Entrada a Salamanca, de Miguel Elías
Crear en Salamanca publica con satisfacción tres poemas escritos por por los notables Rubén Darío, Jorge Luis Borges y León Felipe. El primero aparecerá publicado (junto con su traducción al estonio realizada por Juri Talvet) en la antología AL HIDALGO QUIJOTE, coordinada por el poeta A. P. Alencart como parte del XIX Encuentro de Poetas Iberoamericanos que esta XIX Edición rinde homenaje a Miguel de Cervantes, poeta. Los segundos serán leídos este lunes por el rapsoda salmantino José María Sánchez Terrones en el acto organizado por la Asociación Vecinal del Barrio del Oeste (ZOES).
Rubén Darío, por Miguel Elías
RUBÉN DARÍO
(Metapa, 1867-León, Nicaragua, 1916)
UN SONETO A CERVANTES
A Ricardo Calvo
Horas de pesadumbre y de tristeza
paso en mi soledad. Pero Cervantes
es buen amigo. Endulza mis instantes
ásperos, y reposa mi cabeza.
Él es la vida y la naturaleza,
regala un yelmo de oros y diamantes
a mis sueños errantes.
Es para mí: suspira, ríe y reza.
Cristiano y amoroso y caballero
parla como un arroyo cristalino.
¡Así le admiro y quiero,
viendo cómo el destino
hace que regocije al mundo entero
la tristeza inmortal de ser divino!
Miguel de Cervantes, por Miguel Elías
SONETT CERVANTESELE
Ta Ricardo Calvo
Mu üksilduse pikki tunde täidab
nukrus koos masendusega. Ent hea
Mul sõber on – Cervantes. Mahendab
Mu kibeduseviive, puhkab pea.
Ta elu on ja loodus – mõlemad,
Mu ekslevaile unelmaile kiivri
Ta kullast, teemantidest pähe seab.
Just mulle õhkab, naerab, palvetab.
On kristlane ta, armunu ja rüütel.
Ta kõne on kui vulin allikal.
Nii austan, kalliks teda pean,
Sest näen, kuis saatus soovib,
Et rõõmustama paneb kogu ilma
Vaim jumalik, ta surematu kurbus.
(Traducido al estonio por Jüri Talvet)
Tõlkinud: Jüri Talvet
Jorge Luis Borges, por Miguel Elías
JORGE LUIS BORGES
(Buenos Aires, 1899 – Ginebra, 1986)
NI SIQUIERA SOY POLVO
No quiero ser quien soy. La avara suerte
me ha deparado el siglo diecisiete,
el polvo y la rutina de Castilla,
las cosas repetidas, la mañana
que, prometiendo el hoy, nos da la víspera,
la plática del cura y del barbero,
la soledad que va dejando el tiempo
y una vaga sobrina analfabeta.
Soy hombre entrado en años. Una página
casual me reveló no usadas voces
que me buscaban, Amadís y Urganda.
Vendí mis tierras y compré los libros
que historian cabalmente las empresas:
el Grial, que recogió la sangre humana
que el Hijo derramó para salvarnos,
el ídolo de oro de Mahoma,
los hierros, las almenas, las banderas
y las operaciones de la magia.
Cristianos caballeros recorrían
los reinos de la tierra, vindicando
el honor ultrajado o imponiendo
justicia con los filos de la espada.
Quiera Dios que un enviado restituya
a nuestro tiempo ese ejercicio noble.
Mis sueños lo divisan. Lo he sentido
a veces en mi triste carne célibe.
No sé aún su nombre. Yo, Quijano,
seré ese paladín. Seré mi sueño.
En esta vieja casa hay una adarga
antigua y una hoja de Toledo
y una lanza y los libros verdaderos
que a mi brazo prometen la victoria.
¿A mi brazo? Mi cara (que no he visto)
no proyecta una cara en el espejo.
Ni siquiera soy polvo. Soy un sueño
que entreteje, en el sueño y la vigilia,
mi hermano y padre, el capitán Cervantes,
que militó en los mares de Lepanto
y supo unos latines y algo de árabe…
Para que yo pueda soñar al otro
cuya verde memoria será parte
de los días del hombre, te suplico:
Mi Dios, mi soñador, sigue soñándome.
León Felipe, por Miguel Elías
LEÓN FELIPE
(Tábara-Zamora, España, 1884 – Ciudad de México, 1968)
VENCIDOS
Por la manchega llanura
se vuelve a ver la figura
de Don Quijote pasar,
Y ahora ociosa y abollada va en el rucio la armadura,
y va ocioso el caballero sin peto y sin espaldar,
va cargado de amargura,
que allá encontró sepultura su amoroso batallar.
Va cargado de amargura
que allá «quedó su ventura»
en la playa de Barcino, frente al mar.
Por la manchega llanura
se vuelve a ver la figura
de Don Quijote pasar,
Va cargado de amargura,
va, vencido, el caballero de retorno a su lugar.
¡Cuántas veces, Don Quijote, por esa misma llanura
en horas de desaliento así te miro pasar!
¡ Y cuántas veces te grito: Hazme un sitio en tu montura
y llévame a tu lugar;
hazme un sitio en tu montura,
caballero derrotado,
hazme un sitio en tu montura,
que yo también voy cargado
de amargura
y no puedo batallar!
Ponme a la grupa contigo,
caballero del honor,
ponme a la grupa contigo
y llévame a ser contigo
pastor.
Por la manchega llanura
se vuelve a ver la figura
de Don Quijote pasar.
Don Quijote y Sancho, por Miguel Elías
Homenaje a Cervantes en el Barrio del Oeste
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