Crear en Salamanca tiene el privilegio de publicar un poema inédito de destacado poeta Sergio Macías (Gorbea, Chile, 1938), vinculado con Salamanca desde que participó en el III Encuentro de Poetas Iberoamericanos, celebrado el año 2000 y en homenaje a Claudio Rodríguez. Macías es Premio “Gabriela Mistral” (1971), Premio “Pablo Neruda” (1984), Premio “Ciudad de Tetuán” (1986) y Premio “América V Centenario” (1991), entre otros. Ha sido, durante 20 años y hasta su jubilación, asesor cultural de la Emba¬jada de Chile en España. Obra poética: Las manos del leñador (1969), La sangre en el bosque (1974), En el tiempo de las cosas (1977), Mecklemburgo, canción de un desterrado (1978), Nos busca la esperanza (1979), El jardinero del viento (1980), Memoria del exilio (1985), Crónicas de un latinoamericano sobre Bagdad y otros lugares encantados (1988), Noche de nadie (1988), El libro del tiempo (1988), Tetuán en los sueños de un andino (1989), La región de los últimos prodigios (1992), El manuscrito de los sueños (1994), El paraíso oculto (2000), El hechizo de Ibn Zay-dún (2001), Ziryab. El mágico cantor de Oriente (2010), Cantos para Altazor (2012) y El Viajero Inhóspito (2014).
El poeta chileno Sergio Macías
MONÓLOGO ANTE MI RETRATO
Sergio Macías:
no me vengas con que es el destino
que ya nos tiene señalado el recorrido
de nuestra fugaz existencia:
el amor, la gloria, la derrota,
las acometidas de los días duros,
como los de Vallejo para doblarse de tristeza.
¿Dónde está, entonces, mi libre albedrío?
¿Y qué pasa con Dios que no le veo?
¿Es parte fugaz de nuestra existencia,
o delos temores del alma
ante nuestra devastación?
Bien sabes por experiencia y conocimiento
en las profundidades paradisíacas y mundanas,
que lo único verdadero que veo y siento
es la vida que se nos va como un reloj de arena,
al recinto sombrío del silencio que nos espera.
Son setenta y ocho años de alegrías y dolores.
De amor que me ha dado dicha
en este vivir de caballero andante,
luchando como el aire que se hace tormenta.
Amigo mío: contigo hablo todos los días,
sobre lo que pensé ser y no he sido
en esta sociedad que destroza nuestro planeta:
un poeta rotundo como el fuego de los volcanes,
y no este humilde jardinero de la palabra.
Aunque no tenga sed bebo el vino de la angustia.
Busco la luz que fluye del verbo
que refleja mis sentimientos y me libera.
Sí, tengo la valentía de enfrentarme a ti,
para decirte lo que otros callan en vida.
No estoy satisfecho de mis imperfecciones,
ni de tu mutismo cómplice.
Callar es aceptar que estás perdido,
como un náufrago en el mar del tiempo.
Eres como mi doble retrato, pero indulgente.
¡Entiéndeme, por favor, viejo de mierda!
¡Hasta cuándo soporto tus impertinencias!
Me sigues a todas partes bajo el sol,
o la luna que se oculta entre las nubes.
Estás dentro de mí con raíces de árbol,
en lo más profundo de la sangre,
y tu rostro emerge ante el vidrio
donde me observo días y noches,
sin conformarme de mi metamorfosis.
Una imagen transformándose en fúnebre.
Soy raro, displicente, solitario.
Amante alegre cuando me apetece
la hermosura de la piel y sus frutas.
No hay nada apreciable en nuestras ruinas,
salvo la historia que sostiene la memoria.
La palabra que trasciende y no se marchita.
¿No puedes comprender que me voy
a la oscuridad de la piedra?
¡Carajo! ¡Cómo quieres que te explique!
Ya no nos veremos más,
no discutiremos sobre la materia y lo divino.
Mi nostalgia es porque ya no tendré primaveras.
El aroma de los manzanos. La melodía del amor.
Mi copa que agota su crepúsculo.
Y no conversaré más de lo que me lleva
a la alegría, a la pasión o tristeza.
No escucharás mis reflexiones metafísicas.
Mis comentarios sobre el lobo estepario,
la destrucción y la belleza en el Ulises de Joyce,
ni recitar las Alturas de Macchu Picchu de Neruda.
Me dirijo A quien ya no es joven, como dijo Borges.
A mí mismo ante el espejo que parece un gran vacío
transparentedonde penetran mis ojos,
y flotan invisibles las meditaciones
de por qué vivo y gozo y siento el dolor
de una desaparición absoluta
como si se apagara la lumbre del Universo.
Y nada justifica que no conozca lo nuevo,
y que deje de tener ilusiones.
Y que pase a ser un inútil.
Y que no vuelva a encontrarme con mi rostro.
Y que el sol y el viento y el mar y los suspiros
ocupen mi lugar aunque mi voz siga resonando
por el mundo de los ríos y bosques y volcanes.
Y me quede perdido para siempre en el olvido.
MARCO MARANGONI
(Cuatro poemas traducidos por Emilio Coco )
Marco Marangoni (San Donà di Piave, 1961). Vive en San Vito al Tagliamento, donde forma parte del jurado científico del “Premio di poesia San Vito al Tagliamento”. Como poeta ha publicado: Tempo e oltre (1993), Dove dimora la luce (2002), Per quale avventura (2007) y Congiunzione amorosa (2013). Colabora con el Departamento de Italisnística y Filología Clásica de la universidad de Bolonia en el proyecto de poesía contemporánea on-line l’Atlante dei poeti contemporanei.
Parlare, dirsi tutto
nel vapore che ci tiene e ci curva
verso un punto,
quel taglio, quell’innesto,
quell’angolo astrale
in cui t’incontro
– vado dove non so, dove non so
resto
Hablar, decirse todo
en el vaho que nos tiene y nos curva
hacia un punto,
aquel corte, aquel injerto,
aquel ángulo astral
donde te encuentro
– voy donde no sé, donde no sé
me quedo
***
È credere in qualcosa che si tenta,
in qualcuno
la fede
che fa nascere il giorno
e lo apre
lo incendia
è sapere
di una risposta
(è rispondere ad una sponda):
che sempre c’è vita, che c’è sempre
forza
Es creer en algo que se intenta,
en alguien
la fe
que hace nacer el día
y lo abre
y lo incendia
es saber
de una respuesta
(es responder a una orilla):
que siempre hay vida, que hay siempre
fuerza
***
Svegliarsi in una città straniera.
Essere sempre così,
tra le rovine del sonno, e il miraggio nuovo
del giorno.
Ma quanti giorni ancora? Per un abbraccio,
per uno sguardo
che non trema,
quante distanze diventeranno
una, la mano che mi accarezza,
che sa la tua pelle
vera
Despertar en una ciudad extranjera.
Ser siempre así,
entre las ruinas del sueño, y el espejismo nuevo
del día.
¿Pero cuántos días aún? Por un abrazo,
por una mirada
que no tiembla,
cuántas distancias se volverán
una, la mano que me acaricia,
que sabe tu piel
verdadera
***
È lo sforzo di annodare
il tappeto, i fili diversi,
i colori e il giorno,
di tagliare il giusto riquadro (il giusto
spiraglio) e di tessere la via
della forma
“che non si conosce”,
dice chi si è perduto, chi sempre
ritorna
Es el esfuerzo de anudar
la alfombra, los hilos diversos,
los colores y el día,
de cortar el justo recuadro (el justo
resquicio) y de tejer el camino
de la forma
“que no se conoce”,
dice quien se ha extraviado, quien siempre
vuelve
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