“PARA UNA LECTURA (MUY PERSONAL) DE ‘EL PIE EN EL ESTRIBO’ DE ALFREDO PÉREZ ALENCART”. POR ANTÓNIO SALVADO. TRADUCCIÓN Y FOTOGRAFÍAS DE JACQUELINE ALENCAR

 

 

1 El poeta Alfredo Pérez Alencart

El poeta Alfredo Pérez Alencart

 

 

Crear en Salamanca tiene el privilegio de publicar el prosema escrito por el notable poeta lusitano António Salvado (Castelo Branco, 1936), inspirado en el poemario ‘El pie en el estribo’ (Edifsa, Salamanca, 2016. Con pintura de portada de Miguel Elías), la más reciente obra del poeta hispano-peruano Alfredo Pérez Alencart, profesor de la Universidad de Salamanca. Se publica la traducción al castellano y el manuscrito original, en portugués.

 

 

2 António Salvado y Alfredo Pérez Alencart (Toral de los Guzmanes, 2009)

António Salvado y Alfredo Pérez Alencart (Toral de los Guzmanes, 2009)

 

El erguido hospedaje donde se acogen seres tan cercanos, pero lejanos en el tiempo -amena convivencia.  Y con un pie en el estribo la cabalgata se percibe larga y sembrada de sorpresas, detrás de una bandera drapeada en un mundo de imágenes, de fábulas y de una música suave.

 

Y días turbulentos se dibujan en el horizonte del tiempo, y aquello que la vista alcanza a vislumbrar se diversifica en su humanidad. Porque la maldad acecha como una caja de sorpresas.  Tal vez un ángel purifique la inminencia de la muerte.

 

Lejos de los ruidos que al atardecer destruyen los sueños y la belleza, valdrá la pena saludar, aunque con resistencia, todo aquello que, de cuando en cuando, se aproxima: principalmente enjaular  el león negro  e intentar avanzar hasta donde están los claros de los corazones del destino.

 

Sí. En nombre del amor se desenvaina la espada y se sorben hierbas de pureza. Porque avanzar es siempre peligroso cuando se temen los encuentros embarazosos. Si se emitiera un grito, ¿quién lo oirá en los trazos de la penumbra?

 

Continuamente con el pie en el estribo y con el temblor del corazón, se devela un hermano, un compañero: fuga de monstruos circundantes. Se formulan diálogos entre el caballero y el otro, como componiendo un canto. Y no hay que dudar: los descubrimientos se materializan continuamente: en playas, en selvas, y en indubitables certezas de que habrá combate contra demoliciones silenciosas. Y tal vez, como epígono residual, brille la fraternidad.

 

La antigua ciudad, semilla y embrión, resurge en los meandros de la memoria. Es el momento de quijotear con el caballero de la triste figura, el soñador o profeta que reconstruye mitos. Y se aventura a continuar la aventura. «Tierra a la vista» –  y de nuevo se descortinan seres vivos atravesando los aires. Y, más allá, el encanto salmantino de la perennidad. Entonces, valió la pena haberse traspasado las dimensiones de lo desconocido.

 

Como imágenes de una fotografía, el tiempo se desvanece por la inmensidad de las llanuras – y en éstas se habla la lengua que vive del propio Verbo, y en ella la servidumbre persiste todavía en existir, disgustando a los niños que no pueden huir de las metrallas de los combates. Casi un juego extraño, o casi un juego ocasional: ¿oscurece la sombra de un puñal los instantes y de la propia mano al soltarse una paloma?

 

3 Portada del libro, obra del pintor Miguel Elías

Portada del libro, obra del pintor Miguel Elías

La mirada sobre tristezas y agonías, cuando el oído se pone al calor de posibles resurrecciones, con los huesos crujiendo en dirección al futuro. Pero el oído todo lo capta y asimila: lo bueno y lo malo, el negocio y la pureza del corazón. Y siempre y allá hacia el fin del surco, un contorno de Sancho esperando que, en los confines del camino, podamos abrazar la vía renovada capaz de conducirnos a la creencia verdadera.

 

Sí: el oído también capta las ignominias. ¡Ah! pobre de aquel que será forzado a soportar los signos del exterminio, el suelo sucio de la batalla jamás olvidada. ¡Ah! ¡Cómo se torna visible la empedernida lividez que nos aleja de Dios, de la Luz!…

 

Entonces, delante del inmenso idioma fundamentado en la sintaxis de Dios, he aquí que se avecina una joven tempestad con nuevas componentes unamunianas, el corazón a la espera de ser evangelizado. Y todo converge en una sabiduría única, helénica, con palabras inolvidables bajo el cielo de Tejares.

 

Porque es insondable el amor del Padre, y en dirección a Él cabalga la triste figura con la sensatez de Sancho. Y la vida (el pie siempre en el estribo y cabalgando) se depara abundantemente  llena de promesas. Se sabe: la victoria contorneándose en presagios de futuro. Y la Luz permaneciendo siempre y siempre iluminando. De ahí que la ‘grandeza’ de las falsas ambiciones inhumanas se desmoronan súbitamente, acuchilladas por una legítima lucidez. Incluso porque se sabe que la edad de Cristo rehace el calendario de cualquier itinerario. Y existe otra locura, pero que es legítima porque permitirá que el combate interior alcance la Verdad.

 

Se avecina la interrogación: ¿de qué valdrá la queja, la duda infranqueable? Por la poesía (afirmación natural) se rompen hechizos, se destruyen miserias y en cada minuto se descubre que solo ella es hermana de la vida, cálidamente rehecha por el Maestro.

 

 

4 Alfredo Pérez Alencart, António Salvado y Miguel Elías (Partida, Portugal, 2016)

Alfredo Pérez Alencart, António Salvado y Miguel Elías (Partida, Portugal, 2016)

 

Cabalguemos hasta otros círculos – hasta el sentimiento de la fidelidad, por ejemplo, hasta la certeza de jueces corruptos que deshacen la lucidez de la justicia. ¿Cómo salvaguardar los sanos principios, las actitudes de Sancho en las mesetas de la existencia? ¿Qué sacrificios se exigirán para que resplandezca la pureza?

 

Continúa ignorándose el sortilegio de la palabra dar, de la palabra que se ofrece al desamparado. Se apela, una vez más, al amor, en este confuso exilio de la permanencia. ¿Cómo podrá el amor vencer las tempestades de la codicia? Jamás (¡certeza indudable!) el amor es excesivo, pues él puede deshacer tempestades impensables y purificar la sangre desteñida.

 

Y en el corazón perduran las ansias por el lugar: el mío, el tuyo. Y se torna fácil comunicarse a la distancia, sellándose mensajes. Sabemos: los sueños continuarán intactos por la acción de quijotes y de sanchos. Mas… ¿sueños de quién? ¿De santos perseguidos por la mezquindad humana? No obstante, el Canto, el eterno Canto, se muestra atento, atraviesa el tiempo y, como un sello, torna inviolable el mensaje.

 

Sin ambiciones, la tierra se muestra labrada. Es más, basta lo poco para alimentar el cuerpo y el alma. El propósito entonces se reviste de feminidad y he aquí la aparición de una mujer de quehaceres múltiples, capaz de suavizar las arrugas del mundo y de la vida, y del día a día – página de soñadora (también) quijotesca: Escucha a Dios, presente en cada mañana de su labor, tal vez escudada por un niño sagaz. Y sabe repartir lo que se vivifica en su regazo. Y dice: «Venid y comed de mi trigo, ahora que el invierno secó la tierra».

 

Y el sensible ideario: caminar, cabalgando, como un resucitado por las mesetas inmensas. Porque son hombres auténticos y verdaderos aquellos que, por el sueño, traen el amor a sus labios, y que incautos, desean justicia. En franca camaradería, cada uno reconoce que la bonanza se inscribe en el futuro, y cándidamente se aventura con generosidad, comulgando con la fiesta triunfante que bordea el camino.

 

 

5 António Salvado, J. M. Muñoz Quirós, Alencart y Francisco Javier Sánchez (Toral de los Guzmanes, 2008)

António Salvado, J. M. Muñoz Quirós, Alencart y Francisco Javier Sánchez

(Toral de los Guzmanes, 2008)

 

Y es que en el teatro del mundo surge el pobrísimo vate, revestido de humildad, invocando la ternura de una mujer, señora de su destino. En circunstancias difíciles, en las que las travesías al interior de la realidad se modelan con las tintas de los sobresaltos, solamente ella hará sonar una insistente paz, apaciguando todas las directrices que serán recorridas por el poeta. Sin abandonos, sin temor de miedos y escalofríos, sin disimulos – porque un ángel velará ahora que la fuente puede lavar las tormentas alucinantes y preocupantes. Aun sin una luz que ilumine, siempre será posible desvelar incógnitas en la compañía quijotesca, unamuniana, cristiana de la verdad. Y el secreto se abrirá cuando la creencia se adorne con la certeza de que es urgente y posible atravesar tierras y cielos.

 

¿Produce frío pensar en la muerte? En el transcurrir de los días un pensamiento vibra a cada instante. Sin embargo, tal vez es ahí donde se contornea la sustancia que obliga a la conciencia a palpar la carne y comprobar si los huesos se van deshaciendo. En fin, despojados de todo, la ida consiste apenas en un regreso, y todo ello en la fragancia de una madrugada de pájaros que cantan. Y sin llantos, sin lamentaciones, porque si el amor se enfrió, la esperanza de nuevo lo tornará próspero y perenne.

 

Urgente creer: el futuro, antes del ser, es realidad resucitada. Pasados desiertos, pantanos, laderas, aguas diluviales – se concluye que, por eterno, nada noble se perdió. Como un huerto, la confianza también despierta en sus frutos. Y el corazón se inunda de júbilo.

 

En lo hondo de la existencia ninguna fibra envejeció – y es ésta la hegemonía de la resurrección, la consolidación de las marcas de todo lo que fue y continuará siendo del color de los cielos.

 

6 Alfredo Pérez Alencart y António Salvado (Salamanca, 2014)

 Alfredo Pérez Alencart y António Salvado (Salamanca, 2014)

 

 

 

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9 comentarios
  • Jorge García Coco
    julio 2, 2016

    Original comentario, recreando el original y hecho en una prosa poética que destila un pensamiento profundo del poeta portugués. Felicitaciones para ambos poetas.

  • Fernando Carbajo
    julio 3, 2016

    Felicitaciones, amigo Alfredo, por la repercusión que está teniendo tu poemario ‘El pie en el estribo’.

  • Mayte Pedraz
    julio 3, 2016

    Me ha encantado la lectura que Salvado ha hecho del libro de Alencart. Un saludo para esos dos grandes poetas.

  • Juan Carmelo Martínez Restrepo
    julio 4, 2016

    Bello texto para espejar a otro y dilucidar cualquier asomo de dudas, aclarar sobre el andamiaje del poema de Alencart un alto contenido de condensación amoroso por la tierra, por el cielo, por el mito, la divinidad y el hombre. Maravillosa página de interpretación de: Al pie del estribo.

  • Elena Moriñigo
    julio 4, 2016

    Alfredo: Enhorabuena por este precioso escrito sobre tu poesía

  • Teófilo Abreu
    julio 4, 2016

    Me ha parecido un texto de primera. Gracias, amigo Alfredo.

  • María Díaz Larrañaga
    julio 5, 2016

    Genial el texto de Salvado. ¡Felicidades!

  • I. D.
    julio 8, 2016

    Antonio Salvado, como no podía esperar menos de él… es un gran poeta y sus poemas una delicia hoy, ayer y siempre el disfrutarlos.

  • Juan Ángel Torres Rechy
    julio 11, 2016

    Suscribo los comentarios anteriores y resalto el papel de la mujer en la configuración antropológico-poética de El pie en el estribo y de la Lectura del sr. Salvado. Tanto Alencart como el poeta portugués rinden sendos homenajes a sus medias naranjas. Desconozco la tradición de los libros de caballerías, pero sí sé por el Quijote que el Caballero de la Triste Figura y su Escudero tenían a una Dulcinea del Toboso y una Teresa Panza: no creo que esto sea una gratuita circunstancia. La ficción encuentra un reflejo en la realidad. De otro lado, la calidad de las fotografías permite leer el texto original como si lo tuviéramos a la mano. Este plus no debe quedar sin aplausos.

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