Martín Zúñiga Chávez (Cusco, Perú, 1983). Ha publicado los poemarios Gavia (Ediciones Fecit, España, 2009), Pequeño estudio sobre la muerte (Ediciones Copé, Perú, 2010) y Cover (Ediciones Difacit, España, 2011), además de la antología de poesía joven de Arequipa Rastros/Rostros (CRPP, Perú, 2011). Su obra ha recibido varios premios como el Premio Internacional de Poesía Ángel Martínez Baigorri y el Premio Internacional de Poesía Joven Martín García Ramos, ambos en España; y el Premio Nacional Juvenil de Poesía Javier Heraud y el Premio Internacional de Poesía Copé de Plata en Perú. Estudió Literatura en la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Nacional de San Agustín, Arequipa. Dirige la asociación cultural Centro de Recursos para la Poesía, plataforma de gestión de proyectos culturales que organiza el Festival Internacional de Poesía Ari Quepay, entre otras actividades. Realiza el proyecto LAE LEA Perú http://urbanotopia.blogspot.com.
De niño quería un dinosaurio de mascota.
Poemas
De: Pequeño estudio sobre la Muerte
p r o l e g ó m e n o s p a r a n o h a c e r n a d a
convengamos que la verdad, que es llana, divina y simple, y habita entre
los dioses, es elusiva y estratificada, por ello, a veces sin quererlo del todo,
le vamos a la contra, porque necesitamos movernos, porque de noche como escarabajos ciegos juntamos con nuestras patas el alba, no piensan, están ahí, no saben hacer otra cosa, nuestra barca carece de timón, viaja con el viento que sopla en las regiones inferiores de la muerte, no es extraño que matemos el tiempo desnudos en nuestras habitaciones, mirándonos en el espejo, mientras en los campanarios dan todas las horas menos cinco.
Nuestro callejero no hacer nada, vive y se suelta por la variedad de la
Noche, gastamos saliva en soldar los retazos de nuestra mirada, deseamos
ver llegar a los fantasmas en las serpientes gargantas doradas de los gallos, pero antes de comenzar y mudarnos es bueno pagar a la tierra. ofrendar.
De: Gavia
PARECE SIMPLE TRABAJAR SIN MÚSICA
Cuesta mirar cuanto te acompaña un incendio.
Cuando los discos viejos inundan la casa.
Cuando las paredes se vuelven gigantes
y estás parado en medio
y de pronto las medias se te mojan
sin razón, y sin razón también la luz se acaba.
y un barro antiguo se asoma bajo las señales.
Cuesta no cerrar los ojos
en la necesidad de detener algo.
LOS TECHOS DE CALAMINA VIBRAN AL COMPÁS DE LA LLUVIA
Lo mejor que puede suceder es el agua
corriendo en la cañerías
pero pocas veces suceden cosas buenas
en mi casa. Con la palabra amor se acaban
muchas palabras. las canciones y los bailes
de moda. hendiduras imperceptibles en los dientes
como colinas como elefantes blancos;
porque ya es costumbre acarrear tangos
en los baldes de agua. El frío
que se filtra por las grietas me amuebla la casa.
Y aunque es un desierto lleno de espinos y tequila
las musas bailan en mi pecho
al son del carro basurero y se ríen de mi falta de agallas,
de mi inestimable pesimismo al prender los cigarrillos.
Every time we say goodbye revolotea por la casa.
Con el tiempo también aprenderé a reírme.
Pavlov tenía algo de razón en ello.
De: Cover
― ¿Qué tiene de arte jugar con un pezón?
― Es una nueva forma de arte.
Philiph Root, El Teatro de Sabbath
Esto es un Cover
Esto es lo que suena cuando un dedo se posa en una herida.
Trampas en la luz.
Los manifiestos recientes dan por sentado
que dos personas podían compartir sus posibles espacios.
Naranja partida por la mitad sin detenerse en las minucias del placer cotidiano.
En mis cortos cinco sentidos clavados en las tiendas de juguetes,
ella crece para mis adentros.
Entiendes si te digo te quiero? No entiendes tampoco si te digo que te odio.
Que te deseo.
Pintarrajea los quioscos saturados de periódicos atrasados
con transeúntes sombras entre la nieve que deseamos nunca termine de licuar.
Crece como un vómito tierno.
Comparo la vida con éstas palabras.
Trampas en las sombras
Trampas de la luz para ser más exactos.
En las cortes en cambio se sabía que los esposos no podrían.
Que lo esencial está en la súplica;
en el lugar, más, oscuro de la palabra.
Entre las páginas de hermosos libros que nunca entiendo
donde una cortina de centauros ebrios cae delante del sol.
Ella, cuyo nombre desconozco.
Tú me quieres de verdad Pues claro, claro que te quiero
Yo también te quiero Pero, pensé
Pero, no vayas tan de prisa Asentí.
No me atosigues, yo tengo mi propio ritmo para hacer las cosas
Asentí.
Podrás esperar Asentí.
Me lo prometes Te lo prometo
Éramos una gallina a la que le habían quemado el pico y un gato
al que le habían arrancado las garras.
El ritmo de una gallina no varía en lo más mínimo.
Un gato, en cambio.
Sé bien de lo que huyo, más no lo que busco. En cualquier caso es mejor cambiar un estado malo por otro incierto.
Michel de Montaigne.
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