La poeta Etnairis Ribera, de Miguel Elías
Crear en Salamanca se complace en publicar algunos de los poemas que en Salamanca leerá Etnairis Ribera (San Juan de Puerto Rico, 1949). Es Doctora en Filosofía y Letras y Catedrática de Literatura Hispánica de la Universidad de Puerto Rico. Sus obras poéticas son: Wydondequiera (1974); María Mar Moriviví (1976); Canto de la Pachamama (1976); El día del polen (1981);); Entre ciudades y casi paraísos (1995); El viaje de los besos, De la flor del mar y de la muerte (2000); Intervenidos (2003); Memorias de un poema y su manzana (2005); Los pájaros de la diosa (2009); Ariadna del Agua (2011), A(mar)es (2013). Entre otros reconocimientos, ha recibido el Gran Premio de las Letras PEN-PR 2008 por Trayectoria Literaria de Excelencia. Obras suyas están traducidas al inglés, italiano, francés, portugués, sueco, árabe y quechua. Ha participado en Festivales Internacionales de Poesía en Latinoamérica, España, Portugal, Italia, Estados Unidos.
Cantar de los Cantares I, de Miguel Elías
UN HOMBRE HERMOSO EN MI BOCA
La idea permanece lozana
de mis luces hacia adentro.
No cambias la piel del deseo
porque las líneas del ojo se marquen con rabia.
Oh tiempo, dios ingrato,
para mí, un hombre hermoso en mi boca.
Lo demás es río que pasa…
Movimiento, de Miguel Elías
EL CARNAVAL DE TU CUERPO
Tu cuerpo se tiende sobre el mío
para que ninguna otra razón exista.
Tu cuerpo consume y rinde sobre mi cuerpo
las manos de artista, el mar, la senda de los pájaros.
La noche llega, navego danzando, riéndome de placer,
abierta al tiempo detenido bajo el carnaval de tu cuerpo.
Desnudo, de Miguel Elías
LA LOBA
En fin, que no hay respuestas simples
al aullido solitario de una loba.
Debí nacer en la manada, donde la orfandad no existe.
Cómo habría de descifrar los signos
en las múltiples vestiduras de la soledad,
la altivez mortal del que comió de tu mano
y atrás dejó el amor sin despedida,
como una choza maloliente.
Cómo hacer recuento de los nombres incontables
del amar que van a morir tan lejos.
Debí cerrar puertas y entendimiento,
la piel desbocada y sin bridas, el corazón maltrecho,
y hacerme de la idea que no escuché su aullido…auuuuu
Playa, de Miguel Elías
SAUDADE
Este poema no es para él
no es para ninguno de los desmemoriados
amores de un rato
que me acompañaron.
Se lo debo a la vida, a los pájaros
que cruzan al ras de mi cabeza,
a la diosa
que protege mis caminos y mis células
del atrevimiento y la tristeza
para que no se desordenen ante el desamor.
Lo escribo a la orilla del mar
que me fecunda, me abraza,
intenta ahogarme, me inunda, me olvida,
me perdona, me sana,
por el que entra saudade.
Se parece a él, pero no lo es.
Tiene nombre divino por estas latitudes.
Se lo debo a la costa donde medito lo que fue
y al volcán donde fue.
Este poema es para el momento
en que el amor viene.
6 Pájaro en el jardín, de Miguel Elías
LA DESAPARECIDA EN CADA PÁJARO
Hoy que vivo y nada me pertenece
sino el aroma del instante, la flor del pensamiento,
puede que no importe si me voy o me quedo
al lado tierno de los pájaros, en la plenitud de su augurio,
este cielo amplio que cobija mi existencia.
Puede que de tanto amar, sea un poco
la desaparecida en cada pájaro.
El mar, de Miguel Elías
VOLVER AL MAR
Es mejor volver al mar
y frente a semejante dios hallarte libre.
El beso al fin lo trae el fluir de cada día,
en algún momento sin prisa,
cuando menos lo esperas o lo sueñas.
Es mejor saber que creer en el amor
o en promesas de hombre loco.
Saber que el alba nace en la piel de los amantes furtivos
así como en el corazón de los eternos amantes,
los que insisten en el reencuentro.
Es mejor volver al mar para todo,
para olvidar y celebrar,
y frente a semejante dios desnudarte
con placer y sin temores, festiva y sin complejo.
Pájaro, de Miguel Elías
EL PREFERIDO DE LA DIOSA
Pero de todos los pájaros,
de sus nombres y siglos, de sus continentes,
de sus cantos y elementos,
eres tú, el de ahora, el de este instante
irrepetible,
el pájaro en tu cuerpo, en tus ojos,
el pájaro entre tus piernas, en tus pensamientos,
el pájaro de tu boca que despierta sueños y lluvias,
el pájaro aquí donde me encuentro,
el que deseo,
el preferido de la diosa,
la temible seductora que nos enlaza
y nos hace olvidar la muerte,
el preferido.
Mujer esperando, de Miguel Elías
ESTA DAMA DE UNA ÍNSULA IRREDENTA
A Miguel de Cervantes
Porque sé que eres sabida, en que me quieres me afirmo
que nunca fue desdichado amor que fue conocido.
Miguel de Cervantes
Don Quijote de la Mancha, Segunda parte, Capítulo XI, pág 100.
Edición Real Academia Española V Centenario
Esta dama de una ínsula irredenta con la vía láctea
sobre sus palmeras en el océano de atlánticas invasiones,
ésta que joven en tu casa de Valladolid leyó sus versos,
estudiaba recordándote con los ojos de quien sufre el desamor
o quien pena encarcelado por batallas en galeones.
A ti que amaste lo sobrenatural, no te extrañe ilustre
amado hidalgo, que de encontrarte en Barcelona
en su mar de gaviotas tan ansiado,
enloquecida por el bueno de tu alter ego inmortal
quiera yo deseosa ser por un instante
tu desnuda Dulcinea a quien adoras.
Cartel del XIX Encuentro de Poetas Iberoamericanos
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