Circe Maia leyendo sus poemas en el Salón de Actos del Ayuntamiento de Salamanca (2005)
Crear en Salamanca tiene el privilegio de publicar una amplia antología de la notable poeta Circe Maia, seleccionada por el poeta Alfredo Pérez Alencart, profesor de la Universidad de Salamanca y amigo de la autora residente en Tacuarembó. También se publican, por vez primera, algunas fotos de Circe Maia tomadas en Salamanca, el año 2005 cuando participó en la Cumbre Poética Iberoamericana, coordinada por Alencart y organizada por la Fundación Salamanca.
Poetas Iberoamericanos participantes en la Cumbre Poética Iberoamericana (2005)
En un gesto trivial, en un saludo,
en la simple mirada, dirigida
en vuelo, hacia otros ojos,
un áureo, un frágil puente se construye.
Baste esto solo.
Aunque sea un instante, existe, existe.
Baste esto solo.
C.M.
Circe Maia (Montevideo, Uruguay, 1932). Premio Nacional de Poesía (1958 y 2001) y Medalla Delmira Agustini (2012). Realizó estudios de Filosofía y de Lenguas Modernas. Su interés por el griego actual es posterior, ya instalada nuevamente en Tacuarembó, donde dió clases de Filosofía y de Literatura Inglesa. Ha publicado traducciones de poetas griegos e ingleses en revistas uruguayas y extranjeras. Sus libros de poesía son: En el tiempo (1958), Presencia diaria (1963), El puente (1970), Cambios, permanencias (1978), Dos voces (1981), Superficies (1990), De lo visible (1999), Breve sol (2001), Ayer un Eucalyptus (2001, obra traducida al inglés), Obra poética (2010, conjunto de su obra poética publicada hasta entonces), La pesadora de perlas (2013), Dualidades (2014). Sus libros en prosa son Destrucciones (1986) y Un viaje a Salto (1987). De este último libro existe una edición bilingüe, publicada por la Swan Isle Press, de Chicago (2004), La casa de polvo sumeria: sobre lecturas y traducciones (2011) De sus libros de poesía existen dos antologías: la primera, publicada en la ciudad de Lund, Suecia, poemas traducidos por Orjan Axelson, y la segunda en una edición bilingüe editada en Londres, con poemas traducidos por Brian Cole. En 2013 publicó su traducción de los versos del poeta escocés Robín Fulton. En 2009 se incorporó a la Academia Nacional de Letras de Uruguay; en octubre de 2010, recibió el premio “Bartolomé Hidalgo” a la trayectoria que otorga la Cámara del Libro, y en octubre de 2015 recibió el Gran Premio Nacional a la Labor Intelectual, otorgado por el Ministerio de Educación y Cultura de Uruguay. También en 2015 la Universidad de Pittsburgh publicó “The invisible bridge”, antología de poemas suyos traducidos por Jesse Lee Kercheval.
ANTOLOGÍA DE CIRCE MAIA
ABRIL
Este día tan lleno de niñez,
las cápsulas verdes de los eucaliptos
en el suelo, entre hojas.
El buen aroma frío y viejo trae
de la mano, consigo,
los paseos al sol y por un parque
en un abril de viento.
Por mirar la vereda así y oír el ruido
de las hojas, arriba;
por recoger las cápsulas y aspirar hasta el alma
su antiguo olor, se puede,
-a veces, sí, se puede –
abrir puertas cerradas hacía días remotos;
las mañanas del sol y un aire limpio, fino,
los bancos de madera por el borde del parque,
las veredas desiertas,
un viento decidido contra la cara, frío,
y en la mano, tibieza de la mano materna.
Circe Maia
DONDE HABÍA BARRANCAS
Otra vez se levanta de la memoria el golpe
del remo contra el agua. Brilla el arroyo y tiemblan
las hojas en la sombra.
Miran ojos risueños, pelo mojado. Arriba
azul y sol y azul… Mira los troncos negros
y rotos, oye el agua.
Tibia madera siento todavía en la mano
y a cada golpe sordo que da ahora mi sangre
se vuelve a hundir el remo en verde frío y algas.
Un tallo firme y verde venía enero alzando.
Y venían del viento, del amor, y venían
de la vida,
alas rojas y en vuelo, los días del verano. Rema, remero,
y no escuches el golpe
negro, del remo.
El golpe corta trozos cortos de tiempo,
trozos iguales, casi relojería
y se piensa que adonde se van cayendo
un golpe y otro golpe junto al vuelo del día.
Mira que se ennegrecen las blancas horas
y de querer pararlas ya casi duelen,
Caen al alma fríos y de ceniza
los golpes que en el agua dieron los remos.
Y atrás se ve la cara tersa del río
el rostro del verano, azul y liso.
POR DETRÁS DE MI VOZ
Por detrás de mi voz
-escucha, escucha-
otra voz canta.
Viene de atrás, de lejos;
viene de sepultadas
bocas y canta.
Dicen que no están muertos
-escúchalos, escucha-
mientras se alza la voz
que los recuerda y canta.
Dicen que ahora viven
en tu mirada
(sostenlos con tus ojos,
con tus palabras,
sostenlos con tu vida,
que no se pierdan
que no se caigan)
Circe Maia
ESTA MUJER
A esta mujer la despierta un llanto:
se levanta medio dormida.
Prepara una leche en silencio
cortado por pequeños ruidos de cocina.
Mirá como envuelve su tiempo y en él está viva.
Sus horas
fuertemente tramadas
están hechas de fibras resistentes
como cosas reales: pan, avena,
ropa lavada, lana tejida.
Cada hora germina otras horas y todas son peldaños
que ella sube y resuenan.
Sale y entra y se mueve
y su hacer la ilumina.
NO HABRÁ
Construyendo los días uno a uno
bien puede ocurrir que nos falte una hora
– tal vez sólo una hora –
o más o muchas más, pero raro es que sobren.
Siempre faltan, nos faltan.
Quisiéramos robarlas a la noche
pero estamos cansados
nos pesan ya los párpados.
Nos dormimos así y la final imagen
– antes de zambullirnos en el sueño –
es para un día nuevo, de anchas horas
como llano estirado, como viento.
Lastimosa mentira.
No habrá días-burbujas imprevistos
sorprendentes, abiertos.
El zumo de este día transcurrido
se filtra por el borde de la madrugada
y ya la está royendo.
Manos de Circe Maia (Foto de Manuela Aldabe)
MANOS
Los gestos milenarios que repito
desde el tender la mesa a hacer dormirse
los niños, me descubren
de pronto, su otra cara.
Es mi mano y no es sólo la mía.
Vieja mano, viejísima, viniendo
desde siglos, se mueve
por detrás de una fría, gris mirada.
Visto y pensado, el mundo
contemplado, extendido
delante de los ojos
y los ojos buscando ver los hilos
de la espesa maraña.
…Y sin embargo, manos
que nada ven, las ciegas
manos, mucho más hallan,
y sin buscar encuentran
una viva sustancia:
en palabras no entra
en los ojos no cabe.
Manos sólo la palpan.
PRISIONERO
La ciudad te ha de seguir
KAVAFIS
Así que no hay manera de librarse.
Bastará darse vuelta para verla.
Allá viene, siguiéndote
Moviéndose – en apariencia lentamente –
y en realidad muy rápido.
Y si huyes, por un momento sientes
Muy lejano el ruido de las calles
Discusiones, motores y ruidos y bocinas
Son un sordo rumor.
Y de tan lejos
Apenas brillan ahora las ventanas más altas
Tal vez un campanario.
Pero cuando por fin llegas a otro
lugar, a otra ciudad desconocida
tu ciudad te ha alcanzado bruscamente :
ya no es cuestión de darse vuelta. Adentro
muy adentro de ella te paseas
y a la otra le ruegas que te espere
que no se vaya lejos.
La otra no se mueve, pero se decolora
Pierde tibieza, sus sonidos bajan
Los olores apenas se perciben
Y el viejo aroma de la que te envuelve
no te suelta.
Manuscrito de Circe Maia (Foto de Manuela Aldabe)
EL MEDIO TRANSPARENTE
Lo mejor sería no pensar demasiado
en ellas, las palabras. Ellas vienen
así o de otro modo y no es tan importante.
Vidrios, ventanas son y habría que limpiarlas
con cuidado, por eso. No pintarlas
-¿qué verías detrás?- y no adornarlas.
Por mirar el adorno en la ventana
no miraste hacia afuera.
El más breve vistazo
hubiera sido al menos suficiente
para mirar la luz del otro lado.
Si, esa luz de afuera
sobre un rostro que pasa.
LOGOS
De todo se ha aprendido la medida.
Un poquito y no más. No demasiado.
No nada. Lo medido,
lo suficiente.
El necesario y breve placer, la necesaria
Justa alegría. No la devorante
alegría de ser, sino la tenue
alegría de estar así o de otra
manera: lo «agradable.»
El necesario
Justo dolor. La justa indignación
– no demasiada –
y una tristeza desteñida – chirle –
para que se humedezca
– sin empapar, cuidado –
la trama de los días.
SINCRONÍAS
¿Cómo se hará para estirar la mano
y atraer hacia aquí todo el presente
y atarlo?
Que no se escape el sol sobre una hoja
El mosquito en el aire
Ronco motor doblando la esquina
Y en el paladar el gusto del durazno.
VOCES CONTRADICTORIAS
Cada hora viene con un hacha
a cortar el tallo de la hora muerta.
Agua-sombra cae y ahoga el día
y otro día aparece
– ágil, desmemoriado –
cuyo brillo es también hacha
llama destructora, flecha.
– No es cierto, no es cierto.
Cada hora dibuja en torno a las otras
líneas concéntricas.
Rodeada, protegida
la hora vieja no cae cortada.
Por debajo y detrás, está viva.
Circe Maia y Alfredo Pérez Alencart (2005)
COMPOSICIONES
Unas cosas se hacen de otras.
El portafolios es hecho de cuero.
De sonido y sentido, el lenguaje.
Y de muchas sustancias
El mirar
El silencio.
FINAL
¿Cómo aprende la luz a oscurecerse?
¿Debe hacer ejercicios de opacamiento?
No quiere.
Hasta último momento la brasa late :
Una chispa, un crujido.
El punzón del fuego no quiere
no ser mas taladro, hacerse romo.
No quiere.
Muy a contracorriente, contra la pegajosa
Espuma de la nada
Bracea, tercamente.
Circe Maia
DEL POPOL-VUH
Voz del maya-quiché volando sobre siglos:
En la época de la creación del hombre,
– los hombres de madera
después que fracasaron los de barro –
hubo una rebelión de animales y cosas
en contra de sus dueños.
«Nos quemaban «, decían las ollas y sartenes
en la cocina. «Nos golpeaban la cara «
decían las piedras de moler.
«Nos echaban afuera «, decían los perros.
Y ahora golpearemos, quemaremos
y echaremos afuera.
Los hombres de madera fueron aniquilados.
No tuvieron refugio.
Sus propias casas se cerraban
y los dejaban fuera.
¿No volverá otra vez la rebelión? ¿No sientes
que a veces se prepara?
¡Fuera! dicen las cosas y se cierran.
¡Fuera! ,dice el ojo del agua
y está velado, opaco.
Y cae una luz agria
sobre todas las cosas
enemigas y ajenas
Circe Maia, Jacobo Rauskin, Jacqueline Alencar, Alfredo Pérez Alencart y Santiago Sylvester (2005)
OBJECION DE SIMMIAS
¿Y si el alma fuera como música
y el cuerpo la lira?
Roto uno, la otra no existe
dice Simmias.
El silencio se hace en la celda.
Los discípulos callan, inquietos.
De aquel largo silencio, las olas
todavía salpican.
Retrato de Circe Maia (Foto de Manuela Aldabe)
PRONTO SE IRÁ EL INVIERNO
Pronto se irá el invierno. Como un mar retirándose
al bajar la marea,
deja esas suaves islas, finas, lisas, lavadas,
-estos días livianos, fríos, como de arena.
Y me acuerdo de ti. Así, de arena húmeda
que el agua ha de golpear y ha de aventar el aire,
así, de arena fría, volandera, liviana,
nuestros días, cristales
quebradizos, piedritas costaneras,
arena, arena, arena,
horas de arena suelta,
días barridos, frágiles.
Y me acuerdo de ti. Pronto se irá el invierno.
Vendrán, derrochadores de luz, días azules,
blanqueará nuestro almendro.
(Ya tiene la retama
dos flores amarillas)
Qué injusto, qué vergüenza,
de estos ojos bebiendo los colores, los días
que tus ojos no vieron!
Dedicatoria de Circe a A. P. Alencart
Oxígeno de Circe Maia, artículo de A. P.
abril 17, 2016
Un estupenda poeta, amigo Alfredo. Gracias por hacernos conocer sus versos impregnados de sencillez y de grandeza.
abril 18, 2016
diáfanos y deliciosos poemas los de Circe Maia.
Gracias Crear en Salamanca por dejarnos conocer su obra.