Crear en Salamanca se complace en publicar parte del homenaje que, desde el Departamento de Filología Alemana de la Usal, se hizo a la poeta uruguaya Orfila Bardesio, fallecida en 2009. El acto estuvo motivado por la publicación de la antología bilingüe español-alemán ‘Gedichte – Poemas’ (Colonia, 2015), con traducciones de Simone Tillmann y Peter Rosenthal.
El Aula Magna de Filología acogió el homenaje, celebrado el jueves 28 de abril. La coordinación del acto estuvo a cargo de Nely M. Iglesias Iglesias, profesora de Filología Alemana, conjuntamente con los alumnos Alejandro Alonso Santos (Máster, especialidad de Alemán, y Blanca Lobato García, estudiante de 4º curso de Grado en Estudios Alemanes. La inauguración fue de Manuel Montesinos, catedrático de Filología Alemana. Posteriormente el poeta Alfredo Pérez Alencart y la profesora Patricia Cifre Wibrow, hicieron una breve presentación de la poeta y de su obra. Luego hubouna lectura de cinco poemas seleccionados, así como de su correspondiente versión en alemán por parte de cinco estudiantes (lectura del poema en español y la correspondiente versión en alemán de la edición bilingüe). Finalmente, se dieron a conocer las tres traducciones premiadas, que se leyeron por parte de sus autores.
Fotografía de Al Mat y Alejandro Urueña
Los profesores Nely Iglesias, A. P. Alencart, Manuel Montesinos, Patricia Cifre y Ana Agud
CINCO POEMAS DE ORFILA BARDESIO
Estos y otros poemas fueron leídos en el homenaje por los siguientes alumnos: Cisne – Schwan (Anna Davydova y Alejandro Ureña Horno); Julieta en el Páramo – Julia in der Einöde (Diego Fernández González y Gloria María Marcos García); La Memoria – Das Gedächtnis (Claudia García Bueno y Blanca Lobato García); Joven Tejiendo Lianas al Ausente – Mädchen, Lianen für den Abwesenden strickend (Alejandro Alonso Santos y María Jesús Rodríguez Lorenzo) y La Compañía – Die Begleitung (Alba Iglesias Martín y Andrés García Fraile).
PALOMA GRIS
A Orfila Bardesio
Ah tú, tan pobre que no tienes
nada más que la vida;
y pobre tan pobre,
que ni la vida tienes;
ah tú, que de no tener
la vida, la tienes,
—paloma gris,
cuando la luz es sangre—
CISNE
Quédate conmigo,
misterio,
no te desnudes
de golpe,
quédate callado
y oscuro,
es como eres que te quiero,
no explicado por la claridad,
ni disimulado por la apariencia,
quédate en la ventana
abierta al espacio,
cerrada a la intimidad.
Sin ti no sucede la vida,
no se levanta la luz
a no decir lo que es ella
ni lo que somos nosotros.
Y es bello no saberlo.
SUEÑO
Al poeta Jules Supervielle
Mi estirpe es un jardín de hojas profundas
que bajaron a besarse la sombra, con ternura.
Mi antepasado, un elefante
de escandalosa piedra y de roca animal.
—Mi antepasado fue un espacio
ensordecido por el peso—.
Mis abuelos paternos fueron robles.
Mis abuelos maternos, dos manzanos.
Mi madre, el último eslabón de la cadena,
me alumbró de un trigal.
Yo dudé ser espiga o mujer.
Lloré de no poder ser mundo,
y me crecieron largos brazos.
Lloré de no poder acostarme
a ser todo, y el surco, generoso,
entró en mi cuerpo.
¡Hace tanto que vengo!
¡Hace tanto que vengo
que todavía no he nacido!
Mi luz es de una estrella
que no ha brillado aún
y mi día es ayer.
Cuando me llaman,
mi nombre tarda siglos en llegar.
Las cabras de mi nombre no me encuentran.
—De silencio es el nombre de todo—.
Busco las manos mías, para darlas.
Para poder andar en el presente
busco mis pies entre los siglos.
Mis pasos todavía no han llegado a mis piernas.
¿Naufrago en tantos ríos
para encontrar mis lágrimas.’
Si a veces digo algo,
es sólo una noticia…
¡tanta distancia me separa de la boca,
tantas palabras, de la voz!
Mis ojos, detrás mío, viajan
entre raíces y animales, apurados,
para que pueda ver cuando me muera.
Mi corazón demora.
Mi cuerpo tiene forma de paciencia
de caracol que espera ante una puerta.
Mi vida es un recuerdo
errante en la memoria de la tierra.
Mi pensamiento aguarda
despertar de su sueño en otro sueño.
Mientras tanto, alcanzadme las cosas
vibrantes del día, vosotros,
hojas de sueños diferentes.
—El día es una carta para mí—.
Vendrá la muerte enérgica
y cederá la puerta.
JULIETA EN EL PÁRAMO
Muertos presentes en el humilde fuego de las cosas
y en los correspondientes movimientos del agua del silencio
que circula entre ellas,
muertos que ya sois flores en el misterio claro,
mirad los cuatro lados de mi muerte,
mirad mis soledades de metal y los guardianes
que me prohíben conocer,
conducid mi tristeza a los jardines de los huesos,
llevad a los espacios mis alegrías circulares,
interrumpid mi sueño con un vino
que sabe que existe,
elegid los mejores latidos que tengo,
juntadlos como tibios guijarros,
y probaos mi frente, mis lágrimas, mi infancia,
seguid por el oscuro corredor hasta mi mesa
y repartid mi pan entre vosotros,
tomad mi voz prestada para decirme al menos
quién os echó desiertos y silencios,
robadme las sonrisas, los pulmones, las manos,
y bebed de los ríos que llevo a la sombra,
antes de que amanezca, aunque mi cuerpo
tiemble como indefensas hierbas,
¡oh muertos!, abrazadme,
abrazadme y cantad antes de que amanezca,
cantad desde mi vida como lluvias consoladas.
Llevadme a la extensión
en los hombros de las libres manzanas,
llevadme por el aire de la tierra hacia el sol,
llevadme a las ventanas donde hierven abejas con setiembre,
llevadme a la pradera en que sucede la gloria de las puertas,
llevadme hacia el ardiente cementerio.
LA QUE PASEA
El aire la recibe cuando anda,
el cielo la posee, los árboles la besan,
la ama el mar.
Sus pies no pertenecen a su cuerpo,
sino al camino.
Sus piernas le obedecen
como columnas a la Música.
Sus pasos desprendidos del tobillo
no caen en el silencio
como sonidos huérfanos.
Cada uno es guardado en la tierra
como campanas en la memoria.
No se aleja, se acerca.
—Alejarse es volver a besar
en el aire que espera—.
Como las olas condenadas
a gastar un lugar
el movimiento no la deja partir.
ENSAYO DE LA PROFESORA PATRICIA CIFRE WIBROW
“ES TU RECUERDO QUE CIERRA LAS ALAS…”
LECTURA DE UN POEMA DE ORFILA BARDESIO
Patricia Cifre Wibrow
CARTA
a mi hermana Isabel
Tus zapatos buscan tus pies,
tus trajes de hilo, de seda,
de pliegues armónicos
y formas delicadas,
los de gala,
y los de días comunes,
el saco de abrigo y la blusa ligera
de dibujos exóticos
llegada de tierras lejanas,
extrañan tu cuerpo;
tus cubiertos, tus platos,
la taza de té, el vaso de agua,
esperan tu boca,
tus bandejas y tu panera
preguntan por tus manos,
las letras de tus libros,
aguardan tus ojos,
tus lágrimas salen sin
éxito al encuentro de tus penas,
anda tu fiesta de cumpleaños
desorientada en el almanaque,
igual sucede
con las oraciones, y tus labios,
la máquina de fotos requiere de tu cara
tu cama sueña con tus sueños,
desliza sábanas
como siempre,
aunque no le confíes tus fatigas,
sobre el mantel de la mesa
una mariposa mueve sus colores,
es tu recuerdo que cierra las alas
cuando lo tocan,
porque te has ido,
y ellos no saben
qué cosa es eso
de morirse.
Este poema, que Orfila Bardesio (1922-2009) dedica a la memoria de su hermana Isabel, fue escrito en el breve espacio de tiempo que media entre el fallecimiento de la hermana en 2007 y la publicación de dicho poema en La canción de la Tierra, el último libro de la poeta, que salió a la luz unos pocos meses antes de su muerte en 2009.
A pesar de su engañosa simplicidad, este poema logra plasmar con gran intensidad el complejo proceso rememorativo desencadenado por la pérdida de un ser querido. Aparentemente se limita a enumerar los objetos que rodearon la vida de la hermana (sus vestidos, sus trajes, sus libros, sus enseres, su cámara fotográfica). Pero lo hace de tal manera que cada uno de ellos aparece como un verdadero contenedor de presencia y al mismo tiempo como recordatorio de una ausencia, como si en esas prendas se hallaran inscritas las huellas de una vida, como si los gestos y los rituales repetidos durante años se hubieran grabando en ellas, moldeando su contorno, permitiéndoles conservar algo de su calor. Pero al propio tiempo que destilan y liberan recuerdos, estos objetos aparecen extrañamente desorientados, desoladoramente desperdigados en torno a un vacío, y en este sentido ofrecen el mudo testimonio de una pérdida que se sabe irrevocable.
Y es ahí en donde radica la fuerza del poema: en la vacilante oscilación que instaura entre las señales de presencia y de ausencia, en el parpadeo que mantiene entre una memoria a un tiempo consoladora y lacerante, que de un lado promete restituir la presencia de quien ha partido y de otro se yergue en señal de ausencia.
Puede que Orfila Bardesio no conociera Das Passagenwerk (Libro de los pasajes) de Walter Benjamin, ni estuviera familiarizada con la reconstrucción topográfica que este autor hace del Berlín de su infancia en Berliner Kindheit um Neunzehnhundert (Infancia en Berlín hacia 1900), pero lo cierto es que la conceptualización de la memoria ensayada en este poema aparece íntimamente conectada a la comprensión benjaminiana de las relaciones entre espacio, tiempo y memoria. Y es que en la base de toda su teorización está la noción de que pensamos las categorías temporales espacialmente, motivo por el cual la memoria tiende a apoyarse en los lugares y en los objetos a la hora de recuperar el tiempo perdido. Esta intuición se ve confirmada por la propia lengua alemana que dispone de gran cantidad de términos temporales que aluden a una imbricación espacio-temporal, términos como “Zeitraum” (que cabría traducir como “espacio temporal”), “Zeitpunkt” (equiparable a “momento puntual”), “Zeitfluss” (cuya traducción literal sería “río del tiempo” y se refiere al paso del tiempo) o “Zeitfenster” (“ventana temporal”). Tanto en su monumental Passagenwerk como en los textos memorialísticos recogidos en Berliner Kindheit um Neunzehnhundert, Benjamin destaca la función desempeñada por los objetos y los lugares como lanzadera que le permite al historiador o al memorialista dar ese “salto de tigre” en virtud del cual le es dado plantarse en un pasado-presente que en sus Tesis de la filosofía de la historia (Thesen “Über den Begriff der Geschichte”) denomina “Jetzt-Zeit”. También el tiempo de duelo al que se refiere Orfila Bardesio en su poema aparece configurado como una “Jetzt-Zeit”, como un pasado-presente que busca resistirse al corrosivo efecto del tiempo sobre la memoria, aunque en el poema parece inscrita asimismo la conciencia de que no es posible permanecer en esa Jetzt-Zeit que se crea en el momento más agudo del duelo.
Ciertamente la poeta uruguaya no necesitaba de la apoyatura benjaminiana para describir el proceso de duelo en estos términos, pues son muchos los pensadores y artistas que han intuido esa curiosa capacidad de los objetos para servir de contenedores de recuerdos. Goethe, sin ir más lejos, aludía a esta virtualidad en una carta a Schiller del 17 de agosto de 1797, en la que se sorprendía de que un hombre tan poco sentimental como él se hubiera visto impelido a reaccionar tan fuertemente ante determinados lugares al regresar a su Frankfurt natal. A partir de ahí se interrogaba acerca de las características que debía reunir un lugar para actuar como desencadenante de la memoria. Schiller, siempre tan perspicaz y tan aficionado a este tipo de especulaciones, le respondía a vuelta de correo (7. 09. 1997) que, aun cuando los objetos podían encerrar un significado, este en último término provenía del sujeto, pues era el propio sujeto el que proyectaba sus recuerdos sobre el objeto y a la postre este no hacía sino activar un recuerdo que había permanecido en estado de latencia:
Nur eins muss ich dabei noch erinnern. Sie drücken sich so aus, als wenn es hier sehr auf den Gegenstand ankäme, was ich nicht zugeben kann. Freilich der Gegenstand muβ etwas bedeuten […] aber zuletzt kommt es auf das Gemüth an, ob ihm ein Gegenstand etwas bedeuten soll, und so deucht mir das Leehre und Gehaltreiche mehr im Subjekt als im Objekt zu liegen“. [1]
Solo una cosa debo recordarle al respecto. Se expresa usted como si todo dependiera aquí del objeto, cosa que no puedo admitir. Bien es verdad que el objeto debe significar algo […], pero en última instancia el que un objeto signifique algo o no depende de nuestro interior, motivo por el cual entiendo que su plenitud o vacío de sentido depende más del sujeto que del objeto. [2]
Con ello Schiller nos proporciona una clave fundamental para comprender el poema de Bardesio, pues nos invita a cuestionar el engañoso protagonismo que cobran en él los objetos. Es verdad que aparentemente son ellos los que “buscan”, los que “esperan”, “aguardan”, “requieren” en tono cada vez más perentorio la reaparición de la hermana; son ellos los que parecen extrañar su presencia, pero en última instancia el poema no nos habla de los objetos, ni siquiera de la hermana, sino del dolor que experimenta quien no puede contemplar esos zapatos, esos trajes, esos enseres sin sentirse atravesado por el dolor puro y duro proveniente de un sentimiento de pérdida. Enumerando los objetos que enmarcan el vacío dejado por la hermana, Orfilia Bardesio traza el contorno de su propia desolación.
Y en sus últimos versos, después de haber explorado la doble condición de los objetos en tanto que señales de presencia y de ausencia, el poema alude al doloroso combate que libra la memoria a fin de mantener vivo un recuerdo que se apaga, un recuerdo que se irá replegando sobre sí mismo hasta llegar a perder su condición lacerante. Y así es como se cierra el poema, invocando el dolor de quien en medio de su duelo prevé el final de ese tiempo de luto al cabo del cual hasta los recuerdos más vivos se irán desgastando y acabarán “cerrando sus alas”. Y es esta la certeza más dolorosa:
[…]
sobre el mantel de la mesa
una mariposa mueve sus colores,
es tu recuerdo que cierra las alas
cuando la tocan,
porque te has ido,
y ellos no saben
qué cosa es eso
de morirse.
CARTA
(traducciones premiadas:
tres primeros premios compartidos)
- CLAUDIA GARCÍA BUENO
(4º curso de Grado en Estudios Alemanes)
BRIEF
an meine Schwester Isabel
Deine Schuhe suchen nach deinen Füßen,
deine Kleider aus Leinen, aus Seide,
mit harmonischen Falten
und feinen Gestalten,
die galamäßigen
und die alltäglichen,
das warme Jackett und das luftige Hemd
mit exotischem Muster
aus fernen Ländern
sehnen sich nach deinem Leib;
dein Besteck, deine Teller,
die Teetasse, das Wasserglas,
sie erwarten deinen Mund,
deine Tabletts und dein Brotkorb
fragen nach deinen Händen,
die Buchstaben deiner Bücher
harren auf deine Augen,
deine Tränen gehen
erfolglos deinen Leiden entgegen,
deine Geburtstagsfeier
verirrt sich im Almanach,
das Gleiche geschieht
mit den Gebeten und deinen Lippen,
der Fotoapparat erheischt dein Antlitz,
dein Bett träumt von deiner Träumerei,
es lässt wie eh und je
Bettlaken gleiten,
obwohl du ihm deine Mühsal nicht anvertraust,
über die Tischdecke
schlägt ein Schmetterling seine Farben,
es ist deine Erinnerung,
die, wenn sie berührt wird,
die Flügel schließt,
denn du bist fortgegangen,
und sie wissen nicht,
was nun
Sterben ist.
- ALBA IGLESIAS MARTÍN
(1er curso de Grado en Estudios Alemanes;
2º curso de Grado en Hispánicas)
BRIEF
an meine Schwester Isabel
Deine Schuhe suchen deine Füße,
Deine Leinen-, Seidenanzüge,
Die, aus harmonischen Falten
Und feinen Formen,
Die für die Galaabende
Und die für den Alltag,
Der breite Mantel und die leichte Bluse
Mit exotischen Mustern
Aus fernen Ländern,
Sehnen sich nach deinem Körper;
Dein Besteck, dein Geschirr,
Die Teetasse, das Glas Wasser
Warten auf deinen Mund,
Deine Tabletts und dein Brotkorb
Fragen nach deinen Händen,
Die Buchstaben deiner Bücher
Erwarten deine Augen,
Deine Tränen stellen sich
Deinen Leiden erfolglos entgegen,
Deine Geburtstagfeier wandert
Verworren durch den Almanach,
Idem geschieht
Mit den Sätzen, und deinen Lippen,
Der Fotoapparat verlangt dein Gesicht,
Dein Bett träumt von deinen Träumen,
Gleitet das Bettlaken herunter,
Wie immer,
Obwohl du ihm deine Verlegenheiten nicht anvertraust,
Über die Tischdecke
Bewegt ein Schmetterling seine Farben,
Er ist dein Gedenken,
Der die Flügel einzieht
Wenn er berührt wird,
Weil du weg bist,
Und man weiß nicht,
Was es ist,
Zu sterben.
- SARA GÓMEZ GONZÁLEZ
(4º curso de Grado en Estudios Alemanes)
BRIEF
an meine Schwester Isabel
Deine Schuhe suchen deine Füße, Deine Kleider aus Garn, aus Seide, Mit harmonischen Falten
Und zarten Formen, Die Abendkleider, und die alltäglichen,
der warme Mantel und die leichte Bluse mit ausgefallenen Mustern
aus fernen Ländereien, vermissen deinen Körper; dein Besteck, deine Teller, die Teetasse, das Wasserglas, warten auf deinen Mund,
deine Tabletts und dein Brotkorb fragen nach deinen Händen,
die Buchstaben aus deinen Büchern erwarten deine Augen,
deine Tränen fließen ohne
Erfolg, denn sie finden dein Leiden nicht, deine Geburtstagsfeier vergeht
fehl am Platz im Almanach, dasselbe geschieht
mit den Sätzen und deinen Lippen,
der Fotoapparat verlangt nach deinem Gesicht, dein Bett träumt deine Träume,
die Bettlaken gleiten weg wie immer,
obwohl du ihnen deine Erschöpfung nicht anvertraut hast,
über die Tischdecke
bewegt ein Schmetterling seine Farben, es ist deine Erinnerung,
die die Flügel schließt, wenn jemand sie anfasst, weil du gegangen bist, und sie wissen nicht,
was es bedeutet zu sterben.
La poeta Orfila Bardesio
[1]Sabrow, Martin: „Der Raum der Erinnerung“. En: Janina Fuge / Rainer Hening / Harald Schmid: (Eds.): Gedächtnisbilder und Erinnerungskulturen in Norddeutschland. Göttingen, V&R Unipress, 2014, 17-32, 27.
[2] Traducción propia.
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