Mis labios se abren
en la solitaria esquina de la muerte;
mi carne, toda,
en la vereda gris de las palabras inconclusas.
Mis manos,
ya desnudas en la nociva ausencia de la tinta,
acarician los versos desprendidos
de este agónico instante.
Busco tus ojos
para entender la verdad silenciosa
que ahora los traspasa,
que pretende abrazarlos desde el centro sereno
de la voz
donde ahora nazco.
Donde termino, deshecha en frágiles tormentas,
por morir.
II
La palabra votiva
ante el lustroso altar,
para el silencio.
Para la soledad
del orgulloso cirio
que eleva su fragante plegaria,
hasta el silencio.
Nadie para aquietar
la tierna vibración del verso
sorprendido.
Hoy,
pájaros y tormentas solo
para el silencio.
octubre 18, 2012
buenas acabo de enterarme de tu pagina y la verdad es que me parece muy bueno no sabia de mas personas interesadas en estos temas, aqui tienes un nuevo lector que seguira visitandote constantemente.