El antipoeta Nicanor Parra, la portada del nuevo libro y Luis Cruz-Villalobos
Crear en Salamanca tiene la alegría de compartir con sus lectores una introducción a la nueva publicación del chileno Luis Cruz-Villalobos, que ha salido a la luz recientemente bajo el sello ÆÐ Ediciones, y que recoge más de 30 años de sus trabajos, publicados e inéditos, en el innovador estilo de escritura poética desarrollado originalmente por el reconocido poeta Nicanor Parra (1914-2018), en memoria del cual fue dedicada esta obra.
El presente texto ha sido elaborado por Sergio Marentes, el cual ha estado vinculado a Cruz-Villalobos ya por varios años y con quien escribió el libro “Diversas faenas para matar la muerte: Contrapunto de cuarentena” (Hebel Ediciones, Colección Cuadrá-Tú ,2020).
Sergio Marentes (Bogotá, 1983), es narrador y poeta colombiano, líder del Grupo Rostros Latinoamérica, fue editor de las revistas Literariedad y Esteros. Asimismo, fundó y dirigió el colectivo poético Regálate un poema. Su amplia obra literaria completa está siendo publicada en una colección especial de la editorial colombiana äëïöü. Algunos de sus poemas y cuentos han sido traducidos al inglés, al francés, al italiano y al portugués.
Por su parte, Luis Cruz-Villalobos (Santiago de Chile, 1976), es poeta y editor internacional, psicólogo clínico y académico chileno. Doctor en filosofía por la Vrije Universiteit Amsterdam, especializado en psicología del trauma y hermenéutica aplicada. Es miembro de la Sociedad de Escritores de Chile, con más de sesenta libros publicados de poesía y ensayos académicos. Dentro de sus obras poéticas se destacan: Poesía Teológica / Theological Poetry (2018, con prólogo de John D. Caputo); Como Abrazo Exacto y Ven a Mí (2015 y 2017, antologías seleccionadas por Alfredo Pérez Alencart); Con/Cu Cioran (2017, publicación bilingüe español-rumano, traducida por Carmen Bulzan); Teoría de la Infelicidad / Theory of Unhappiness (2018 / 2020); Hombre lleno de flores / Man full of flowers (2020 / 2022); Stańczyk: Poema narrativo de un serio bufón (2022, con traducción al inglés, rumano y polaco); Diccionario Poético de Psiquiatría / Poetic Dictionary of Psychiatry (2023 / 2024, escrito junto al psiquiatra y poeta español Luis M. Iruela) y Melodías Orientales / 东方旋律 / Oriental Melodies (2023, edición en español, inglés y chino, con acuarelas del pintor español Miguel Elías). Parte de su obra ha sido traducida a más de 10 idiomas y premiada internacionalmente.
EL MUNDO NECESITABA DARSE CUENTA DE QUE ERA EL MUNDO
Solo un verdadero poeta es capaz de adentrarse en las fauces de la antipoesía. A primera vista, parece fácil, cualquiera podría creer que la antipoesía es simplemente algo que va en contra de la poesía misma. Sin embargo, tanto los buenos como los malos poetas saben que hemos pasado milenios intentando descifrar qué es la poesía, tratando de comprender qué es y, por supuesto, intentando definirla. Por lo tanto, nos llevará miles de vidas más poder decir qué es la antipoesía y, sobre todo, poder escribirla. Es por eso que el poeta Luis Cruz-Villalobos dedicó esta colección a la memoria de Nicanor Parra, quizás su mayor exponente de todos los tiempos. El simple hecho de mencionarlo en la dedicatoria y de incluir como preludio del libro aquel famoso Manifiesto del Premio Cervantes chileno nos dice claramente, desde el principio, que esta colección es una obra tan valiosa y memorable como el tiempo nos lo confirmará. Solo un verdadero poeta y antipoeta bautiza su colección inspirado en el nombre de «La Hierba de la Risa», y quizás, al igual que en La Odisea, el autor se ría sardónicamente cuando se le pregunte por qué lo hizo.
A lo largo de las diferentes partes que componen el libro, podemos reconocer a un poeta joven que madura y crece año tras año, día tras día, poema tras poema. Esto se puede apreciar desde su Discurso de Desahogo escrito a los quince años. No todos los adolescentes son capaces de escribir algo que valga la pena. Hoy en día, no todas las fuerzas de la juventud se canalizan de manera tal que conduzcan a la poesía. Sin embargo, este poema no es la única muestra del talento innato que este poeta ha llevado en su sangre desde siempre. Nos encontramos con diferentes versiones de su juventud hasta su temprana adultez, cuando, ya formado y realizado, se demuestra a sí mismo por qué está en la posición de los antipoetas. Aquí lo vemos más incisivo. Poco a poco va introduciendo en su obra a poetas importantes y determinantes para aquellos que desean dedicarse a la poesía o, simplemente, como Cruz-Villalobos y unos pocos, no pueden dedicarse a otra cosa. En esta etapa, nuestro autor ya ha leído a grandes autores de la literatura y los va plasmando poco a poco en sus líneas, que son también, hay que decirlo, dardos dirigidos hacia personas de carne y hueso.
Aunque podríamos pensar que no desde el título o la premisa, la poesía está presente en la dedicatoria. Esa fiel compañera, amiga o testigo de que el antipoeta está vivo. Y esto se confirma en su verso de Teoría de la Infelicidad: «El título de este libro es por puro marketing». Junto a esta declaración, que podríamos tomar como sincera o irónica, surgen algunas confesiones que no son más que estrategias de marketing para que el lector encuentre indicaciones y siga un camino señalado por flechas que muestran lo que el público espera. En ese público, fácilmente podríamos encontrar a Don Quijote, a Pablo Neruda, a algún japonés leyendo o escribiendo un haiku o simplemente al universo en cualquiera de sus manifestaciones materiales, permitiéndose ser contado, como Sancho entre las visiones de nuestro señor Don Quijote de La Mancha.
Esta recopilación, esta colección de antipoemas, si el autor lo permitiera, fácilmente podría convertirse en un pequeño libro sagrado para todos aquellos que algún día aspiren a escribir un verso que valga la pena. Pero eso, como suelo decir, es mejor dejarlo en manos del tiempo, las leyes inalienables del universo que hacen que la infelicidad sea repartida de manera inequitativa a lo largo de los siglos. Desde los 10 axiomas de la infelicidad, que bien podrían formar parte de cualquier antología de poesía universal, podríamos comenzar a fundar esa nueva iglesia para poder escribir siempre los versos más tristes en cualquier noche. También encontramos conjuros numéricos y resurrecciones importantes, como la de Marco Aurelio abrazando a su hijo como si fuera la última vez, porque eso me recordó mi filosofía de vida y mi religión más sólida: mirarlo todo como si fuera la última vez, incluyendo cada uno de los versos de Sardónicus.
Luego encontramos un hermoso antipoema dedicado a don Nica, donde el autor rememora el día en que se encontró con el mayor antipoeta, y se habla del Soliloquio del Individuo, de los Poemas y Antipoemas, de Dios, de la monumental obra de Huidobro, de los siglos y siglos de literatura que componen nuestro hábitat. Y ese «todo» incluye los libros antiguos de otro antipoeta, el lector «ferpecto», para quien la dislexia fue tanto amiga como enemiga al acompañarlo siempre, y todo lo que llevó a este poeta a su tercera década como antipoeta. En ese momento, cerca de una pandemia, se le ocurre al poeta Quemar la Poesía y a los Poetas, y con esa llama en la mano emprender el viaje al fin del mundo que estamos viviendo y aún viviremos. Aunque haya ruinas en todas partes, fuego, mutilaciones, muertes y sangre, aparecen Wittgenstein, Van Gogh, el budismo, los apóstoles, los mandamientos, Altazor. Esta es quizás su década más rica en cuanto a poesía. A diferencia de lo que podría pensarse de la gran mayoría de los poetas, que a medida que envejecen dejan de ser mejores, aquí encontramos una voz completamente consolidada y establecida en el mundo. A partir de este punto, podemos saber quién es ese antipoeta que se encuentra detrás de todo y cuánto hemos leído de él hasta ahora. Y siempre está presente Nicanor Parra, la antipoesía, la belleza, la historia y todos los poemas no escritos. En los poemas no escritos, aunque no lo sé, pero lo presiento, ya no hay muerte. Aquí, en el mismo año de la peste, Cruz-Villalobos se dedica a Matar a la Muerte a través de veintiún métodos infalibles, que se pueden resumir en: no tener miedo, asfixiarla, pedir perdón, correr, cambiarle el nombre, escupirla, amar la vida, instalarse para vivir, dejar a los muertos en paz, no jugar al borde del abismo, no pensar tanto, abrazar tal como se come tres veces al día, agradecer las pocas cosas importantes, ponerse de pie después de caer, atravesar el corazón de la muerte, no programar una cita con la muerte en nuestro calendario, observar a las aves, vivir para los demás, cantar aunque no tengamos voz, simular que estamos tristes y, por último, hola silencio, vacío, nada, lo que somos.
También Cruz-Villalobos incluye algunas locuciones latinas que se convierten en poemas, quizás para que las hagamos más nuestras o para que el latín, que ha recorrido el mundo durante siglos, no se pierda ahora a través de nosotros. Habla del papa, del mundo, de la vida, del statu quo, de Julio César y de todo lo que existió antes de que solo existiera el latín.
Aunque quizás no sea la persona más indicada para mencionar lo que sigue, me atrevo a decir que los poemas presentes en una de las partes finales de esta obra, inspirados en mi libro «Casi mil razones para ser poeta», son otras mil y una razones, además de las mil y una razones escritas, o, mejor dicho, son mil y un versos, mil y una razones para ser poeta. Por lo tanto, cada persona que necesite y deba ser poeta debería sentarse a esperar a las puertas de su casa a que este libro de los mil y un poemas, a partir de las mil y una razones para ser poeta, salga a la luz. Porque menciona las flores, los espejos, las cosas en general, las huellas dactilares, los pozos sin fondo, los quince minutos de fama, las preguntas, los niños, las banderas blancas que no se sabe si son de paz o de guerra, la gente que enumera cosas, como lo estamos haciendo ahora mismo, el fin del mundo, la falta de tiempo, el desconocimiento sobre lo que hay dentro de la lluvia y esa última persona detrás de la cual no hay nadie.
Diré del poeta Luis Cruz-Villalobos que, más que un antipoeta, como él mismo se llama, es una especie de espejo en el que todo lo que se refleja se multiplica. Gracias a la agudeza de su mirada y a lo que es capaz de hacer cuando el mundo lo atraviesa, hoy tenemos este libro en nuestras manos, gracias a esa capacidad única para transformar el mundo. Gracias a esto, podemos decir que éste es un libro que el mundo necesitaba para darse cuenta de que era el mundo.
Sergio Marentes
Bogotá, mayo de 2023
Para adquirir una copia del libro Sardónicus: Antipoesía 1991-2023, puede acceder al siguiente link
Deja un comentario
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.