigos la sabiduría que otorga
XVI. La forja de la amistad en el tiempo.
XVII. Y así surco por el canal de lo tranquilo al wiñaya pacha
XVIII. Por la vida que me queda entre borrones mirada.
XIX. Sin molestia alguna.
XX. Como dije al principio,
XXI. Y si no dije, lo digo ahora,
XXII. Soy labrador de plumas sin acierto
XXIII. E ideas ancestrales que la naturaleza confiere
XXIV. A quien lo busca.
XXV. He vivido muchos guarismos
XXVI. Por singulares caminos
XXVII. Que no son suficientes
XXVIII. En esta edad caduca.
Pintura del puneño Mosh
Soy peruano
- Por todo los poros.
- He caminado
- Por indivisos lados y pasos
- Surcando en el alba preñada de alegría
- Para reconocer a los amigos
- En las carencias y turbiedades
- Ya en el crepúsculo
- De los corazones desechos.
- He esperado la vida re picante
- De verde pámpano y sequedad del altiplano.
- He vivido en Quencha de suaves nubes
- Como algodones oscuros,
- Un lugar que ustedes no conocen y
- No podrán conocer,
- Donde la naturaleza
- Es hermosa cortando los vientos
- A toda hora.
- Soy propietario de todo las hierbas y árboles
- De piedras, surcos y animales que surcan mis pasos
- Soy propietario de mis sueños
- Lo que dejo a mis hijos
- Como herencia.
Pintura de Moshó
- Estoy idóneo bajo una dolorosa queja
- Que me hace temblar el comienzo del fin
- Las familias desfilan como códigos morse
- Sin decir nada
- A pesar del lamento
- Y mi voz triste que encaja en cada oído;
- Dejo este lugar anticipadamente
- Por voluntad propia para esculpir mi destino.
Luque entrevistado cuando ganó el reconocido premio Copé de Poesía, otorgado por Petroperú
- He acordado otorgar antes de tiempo
- Mi testamento de paz conmigo mismo
- Como un verdadero poema digno de redención
- Sin defecto, como una hierba verde floreando
- A favor de mis hijos que serán ecos en el mundo:
- José, Ignacia,
- Guillermo y Concepción,
- Los que están a mi lado
- Llorando de espanto parados en hileras
- Que me parte el corazón reseco de vida;
- Y los otros hijos, que tuve
- Murieron
- En primer matrimonio,
- Como son Remigio, Domingo,
- Manuela, Juana y Gregoria
- Que florecieron solteros serpenteando por la vida
- Y fallecieron cuando aún soplaba el viento de agosto
- Con tanta fuerza desmadejando los techos de las casas
- Sin excepción alguna en cólera de tambores y pututos.
ARCO IRIS
- Centro giratorio abolido por el tiempo
- Parcela morada de mis ancestros
- Sagrada e inerte que renace para nombrar los perfiles
- Del alma aimara
- Parcelas intocadas que colindan al principio del mundo andino
- El mundo es una hermandad de origen oculto
- Que construí con Mariano y Benito, amigos de la misericordia.
- A quienes conozco
- Desde hace mucho tiempo
- Acariciando el viento, la paz de los astros que acaricia su rostro
- Nos conocimos jugando por estos cerros azules y verdosos
- A no perdernos en la soledad de la lluvia perpetua
- Que mojaba nuestras vidas
- Entre eucaliptos y vizcachas agoreros
- Que luego han ido desapareciendo
- Con relámpagos deslumbrantes que conformaban
- Nuestra edad de viento inmaduro
- Y arco iris como bandera que nos saluda
- Que nos vigilan antes de sucumbir en nuestra lengua
- Y a quienes consideramos: Amigos
- En resistir los males de cada día.
Entrevista a Luque Ccota
TESTIGO DE VIDA
- Qué quieta la cansada rigidez de las palabras
- Que descubro puridad en esta propiedad
- Que es testigo de mi vida circular.
- Por el extremo de la posesión colindo con Santos,
- Con quien hemos facturado explorando
- Esas batallas de jóvenes
- En un ardor árida de palabras vehementes
- Que no nos llevó a ningún lugar sino
- En oír esos ecos de mundos extraños desde los cerros
- En la orfandad del olvido luchando en oscuros túneles del pasado
- En juegos matutinos atascado en nuestro exilio reposo
- Cerca de la zanja de la división que divide al hombre para existir
- En los caminos tejidos de nuestra vidas
- Pero no, de nuestra vida
- Sino en sueños que escapan ahora.
- Hasta la belleza en hastío
Otra pintura de Moshó
ARANDO LOS PASOS
- Por la derecha descubro mi mundo esa sorda existencia
- Esa consistencia que devela mi secreto
- Por donde camino sin pulsar mi corazón
- Que colinda con el mismo testador.
- Soy líquido enfermo y agitado
- Yerma buscando un existir confuso en mi íntimo espacio
- Poeta romántico que sublime consultas a un yatiri
- Alma vapuleado por el viento
- Que lucha con sus espejos de galerías sin límite
- Poeta que no escribió nada
- Sino a la vida misma: sobre el dolor y la soledad
- Arando los pasos de mi familia
- Entre guijarros de fantasmas ancestrales
- Mirando la tierra de fuego que añora el pasado
- Que nos llama oler de cerca sus aromas de papa fresca
- Cosechada apenas como un milagro de nacimiento
- Y los pilpintos que revoletean como flores
- De ojos verdes.
Pintura del artista Moshó
JILATAS Y KULLAKAS
- Por la izquierda tendido
- Espero mis pasos de soledad
- Esos dominios de abismos
- De sentidos ajenos que reclamo
- Entre travesías de caminos truncos
- Colindo con Mariano, aquel huraño amigo
- Huyendo de su muerte
- Con el mismo aguafiestas de siempre
- A quien aguanté sus reclamos de indiferencia.
- Zalamero y de apariencias clamores
- De ideas huecas
- Conforma mi amistad y generación.
- Hermanos y hermanas
- Este es el lugar donde alguna vez
- Nos hemos escondido rumoreando
- Entre jilatas y kullakas
- Para hurtar el tiempo, el tiempo sombra
- Sin darnos cuenta
- Que el tiempo nos robaba la vida
- Y que moríamos de a poco
- Sin ningún alivio que esta soledad de fantasmas
- Desesperándonos los sentidos.
Leoncio Luque Ccota
NOTAS Y GLOSARIO
Matías Luque Aruquipa nació en 1881 -1941. Su madre era de Bolivia, ya que este apellido no existe en Huancané.
Catalina Huanca Sejje, es la segunda esposa de Matías, a quien raptó muy joven, sin conocerla, era la costumbre del tiempo.
Gabriel Luque fue padre de Matías Luque, pero el hijo incrementó las propiedades realizando compras de terrenos en la parcialidad de Quencha.
José hijo mayor de Matías Luque, que le robó el dinero, por lo que cayó enfermó y por lo cual murió: de pena.
Guillermo Luque Huanca, se casó con Damiana Ccota Quispe, con quien tuvo seis hijos.
Juyphi: Helada
yatiri: Adivino andino de la muerte
wiñaya: Siempre, perpetuo, sempiterno
pacha: Universo, mundo; conjunto de todas las cosas creadas. Cosmos. Espacio, tiempo.
Testador: Comerciante y viajero, reconocido y respetado por la comunidad, por su honestidad y trabajo permanente.
Pilpintos: Mariposas en aimara.
Jilatas: Hermanos en común (un saludo de encuentro)
Kullaks: Hermanas (en la cultura aimara a toda dama se le trata con cariño como hermana)
Leoncio Luque con sus dos últimos poemarios
COMENTARIO DE RICARDO AYLLÓN
Leoncio Luque Ccota ha demostrado ya, desde su poemario anterior, “Igual que la extensión de tu cuerpo” (2014), ganador del Premio Copé, que la vuelta a las raíces, que el escuchar el llamado del lugar de origen, es siempre fuente viva para el corazón. Según lo que él mismo nos informa, “Dejo mi sombra. Entrega de memorias” (Ediciones Universidad Central, 2016), ganador del Concurso Internacional de Poesía “Fernando Charry Lara” Colombia, 2015, es la continuación del referido poemario. Pues sí, he aquí que volvemos sobre aquella voz en primera persona de aquel antepasado suyo legando para el lector la riqueza de su raza, de su cultura, su identidad y su memoria ancestral.
Y lo hace, como siempre, asentando el fuego de su palabra en la tierra, un elemento que desde su representatividad aviva en el protagonista lírico aquella emoción totalizadora que la constituye, es decir como fuente de vida, amparo y patrimonio; en suma, aquello que ha significado la madre tierra para el peruano andino, o altiplánico-aimara en este caso en especial. Pero esta conmoción consigue un particular acento con la carga de la muerte, de la partida, de la agonía humana del protagonista lírico que hace que el discurso funcione como un original autorresponso: “Pero yo aguardo con esperanza mi muerte / y permanezco atento como el sol, / que se anuncia en el morir” (p. 19).
Conozco poco los rituales de preparación para la muerte en la cultura andina, y debo entender que cada una de las culturas peruanas tiene sus singularidades en este aspecto, ya sea en forma de cantos, de danzas o discursos. En el caso de este libro, el lector ‘oirá’ la voz de la partida del protagonista quien va dando cuenta de los linderos de sus propiedades. En este propósito, nos presenta los elementos naturales, culturales, sociales de su entorno, manejando para este logro un lenguaje cuyo estilo consigue envolvernos súbitamente en una esencia que paladeamos como innata, natural, en el que no se ha hecho el mayor esfuerzo para su elaboración.
El paisaje, la labor agrícola, el trascurrir del día, la miseria, la soledad, la demanda social, ciertos hechos históricos, los dispositivos de la tradición oral que dan soporte a la personalidad aimara, y alrededor de ellos la presencia de personajes lindando (cada cual con su propia forma de ser) con el protagonista lírico, constituyen la envoltura de aquella entidad discursiva por la que avanzamos sintiendo que estamos frente a un necesario legado. A uno que no solo habla para sus congéneres (en la ficción poética), sino también para los atentos seguidores de una poesía que busca ofrecer nuevas versiones de nuestra íntima pero diversa cultura ancestral.
¿De qué forma concebir y entender esta diversidad sino se tiene la posibilidad de recorrerla físicamente? He aquí la creación literaria como una tabla de salvación, o mejor aún, como la versión anímica de un creador como Luque que en su necesidad identitaria jamás se desdijo de su cultura y sentirse salvado así por sus ancestros.
La cultura aimara se ve confortada, respaldada aquí, por el lenguaje que se deposita sin el prejuicio de pensar que llegará a lectores ajenos a aquella y, en el contexto verbal del español, pueda parecer disonante. No, todo lo contrario, aparece más bien para conceder sustento al ritmo, a la musicalidad resultante alcanzada por el autor tras darse el gusto de incluir vocablos de aquella lengua. Y esto se nota mejor cuando caemos en la cuenta que los versos son más cortos respecto del poemario que lo precede. Tal brevedad (quizá debamos decir precisión) parece nacer también de una intencionalidad diferente al anterior libro (pese que este es su continuación), como si en este volumen el poeta siguiera el ritmo más detenido, ajustado, de la respiración de un protagonista lírico que siente a la muerte más próxima.
Estimo en lo particular que se trata, también, de un afán de simplificación, de procura de la sencillez para que el lector aproveche mejor los elementos del paisaje cultural propuesto por el poeta. Los versos se plasman esta vez con la contundencia natural de quien ya ha conseguido familiarizarse con aquellas raíces que llegan para refrescar su creación lírica en general. Las palabras atizando el fuego del reencuentro con un lector peruano (latinoamericano) que necesita no solo del conocimiento sino también del sentir de las entrañas terrígenas.
Las siete entregas de este libro reinventan, recrean, reimpulsan la emoción que buena parte de la nación aimara guarda para nosotros. Y Leoncio Luque nos despierta, nos saca de la sequedad y de la indiferencia occidental para que, como rezan algunos de sus más intensos versos, bebamos “como niños jugando con el cielo / sonriendo dentro de nuestra soledad / después de una sequía”.
Ricardo Ayllón
Ricardo Ayllón. Escritor, periodista y editor peruano. En poesía ha publicado: “Almacén de invierno”, “A la sombra de todos los espejos” y “Un poco de aire en una impura”. En narrativa, es autor de los volúmenes “Monólogos para Leonardo”, “Baladas del Ornitorrinco” e “Imberbes”. Su poesía y narrativa aparecen en varias antologías nacionales. Participó en la redacción de revistas literarias de alcance nacional. Como periodista cultural, es autor del libro de entrevistas “Las preguntas del Ornitorrinco. Diálogos con la literatura peruana”. Dirige el sello Ornitorrinco Editores.
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