Rostros de Don Quijote, de Miguel Elías
Crear en Salamanca tiene el privilegio de publicar los poemas deAntonio Salvado (Portugal), Jesús Fonseca (España), Helena Villar Janeiro (España) y José Ben-Kotel (Chile-Israel). Son textos inéditos y aparecerán publicados en la antología AL HIDALGO QUIJOTE, coordinada por el poeta Alfredo Pérez Alencart como parte del XIX Encuentro de Poetas Iberoamericanos que esta XIX Edición rinde homenaje a Miguel de Cervantes, poeta.
António Salvado, por Miguel Elías
ANTÓNIO SALVADO
(Portugal)
A D. MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA,
Y A LOS INFORTUNIOS DE SU VIDA
Fueron más bien certezas las proezas
de tus personajes que la ventura
que acompañó la vida de incertidumbres
que recorriste en soledad, tumultos.
De prisión en prisión, tu genio amordazado
por la ponzoña ardiente de enemigos
venció el tiempo: no contado en días,
pero sí en una luz fija de eternidad.
Triunfaste sobre todo y todos,
convirtió inmortal tu pena y sueño
y traspasó límites de horizontes
porque fue esperanza ayer y es esperanza hoy.
Las velas de los molinos en la distancia
continúan diciendo en suave brisa
que la batalla a toda hora sera ganada
y que el futuro en tu obra brilla.
Traducción de A. P. Alencart
Jesús Fonseca, por Miguel Elías
JESÚS FONSECA
(España)
SUEÑO Y VERDAD
Tenemos un contador de historias,
que es el señor Don Miguel de
Cervantes, en su intento de abarcar
lo inabarcable. Tenemos un caballero
desobediente y un escudero audaz,
que frunce el ceño a cada paso,
en un callejón sin salida por los
caminos arrugados de España.
Tenemos a dos hombres que transitan
un mundo de veras y de burlas, desde
el vaivén equívoco —perfectamente
equívoco—, de apariencias y falsas
señales que anuncia el conflicto
entre sueño y verdad.
Tenemos el desvarío de dos hombres en
sus límites, en su búsqueda del paraíso.
A esto se reduce el ensueño cervantino.
A esto y a la duda del señor Alonso
Quijano, de si no estará la vida más allá
de esta ambigüedad extrema que es la vida.
Helena Villar Janeiro y Xesús Rabade, en el balcón del Ayuntamiento salmantino (Foto de J. Alencar)
HELENA VILLAR JANEIRO
(España)
CABALGA DON QUIJOTE
Yo, que siempre trabajo y me desvelo
por parecer que tengo de poeta
la gracia que no quiso darme el cielo […]
Miguel de Cervantes
Marcando estelas en el mar poético
-su cabeza anidada por novelescos pájaros-
cabalga don Quijote, descabalga, pelea, sangra, yérguese,
otea los caminos y los siembra
de locuras y ensueños.
Prosopopeya de aspas y perfiles
en todos los molinos y carneros.
Metáfora, es su lanza justiciera,
paradoja de insanias y corduras.
Bajo latas de utópica defensa,
un corazón ardiente de poeta persigue fuegos fatuos
en caminos,
en cuevas,
en posadas…
Persigue y los enciende,
porque él es verso altivo
de un poema enhebrado en la antinomia,
de toda osada libertad que crece
persiguiendo rufianes y fantasmas.
Fuera de su cabeza coronada
por la bacía sublimada en yelmo,
es la geografía quien le pone la realidad torcida
que él advierte en sus campos de batalla
tras un solemne vasallaje de honra
en el que evoca dueña y fortaleza.
Cuando al final, rescatada la aurora
del frío de la noche,
recobra su cordura,
no es el verso vencido. Es el poema
del más audaz amor que se haya escrito.
Dama, de Miguel Elías
JOSÉ BEN-KOTEL
(Chile-Israel)
DISCURSO DE MARCELA
Hombres necios, ¿por qué esa ira y odio en contra de mí?
Ese iluso pastor que allí pace, no estaba, en sí. Merde.
Un enamorado de la belleza, no del ser que en mí vive.
Y al fin, ¿qué es lo bello sino un espejo pasajero
que un río lleva a su morir, según ese tal Manrique?
La verdad os sea dicha… Yo no sé qué le dio a este
Infame de querer caer a mis pies, y en pensar, echándose
Al monte, que caería redonda a sus insinuaciones burdas.
Pues ténganlo bien claro, dolorosos, y vean la espada
Que conmigo va: No soy la culpa de nadie, carajo.
Su bravura lo llevó a su morir a ese oscuro Don Nadie
No yo, como acusáis, sin razón, al vuelo, a mi persona.
No tengo nada que ver en este asesinato de sí mismo;
Nada debo a este infeliz en huida eterna; y no lo juro.
Ustedes háganse cargo de su suicidio insanos igual que él.
O veréis ante vuestros ojos el cantar de aquesta espada.
Os increpo y recomiendo: No lloréis por este cobarde
Que nunca llegó a saber que la libertad de Marcela, yo,
No tiene precio, usías. Mi belleza, bien lo sé, pasajera
Me es. Pero mi derecho a decidir por mí misma, eterno.
No merece la pena que lloréis por Grisóstomo muerto
Por ser uno de canción desesperada. Qué idiota, Mon
Dieu!Y a mí, déjenme en paz. No necesito de amor tirano
Ni de infieles que no tienen la libertad que yo conquisto
Por mí misma con el fervor de este acero: Espada y labios.
Salamanca, 25 de julio de 2016
Miguel de Cervantes (Bocetos), de Miguel Elías
Cartel del XIX Encuentro de Poetas Iberoamericanos
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